Capítulo treinta y dos

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Subí a mi habitación, que luego mi madre me había indicado. Hyunjin me colaboró subiendo mi maleta y la de él, hizo un puchero cuando notó lo alejado que estaba la habitación de huéspedes a la mía, haciéndome reír. Cuando entré a mi habitación, quedé sorprendida por lo amplia y bonita que era. Mi madre se había encargado de poner un color amarillo pastel en las paredes y pegar algunas fotografías de mi época en ballet. Era muy joven cuando estudiaba ballet por lo que sonreí con nostalgia. Podía jurar que mi padre fue el de la idea de dejarme un escritorio en la habitación, haciéndome sonreír, ¡ya no me la pasaba en casa para hacer tareas! Por un momento extrañé la escuela, cuando volvía a diario, podía ver a mis padres y cenar juntos como la familia normal que éramos. Cada uno tomó decisiones que volvía difícil volver a esos días. Dejé mi maleta cerca a algunas cajas que había, abrí la caja más cercana y pude notar que eran algunas prendas de ropa que ya no me quedaban, ¿mamá las donaría? 

—¿Te gusta? —la voz de mamá se hace presente en todo el lugar. 

—Es precioso —respondí, volteándome a verla. 

—No estaba segura si el color era bueno, pero me alegra que te guste —sonríe con alivio—. Tu padre puso el escritorio por si te quedas unos días y tienes trabajos de la universidad. 

—Lo supuse —sonreí por inercia—, ¿te ayudo con el almuerzo? 

—No te preocupes, ya lo dejé haciendo. Mañana llegan las mucamas que tu padre contrató, dijo que está en contra de que yo haga los quehaceres de la casa, es bueno, ¿no? —me cuenta, sentándose en mi cama. 

—Lo es, ¿pero estás de acuerdo con eso? 

—50-50. Es lo de menos. ¿Qué tal la universidad? ¿Has hecho muchas amigas? Cuando yo iba a la universidad era muy callada para mi pesar, por eso no tengo tantas amistades —me pregunta con su sonrisa más amplia. 

—Algo así, he conocido a muchas personas. No pensé que la universidad sería tan divertida —comenté. 

—Te dije que Tarumi sería igual a Konsei —mamá suspira—, temía que te decepcionara no estudiar en Konsei. Aunque sigo pensando que es culpa de tu padre por ilusionarte con algo imposible, ¿cómo podrías estudiar allá si es masculina? Creo que pasarán muchos años hasta que la vuelvan mixta. 

—Sí —respondí, evasivamente—. Todo parece estar acomodado, ¡no necesitas ayuda con la mudanza! 

—Lo sé, pero te extrañaba y sabía que no vendrías si no buscaba una excusa justa —me recrimina—, también extrañaba a Soo-ra, es otra Jun en esta casa. 

—Es cierto, pensaba justamente en lo mismo, hace una hora. 

—¿Cómo conociste a ese chico? Es muy guapo, a mí que no me gustan los chicos con el cabello largo porque parecen delincuentes, ¡a él se le ve espectacular! ¿Es modelo o algo así? —me pregunta mi mamá en un susurro, haciéndome reír. Si supiera ella cómo se ve él antes de tomar una ducha, no diría lo mismo. 

—¡Mamá! Por Dios, no vayas a ser imprudente enfrente de él. Y hasta donde tengo entendido, no es modelo, pero no se lo digas, el ego se le sube —pido y ella le resta importancia con sus manos. 

—La verdad hay que decirla —mamá bufa, con su dicho favorito. La sonrisa se me cae, sintiendo culpa—. Vamos por el almuerzo, antes de que se me queme —sale de mi habitación—. ¡Niños, a comer! 

Cuando los tres nos sentamos en el comedor mientras mamá nos servía, Soo-ra frunce el ceño. 

—Tu madre sí sabe que no somos niños, ¿no? Todos tenemos veinte años —bufa, y mamá entra, escuchando todo. 

—Para mí aún son las niñas que salieron juntas de la escuela aquel día de otoño, riendo mientras hablaban del cuento que les había leído su maestra —mamá sonríe antes de ponerse a servirnos—, ¿te contaron esa historia, Hyunjin?

—¡No le digas! —pido con el rostro rojo. 

—Por favor, cuéntemela usted, señora Jun —pide con una sonrisa amable, aunque sus ojos lucían llenos de maldad. 

—Mientras no le cuentes a Minho, me da igual —dice Soo-ra, tomando su sopa. 

—Es una historia muy tierna...

—Vergonzosa —añado. 

—Todo en ti es tierno y vergonzoso —opina Hyunjin y lo piso por debajo de la mesa. Él se muerde el labio, por el dolor, haciéndome sonreír. 

—Sigo... ellas tenían nueve años —cuenta mamá, sentándose en la mesa—, Hye siempre ha sido una chica muy callada y tímida al inicio por lo que se le complica hacer amistades, pero mi querida Soo-ra es muy habladora y lanzada. Así que cuando Soo-ra se traslada a la escuela de Hye, trata de acercársele pero Hye siendo evasiva, hace que mi Soo-ra se rinda... 

—Nunca me rendí, solo le di su tiempito —añade Soo-ra, tomando jugo. 

—Bueno, le dio su tiempito. Pero un día la maestra les leyó un cuento sobre una princesa, mi querida Hye siempre quiso ser una princesa, era de lo único que se disfrazó en Halloween hasta que cumplió trece años...

—La cuestión —afané, sintiendo mis mejillas enrojecer. 

—La cuestión fue que Soo-ra se emocionó de la misma forma que Hye, y duraron el resto de la clase hablando del cuento, tanto así que salieron del colegio planeando vestirse de princesas el día siguiente —mamá sonríe—, y fueron vestidas de princesas. ¡Ambas! 

—¿Hay fotos? —pregunta Soo-ra con nostalgia. 

—En alguna caja —responde mamá—, cuando la encuentre, te las envío por mensajes. 

—¡Gracias! 

—Así que princesa —me dice Hyunjin, con una sonrisa tierna. 

—Sí, así que cuidado conmigo, súbdito. 

—A mí también me llaman príncipe —me cuenta—, si no me crees, pregúntale a los demás. 

—¡El destino! —mamá aplaude y yo bufo. 

—El destino —murmura Hyunjin, tomando de su sopa. 

—Luego de eso, se volvieron inseparables. ¡Hasta en la universidad juntas! Una lastima que no compartan habitación —mamá suspira. Yo empiezo a toser, nerviosa. 

—Ya veo —murmura Hyunjin, tímidamente. 

—Me parece que mi marido vendrá más temprano de lo esperado —dice mi mamá viendo su teléfono. 

—¿En serio? —pregunto, volviendo a sentir nervios y miedo. 

—Eso acaba de escribirme —responde—, creo que llega en media hora. 


The lie in your eyes | Hwang HyunjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora