De mal en peor

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Mientras leía "Buscando a Alaska", Miles citó una frase, una de las "últimas palabras", que me pareció bastante interesante: "Voy en busca de un Gran Quizá".

El lugar donde Aaron debía estar, se encontraba totalmente desierto. Abii y yo volvimos corriendo a toda velocidad, a contárselo a los chicos. Vicki comprobó las armas.

-Nunca se llevó el hacha. -dijo.

Nos quedamos pensativos, en un silencio tan completo que hacía doler los oídos. Volvimos al lugar donde él debía estar. No había nada, ni pisadas, ni sangre, solo vacío.

-Mierda -dije, de la nada- ¡Mierda!

-¿Qué? -preguntó Sarah.

-¿No te das cuenta? ¡Fue a la Fortaleza a decirles a los Centinelas donde estamos!

Algunos dijeron algo, pero no los escuché. Solo tomé las llaves de una de las camionetas.

-Nahue -dijo Cindy-, te acompaño.

-Y yo. -dijo Sarah.

-¿Por qué piensan que quiero ir solo? -dije, subiendo a la camioneta.

Me dirigí a toda velocidad a la Fortaleza. De repente, divisé una pequeña silueta corriendo, sin parar, y sin mirar atrás. Gruñí, y aceleré a todo lo que daba la camioneta.

A medida que me acercaba a esa silueta, comenzaba a distinguir la figura de Aaron. Pensé en dispararle, pero no. Hice algo mejor.

Se dio vuelta, por el sonido del motor y gritó- ¡MIERDA! -para luego ser atropellado.

Bajé de la camioneta, y me acerqué a él.

-Jodido... Demente -dijo-... No puedo moverme... Maldito imbécil -dijo intentando apuntarme con su revólver-... ¿Crees... Que puedes matarme?

Pateé el arma que tenía en su mano.

-¡¿Ibas a decirles dónde estábamos?! ¡Nos ibas a delatar, mal nacido! -grité.

-¿Creíste *COF COF*... Que podrían escapar de la Fortaleza... Tan fácilmente? Conseguir suministros... No es fácil... Y era evidente que a ustedes... Les sobraban.

-Aún así ibas a volver con el maldito de Brian. ¿Por qué? ¿Expornernos así? ¿Incluso a tu propia novia?

-Es una nueva... Realidad, y solo el más fuerte... Es el que sobrevive...

Lo miré. Ensangrentado, apenas podía mover la cabeza y la cara.

-Tenés razón, Aaron -dije-: sobrevive el más fuerte. Go to sleep, madafacka. -y le clavé mi cuchillo en la sien.

Le quité sus armas y munición, y me subí a la camioneta lentamente. Un poco antes de llegar a el refugio, me quebré y comencé a llorar. Sólo entonces me di cuenta de lo que había hecho: había matado a una persona, sin ningún tipo de piedad. Lo había matado a sangre fría.

Cuando llegué, me di cuenta de que había una abolladura y una mancha de sangre en la defensa delantera de la camioneta. Vicki y Posi estaban afuera, esperándome.

-¿Qué le hiciste? ¿Lo trajiste de vuelta? -preguntaron.

-No lo traje. -dije.

-¿Lo...? -comenzó a preguntar Posi.

-No me quedó otra... ¿Y Sarah?

-Adentro -dijo Vicki-. Está bastante sensible. Yo que vos la trataría con cuidado.

Le dejé las llaves de la camioneta, y entré. Cindy estaba algo alejada, en el comedor, apoyada contra la mesa. Sarah estaba sentada en el sillón de la sala, con Abril y Nico a su lado. Apenas me vio, comenzó a preguntar.

-¿Lo trajiste? -preguntó- ¿Dónde está? ¿Que pasó?

-No lo traje -dije-. Él pretendia traer a los Centinelas hacia nosotros...

En ese momento comenzó a llorar. Creo que sabía bastante bien que había pasado, pero solo quería corroborarlo.

-Y tuve que matarlo... -finalicé.

-¡¿QUÉ?! -gritó- ¡¿LO MATASTE?! ¡HIJO DE PUTA! -y se lanzó contra mí.

La mantuve alejada, incapaz de hacerle algo. Pero para mi fortuna y su mala suerte, Cindy reaccionó. La golpeó defendiéndome, pero cuando intenté separarlas, Cindy me golpeó por accidente en el estómago. Por suerte, se calmó un poco luego de eso, aunque no se podía decir lo mismo de Sarah.

-Aaron -balbuceaba-... No puede ser... No él... Él es bueno...

Azul bajó corriendo las escaleras.

-¡Comiencen a empacar! -gritó- ¡Tenemos que irnos de aquí!

-¿Qué? -pregunté- ¿Qué pasó?

-Vení. -dijo subiendo la escalera.

La seguí arriba. Una vez que estuvimos en su mirador, me prestó su rifle.

-Mira hacia allá. -dijo.

Miré hacia donde me indicaba, y empecé a temblar: una horda de caminantes se acercaba lenta y decididamente desde la Fortaleza. No era una horda pequeña, era de una mil o dos mil muertos.

Le pasé el rifle. Comprendí lo que había pasado: todo el lío que habíamos hecho en la Fortaleza para escapar atrajo a todos esos zombies.

-Baja y explicales a todos lo que está pasando -dije-. Yo me voy a encargar de buscar algún otro vehículo más cómodo con Renata y Cindy. Hay una estación de ómnibus en el pueblo, pero nunca nos fijamos si quedaba alguno.

-Ok. -dijo Azul.

Cuando llegamos, quedaba uno. Pero había un pequeño problema...

-¡¿Dónde cojones están las putas llaves?! -grité, luego de un rato de buscarla y rebuscarla en vano.

-No te hagas drama. Yo me encargo -dijo Renata-. ¿Me ayudan a forzar la puerta?

Terminamos de forzarla, y ella comenzó a revolver cables bajo en volante. A los pocos minutos, el ómnibus estaba encendido.

-Miren lo que encontré en la guantera. -dijo Cindy riendo a carcajadas, mientras nos mostraba la condenada llave.

Llegamos a la casa y empacamos todo. Metimos la comida bajo los asientos, por si las moscas, y las armas en los estantes de arriba. Decidimos que aún quedaba tiempo para pasar otra noche en la casa.

A la mañana siguiente, empacamos la ropa restante, y nos acomodamos para irnos. A Nico se le notaba la tristeza por tener que dejar su casa. Sarah estaba parada en el porche, cuando decidí hablar con ella.

-Perdoname por lo que pasó... -le dije.

-¿Yo te tengo que perdonar a vos? -respondió- Entiendo bien por qué lo mataste, y sé que era para protegernos. Perdoname vos a mí, por cómo reaccioné. Quiero decir, aún me duele lo que pasó, pero... Aaron... -y comenzó a llorar.

-Está bien. -dije, poniendo una mano en su hombro.

Cindy se ofreció para manejar en el primer turno. Como después iba a ir yo, me senté adelante con Jula, quien estaba cerca de la puerta por si era necesario bajar rápido.

-¿A dónde vamos a ir? -me preguntó Jula, mientras salíamos a la carretera.

Me quedé pensativo, mirando por la ventanilla. Al poco tiempo, le respondí.

-Vamos en busca de un Gran Quizá...

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