Hartos

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-¿Cuál es su habitación? -pregunté en un susurro, pero podía notar en mi voz un tono de ira creciente.

-... No es buena idea, quizá sea preferible que las violen y... -dijo Aaron, pero mi mirada lo interrumpió.

-¿Cuál es su puta habitación? -dije, comenzando a elevar el tono de voz, buscando intimidar a Aaron.

-... La 12 -dijo, en voz muy baja-... Intenta no lastimarlo demasiado...

-Oh, voy a hacer mucho más que lastimarlo -dije, y luego le hablé a la chica que se había sentado enfrente mio-. Después seguimos charlando, ¿de acuerdo? Es que tengo un pequeño asunto que atender.

-Okey, nos vemos. -respondió, y siguió comiendo. No pude evitar ver que llevaba una ballesta bastante llamativa y muy distinta a la de Posi colgada en la espalda.

Para ser sincero, no le presté mucha atención, sabiendo lo que tenía que hacer... O mejor dicho, lo que deseaba hacer. Pero mejor no adelantarse.

No podía correr, de lo contrario iba a resultar muy sospechoso, pero Abi y Abril le estaban dando bastante trabajo a eso tipo, así que tenía tiempo de sobra para llegar a su habitación.

Aunque yo estaba en la habitación 10 (es decir, que su habitación estaba al lado de la mía), y no había ninguna complicación para llegar allí, el trayecto me resultó eterno. Incluso desde el otro extremo del pasillo, podía oír los gritos de Abi y Abril, rogando auxilio.

Una vez había llegado a la habitación, abrí la puerta muy despacio y comprobé que no hubiera cámaras. Era una habitación bastante simple, con una cama matrimonial y un armario. Busqué algún lugar para esconderme, y mi mejor opción terminó siendo el armario. Me metí dentro, y esperé...

Los gritos de Abi y Abril se intensificaban a cada segundo. Tenía unas ganas enormes de salir de mi escondite y matarlo ahí mismo, en el pasillo. Pero por otro lado sabía que nos culparían y adiós plan de escape. Por suerte, esta vez la parte racional de mi cerebro venció a la instintiva.

Escuché que alguien entraba en la habitación, y entreabrí la puerta del armario. Un tipo, de unos veinte años, venía arrastrando del cuello a Abi y Abril. Las lanzó sobré la cama y se sacó toda la ropa, quedando solamente con ropa interior.

En el momento justo en que se había lanzado contra Abi, intentando desvestirla, salí disparado del armario. En el aire, tomé su cabeza y mientras aterrizaba la estampé contra la pared.

El tipo cayó muerto, o al menos eso era lo que habíamos pensado. Le tomé el pulso, y aún seguía vivo. Solo se había desmayado.

-¿Nahue? -preguntó Abril- ¿Qué carajo haces acá?

-¿No es obvio? Las ayudo. -respondí.

-Bueno... Gracias. -dijo.

-No hay de qué -respondí, y me dirigí a Abi- ¿Les llegó a hacer algo?

-No, nada más nos tiró un poco del pelo. -respondió.

-Okey... Pasame esa almohada. -le dije, señalando hacia la cama.

-¿Para? -preguntó.

-Lo voy a matar con su propia arma, pero necesito algo que silencie el disparo.

-No es necesario matarlo. -dijo Abril.

-Te voy a dar dos razones por las que habría que matarlo: 1) intentó violarlas 2) si se despierta, y cuenta lo que pasó, las van a matar a ustedes y van a duplicar la seguridad, lo que arruinaría nuestro plan de escape.

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