Un día algo raro

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Abril nos despertó, ya que a ella le había tocado el último turno de guardia. Si no hubiera ocurrido el apocalipsis zombie, habría desayunado dos tostadas (una con mermelada de frutilla y otra con queso untable) con un exprimido de naranja. En nuestra actual situación, no desayunábamos. Solo había almuerzo y cena. ¿Recuerdan cuando dije que el fin del mundo era divertido? Pues me retracto de mis putas palabras.

Ahora nada más tenía tres cosas para hacer:

1) Leer alguno de los dos libros de John Green. El problema es que tenemos poca luz ahí adentro, producida sólo por velitas de cumpleaños.

2) Ir afuera, e intentar aprender a hacer parkour. Pero había mucha nieve aún y eso podría atraer caminantes.

3) Investigar la pizzería de mis pesadillas. Pero... A ver, es Freddy Fazbear's Pizza: todo es peligroso aquí.

-Bueno -pensé-. En nuestra situación actual, creo que la opción tres es la más segura... Creo.

Tenía hasta el mediodía para pasear, y eran alrededor de las nueve. Primero fui a la habitación del guardia. Nada interesante, era tal y como la recordaba. La cocina, lo mismo. El baño, lo mismo, solo contemplé un poco el póster de Freddy. Los comedores, nada de nada. Solo quedaba un lugar: la sección de refacciones. Había un cartel en la puerta, la cual estaba cerrada con llave.

-"No entrar. Sólo personal autorizado." -leí, en la puerta- Pues no veo mucho personal.

Volví a la sala del guardia a buscar la llave. En un cajón, encontré lo que buscaba. Pero había tres llaves en el mismo manojo: una color plata y dos color bronce, pero una de las de bronce estaba muy gastada y mugrienta.

Cuando volví a la sala de refacciones, probé con la de bronce brillante. Nada.

-Maldita sea... -dije, por lo bajo.

Luego intenté con la de plata, y oí como se descorría el cerrojo. Bien. El lugar era un poco tétrico: cabezas de repuesto de Bonnie, Chica y Freddy descansaban en estanterías de madera, y además (y creo que lo más tenebroso) había un endoesqueleto de animatronic mirando fijamente hacía una pared desnuda. O a lo que, al menos, parecía una pared.

-¿Qué tanto miras, eh? -dije, mirando al delgado endoesqueleto.

Me acerqué al lugar hacia dónde miraba: resultó ser una puerta, con un cartel oxidado el cual decía "refacciones especiales". Intenté abrirla, pero también estaba cerrada con llave. Esta vez probé con la de bronce gastada, y la abrí a la primera.

-Bien, esto no lo conocía. -pensé un poco asustado.

En medio de la oscuridad, distinguí frente a mí una escalera que bajaba hacia más oscuridad. Por suerte, recordé una encendedor que había guardado en mi mochila. Lo encendí y comencé a bajar. A decir verdad, la escalera no era muy larga, pero a medida que bajaba sentía como el aire comenzaba a escacear. Eso o mi mente me estaba jugando una muy mala pasada.

Cuando llegué al final de la escalera, me encontré con dos puertas. La de la izquierda tenía tenía un cartel que decía "refacciones de Fredbear", y la de la derecha tenía muchos carteles de "peligro" y de "no pasar". Entre ellos, uno decía "precaución, sala de Spring Bonnie".

-¿Spring Bonnie? -dije en voz alta- De todos los animatronics que conozco, ninguno se llama Spring Bonnie... Bueno, veamos que eres.

Intenté abrir la puerta, pero también estaba cerrada con llave. Probé con la única llave que quedaba, la de bronce brillante, y el cerrojo se abrió. Empujé la puerta, y volví a encender el encendedor. Miré hacía la derecha, y vi una caja llena de piezas de los animatronic, tanto de las versiones originales como de las Toy. Pero luego tuve la mala idea de mirar hacía la izquierda...

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