Cap. 18

714 40 8
                                    

Skyler:

La canción que tocaba era lenta y nostálgica, sentí por un momento como el pecho se me encogía en angustia.

Tocó las últimas notas con una destreza y fluidez, para luego comenzar a abrir sus ojos lentamente. Parpadeó un par de veces, confuso; estaba tan enfocado siguiendo la música que ni siquiera se percató de que hubiese alguien más dentro de la habitación.

- Señorita Jhonson, no la oí entrar.

- Sí, lo siento. Debí haber tocado la puerta. - Me disculpé, algo avergonzada. Era extraño que estuviera pidiendo perdón por esto; sin embargo me pareció necesario hacerlo. Sentía que había interrumpido un momento muy íntimo, lo que me hizo sentir fuera de lugar.

Sin embargo, contrario a lo que me esperé, me regaló una amable sonrisa negando lentamente con la cabeza.

- No pasa nada. - Dijo, tranquilizándome. - ¿Qué necesitaba?

- La señorita Granger me mandó aquí a dejarle unas libretas. Ella tuvo que irse, así que me pidió de favor que se las entregara. - Señalé hacia donde las había colocado.

El docente asintió.

Silencio.

Cuando me vi dispuesta a dar media vuelta para volver a mis lecciones, su voz me interrumpió.

- ¿Le interesa tocar el piano, señorita Jhonson? - Preguntó, sin mirarme, con una sonrisa de lado; comenzando a pasar sus dedos por el instrumento.

Pestañee varias veces, un tanto confusa por su pregunta.

- Lo mira con mucha ilusión. - Explicó, ahora sí levantando la vista hacia a mi.

Me crucé de brazos y desvié el enfoque, las esquinas de mi boca se alzaron levemente.

- Es sólo que... hacía mucho que no escuchaba a nadie tocar, y me trajo recuerdos. Lamento si lo perturbé.

- Para nada, soy músico. Disfruto que la gente escuche lo que hago. ¿Quién conocía que fuera pianista?

- Mi abuelo. - Dije, en una voz demasiado baja para mi gusto. De repente me sentí desprotegida y muy triste. ¿Qué pasaba conmigo? ¿por qué me estaba comportando como una niña frágil a punto de quebrarse? tuve que abrazarme a mi misma con fuerza para evadir ese vacío interno, que calaba más y más hondo a cada segundo. - Tenía uno en nuestra sala, y siempre que estaba alegre lo encontraba tocando viejas melodías; me encantaba escucharlo. Tuvo intenciones de enseñarme, pero yo era inmensamente feliz con solo oírlo.

Los ojos de Ed mostraron dulzura al escucharme, entonces me percaté de todo lo que estaba diciendo. ¡¿Qué rayos hacía hablándole de mi abuelo a un desconocido?!

- Debió haber sido bueno, si le provocaba todas esas emociones quiere decir que estaba haciendo bien lo que todo artista pretende lograr; transmitir algo.

- Lo era. - Afirmé, queriendo cambiar el tema de repente.

- ¿Falleció? - Como me vi incapaz de sacar voz ante aquella pregunta, simplemente me remití a asentir. - Lo siento mucho. - Dijo con sinceridad.

Nuevamente el silencio invadió el salón.

- Venga. - Palpó el largo banco para que tomara asiento a su lado, cosa que un tanto extrañada, sin saber qué era lo que pretendía, terminé por hacer. - ¿Alguna canción en particular?

- No quiero aprender.

- Miente pésimo. Reconozco el entusiasmo cuando lo veo. Soy profesor, me dedico a estimular a los estudiantes, es mi trabajo.

Olvídate de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora