¿Five Nights at Freddy's?

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Me desperté gracias a un maldito tirón en la espalda, aunque un poco tarde. Debían ser las ocho o nueve de la mañana, o por ahí, cuando normalmente me esforzaba por despertarme a las seis. Me levanté lentamente, me estiré, y otra vez sentí un tirón en la espalda.

-Agg...- gruñí.

Ya había algunos levantados. Por lo tanto, me dispuse a manejar.

-Vos no, Nahue. -me dijo Cindy.

-¿Por qué no? Ya estoy harto de resultar inútil. -respondí.

-Ya sé, pero si pasa algo y necesitas maniobrar tu espalda no te lo va a permitir. Es mejor que maneje otro.

-Yo manejo -dijo Renata-. Me gustaría volver a estar detrás de un volante.

-Okey... -cedí, de mala gana.

Miré mi ropa, bastante mugrienta y manchada de sangre. Busqué la chaqueta de cuero y los jeans azules.

-Me voy a cambiar atrás -dije-. No miren.

Me dejé la camiseta gris y las "Converse" rojas. Me puse los jeans azules y la chaqueta, que era un poco más abrigada. Aunque por suerte, había parado de nevar. Claro que todo seguía blanco, pero al menos era algo.

Los siguientes cuatro o cinco días no pasó nada interesante. Quiero decir, sólo lo de siempre: matar a un pequeño grupo de caminantes que se acercaba a molestar, o parar a conseguir combustible de otros vehículos. Con la comida aún estábamos bien, aunque a veces comíamos más de lo que encontrábamos, y eso podría causar problemas.

Después de eso, llegamos a una ciudad llamada Hurricane. Aunque podría jurar que el nombre me sonaba de algún lado, no podía recordarlo. De cualquier forma, había cosas mucho más importantes de la que ocuparme.

Cuando entramos no había muchos zombies, mejor dicho, pocos para el tamaño de la ciudad. Al menos teníamos un poco de suerte. O eso creía.

Encontramos un negocio de ropa. Había pocas cosas, ya que la habían saqueado, así que nada más encontré unas camperas de montaña y unas mochila, suficiente para llevar un poco de munición extra. Todos tomamos una de cada una.

-Bueno -dije-, por lo menos estamos un poco más abrigados.

-Si -dijo Jula-, pero de cualquier forma sigue haciendo bastante frío.

-¿De la pierna cómo estás?

-Bien, de a poco estoy volviendo a caminar, aunque cada tanto duele. ¿Y tu espalda?

-Para mí está bien, pero todavía no está para sacar los puntos, me parece. A veces me tironea, pero es lo que hay.

-Si, bueno. Seguro duele menos que una mordida de caminante.

-Eso seguro.

Luego llegamos a una juguetería/librería. Paramos un momento. Jula y yo tomamos dos libros de John Green: "Ciudades de Papel" y "El teorema Katherine". Cindy tomó la saga de "El Señor de los Anillos" y la de "Harry Potter", y Abii tomó unos libros que le faltaban de una saga llamada "Fableheaven" o algo así, una con elfos, duendes y bastantes seres mitológicos más.

-Bien -dijo Renata-, seguro que no nos vamos a aburrir.

Volvimos al ómnibus, y vimos que comenzaba a hacerse de noche. Es decir, queríamos buscar un lugar para dormir. Al menos algo más cómodo que el ómnibus.

-Hey, Nahue -me dijo Posi-. ¿Qué te parece ese lugar?

Miré hacia donde señalaba. Parecía un viejo restaurante: cuyo nombre era...

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