"No más..."

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Las lágrimas.

Las lágrimas nunca arreglaron nada.

Las lágrimas de hijos que perdieron a su padre o a su madre por una estúpida enfermedad, pero que no les devuelve la vida.

Las lágrimas que se te escapan luego de recibir un golpe, pero que no alivian en dolor.

Las lágrimas no corrigen errores del pasado, ni arreglan los del presente, ni nos alertan de los del futuro.

Las lágrimas no sirven.

Por eso (y por más insensible que pueda sonar) me había prometido no llorar nunca más luego de lo que había ocurrido con Abril.

Pero a veces no cumplo mis promesas...

Ese fue uno de los casos.

¿A quién no le parte el corazón la muerte de un amigo? O peor, ¿a quién no le parte el corazón aún más ver a gran parte de sus amigos llorando por la muerte de ese amigo, cuando vos haces un esfuerzo sobrehumano para aguantar las lágrimas?

No me tiré al suelo a llorar. No caí de rodillas con cara desencajada.

Si todo hubiese sido silencio, lo único que se oiría de mi "llanto" sería el goteo de las lágrimas.

Porque no estaba llorando.

Sólo estaba serio, con la mirada hacia el suelo, y por mi cara corrían dos pequeños ríos de agua salada.

Me acerqué al borde del pequeño edificio (que sólo tenía tres pisos de altura, habíamos subido por la escalera anti-incendios), y me senté, con las piernas del lado de afuera del borde. Algunos zombies se desesperaron, y comenzaron a gruñir más fuerte y a rascar la pared, como si pudieran trepar por ella.

Tomé una piedra que estaba a mi lado y la lancé contra un auto que había a unos metros, destrozando el vidrio.

El ruido atrajo a los caminantes, que se acercaron a ver qué ocurría. Algunos lo olisquearon, otros lo golpearon con la poca fuerza que tenían, y otros incluso trataron de morderlo.

Las lágrimas ya se habían detenido (eso o mis reservas de agua se habían acabado definitivamente), pero ahora sentía la cara fría y pegajosa, como casi siempre luego de llorar.

Miré detrás de mí: algunos ya no lloraban, otros seguían llorando, y alguno que otro trataba de consolar a los que aún lloraban.

Pensé por un momento si yo también podría consolar a mis amigos, pero intentarlo seguramente me deprimiría, y por lo tanto me quedé esperando.

-¿Está... Todo bien? -me preguntó Sarah, acercándose.

No me di vuelta. No la miré de reojo. No hice ademán de levantarme. Sólo dije:

-¿Te parece necesario que responda?

No estoy muy seguro de lo respondió, sólo sé que luego de eso me levanté, y que las que todavía lloraban eran Jula, Vicki y Abii.

-Vamos -dijo Nico-, sino no llegamos más. Tenemos tres días de provisiones, vamos a aprovecharlos.

Intenté levantarme, y fue en ese momento cuando me di cuenta de que me temblaban las piernas. Cerré los ojos, respiré hondo e hice fuerza con los brazos para levantarme.

Me di vuelta. Jula y Abii aún tenían los ojos hinchados de tanto llorar, aunque era evidente que por la cara de algunos, no habían sido las únicas que lloraron.

-Vamos. -dije, esperando que en serio ahora siguiéramos camino.

Aunque a veces me gustaría cerrar la boca...

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