C A P Í T U L O 13

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Chimon esperaba impaciente en la sala de espera. First seguía tomando su mano mientras que su madre hablaba con una de las recepcionistas. First de igual manera que el pelinegro, miraba con impaciencia a su madre. Existió un momento en el que la mujer desapareció entre los pasillos para contestar su lujoso móvil y, aunque First intentó evadir el tema, Chimon sabía perfectamente lo que había sucedido. Y se sentía tan jodidamente avergonzado con la señora Puitrakul, quien siempre estaba ahí para el cuándo más lo necesitaba, y la prueba estaba en ese momento. First y la señora Puitrakul nunca se lo confirmaban, pero el sabía por Pringking y Ploy que sus padres llamaban a los padres de First para pelear.

¿La razón? Era simple: Chimon, Pringking y Ploy veían a los padres de First como sus verdaderos padres, especialmente Chimon. Durante un año, a los siete años de Chimon, los padres de First pensaron y hablaron con sus contactos, buscando toda la información posible sobre qué podrían hacer por Chimon. Eso hasta que la abuela Wachirawit se presentó en su casa, rogando que no alejaran al pequeño de ella. Chimon no supo nada de eso hasta que cumplió trece años. Los padres de First y los de Chimon peleaban todo el tiempo y esa fue una de las razones por las que los chicos fueron enviadas a la Universidad en el momento en el que pudieron.

Decidió ignorar todo ese tema por un segundo, pues luego no podría poner su mejor cara para su abuela en caso de que la dejasen verla. Inconscientemente, apretó la mano de First, haciendo que el otro voltease a verlo. First simplemente le dio una cálida sonrisa y habló de otro tema, sabiendo lo que su amigo necesitaba.

—Todo estará bien, Mon. Eres bueno y sabrás qué decir. —le aseguró. Chimon por primera vez se sentía confiado de sí mismo.

—¿Hablaste con Fluke?

—Bueno, eso no es una opción para mí, Mon. Simplemente tengo que hacerlo. Es como una obligación. Fluke me mataría si no le hubiese contado que vendría a ####.

—Mon, ya puedes pasar, cariño. —dijo la madre de First, apareciendo. Chimon suspiró y asintió. Se levantó de su asiento y continuó hasta la habitación donde se encontraba la mujer que lo había criado.

Era un corto pasillo, y el hospital era realmente tétrico. No era uno de los mejores de #### y eso lo sabía, se lamentaba de no poder darle más a su abuela. Abrió la blanca puerta, confirmando lo tétrico que se veía todo ahí dentro: el cuarto estaba pintado de color blanco, un blanco enfermizo. Apenas había una mesita de madera algo vieja para colocar alguna que otra cosa y un sillón para los que pasaban sus noches ahí, haciendo compañía.

Su abuela estaba quieta, sentada en una delgada camilla con una sábana color azul claro. Con toda su fuerza evitó llorar, pues no necesitaba eso en esos momentos. Respiró hondo y continuó su camino, cuando finalmente llegó a la camilla, le sonrió a la mujer con dulzura. La mujer sonrió abiertamente al verlo y Chimon prácticamente corrió a sus brazos.

—Hola, mi estrellita, ¿qué haces aquí? —le dio la bienvenida mientras acariciaba el cabello del menor.

—Vine a verte. —contestó alejándose de los brazos de la mujer.

—Ah, seguro tus hermanas las chismosas corrieron a llamarte. —dijo ligeramente molesta. Chimon rio con lágrimas en los ojos.

No importaba cómo se estuviese sintiendo su abuela, siempre le iba dar lo mejor de sí a su nieto. Chimon la amaba como nadie y se sentía triste de no poderle dar una buena cara ella también. Se limpió las lágrimas y continuó.

—Claro que me lo contaron —confirmó—, ¿acaso no te gusta que esté aquí a tu lado?

—¿Cómo te atreves a preguntar eso, Chimon Wachirawit? ¡Por supuesto que me encanta tenerte conmigo! ¿No ha quedado eso claro? -preguntó. Chimon asintió.

Almas gemelas~NaMon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora