Cap. 14

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- ¿Se le ofrece algo más? - Pregunté malhumorada al viejo pervertido que no había parado de mirarme desde que había comenzado a atenderlo. 

- Lo que tu quieras primor. - Colocó su mano sobre mi trasero por lo que, ya harta, hice un puño en su camiseta para quedar cara a cara con él. 

- Vuelves a hacer eso y te juro que vas a tener que rezar para que tus nietos puedan conocerte, ¿ha quedado claro? - Lo solté abruptamente haciendo que caiga redondo en su asiento, produciendo un estruendo. Aquello fue muy fácil puesto que estaba completamente ebrio.

- ¡¿Quién te crees que eres, maldita golfa?! - Bramó furioso, poniéndose de pie. 

- Tienes exactamente dos minutos para salir de este local, sino llamaré a la policía y te denunciaré por disturbios en lugares públicos. - Me crucé de brazos, mirándolo amenazante. Pude notar como al decir la palabra "policía" este se achicó, poniéndose nervioso. 

- ¿Cr... crees que con eso vas a asustarme? - Tartamudeo. - Has otro intento, no funcionará para que me vaya de aquí. 

- ¿Quieres que probemos? - Exclamé con burla, ya con el teléfono en la mano. Este respiró entre-cortadamente. 

- De acuerdo, no lo hagas. Ya me voy. - Tomó su chaqueta en silencio y se retiró del local sin rechistar. Sonreí victoriosa.

La realidad era que ninguno de los tipos eran tan rudos ni "pesados" como aparentaban ser. La mayoría se acobardaba con solo escuchar la palabra "denuncia". Seguramente tenían algún que otro trapito sucio que no querían sacar a la luz. 

- Tuviste más paciencia que con el último. - Comenta Will con una sonrisa de medio lado. 

- Ellos se lo buscaron. 

- Siento pena por el que sea tu novio. Quiero decir... me caes bien florcilla pero me pongo en sus zapatos y me imagino cómo sería discutir contigo... No me gustaría averiguarlo. Con el carácter que tienes él debe quedar hecho bolita en mitad del piso, rogando por piedad. - Reí. 

- Bueno... digamos que no soy la persona más fácil de tratar. 

- Sí, me he dado cuenta. 

- ¡Hey! - Reproché, codeandolo levemente. Will era asombroso, era como el tío que hubiese deseado tener. 

- Acepta la realidad florcilla, acepta la realidad. 

- Will - Le llamó una de mis compañeras de trabajo. - hay un tipo dormido en el piso del baño. 

- ¡¿Otra vez?! - Su voz sonaba frustrada. Aquella asintió. - Enseguida vuelvo, tu encárgate de la caja. - Luego de unos momentos regresó.

- ¿Todo en orden?

 - Tuvimos que sacarlo a rastras. Iba recitando su trágica autobiografía de cómo su madre prefería a su hermano antes que a él, pero sí. Todo perfecto. Un día voy a cansarme de lidiar con todo esto y voy a gritar "¡PUDRANSE!" para luego salir corriendo por la calle desnudo mientras grito "¡LIBERTAD! ¡POR FIN LIBERTAD!".

- Seguro llenarás de orgullo a tu familia con ese acto. - Me burlé. 

- Oye niña, tu no sabes apreciarme por que solo tienes diecisiete años. Créeme que las de la edad de tu madre sí saben ver toda esta sensualidad. 

- Lo que tu digas Will... lo que tu digas. 

- Por cierto... ¿qué es lo que haces tu aún aquí? 

- Mi turno termina cinco y media. 

- Ya hemos hablado de esto, te doy permiso de que te vayas a las cinco para que al menos puedas dormir una hora. Sé que no es mucho pero es todo lo que te puedo ofrecer, así que vete ahora. 

Olvídate de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora