C A P Í T U L O 19+

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Ohm era el tipo de persona que jamás buscaba problemas, sin embargo, su personalidad hacía que se los encuentra en automático. Conocido por su enorme cantidad de coqueteos, su forma burbujeante y protector de ser, lo convertía en un foco para los problemas.

Toey Sittiwat era exactamente lo contrario: dos amigos eran demasiado decir, un ratón de biblioteca que jamás buscaría un problema y que, si llegaba a él, el simplemente los dejaría pasar. Además, ¿Quién cree que un chico con perfecta asistencia, calificaciones y carta de disciplina comienza un problema?

La mayoría de los problemas que Ohm Pawat se consigue eran mayormente por ser una buena persona (o por estar coqueteando con las profesoras y profesores). Su primer problema en la Universidad de Música no sería la excepción.

Era una costumbre para el caminar junto a First en los pasillos de la universidad sólo para planear lo que le tenían al Chimon durante el siguiente fin de semana. Usualmente duraban una media hora en recorrer los pasillos mientras hablaban, después de eso, First continuaba su camino para encontrarse con Fluke, dejándole a Ohm un poco de tiempo para vagar por los mismos. Ya habían acordado algo para ese fin de semana: First y Fluke viajarían a una isla mientras que Ohm y Chimon se irían de club en club en Bangkok. Ohm repasaba el mapa y los lugares que visitaría con Chimon mientras que caminaba por los amplios pasillos.

Eventualmente se encontró en donde los pasillos principales colisionaban. Se detuvo un segundo para buscar una salida, sin embargo, algo más captó su atención: unas voces amenazantes que pensaba había dejado atrás. Sus puños se cerraron al instante, su mente se encargó de seguir el camino de las voces.

—Esta vez no puedes escapar, Toey. ¿Crees que te tenemos miedo porque tu madre es la directora? Ni un poco, cariño. ¿Quién le tendría miedo a una rata como tú?

Con cada palabra, Ohm se encendía aún más. Siguiendo las que bajas voces, corría por los solitarios pasillos. Listo para encontrarse con quien tuera y pelear si era necesario.

Gracias a que estaba cada vez más cerca, la voz de la víctima era más audible que antes.

—Sing, basta. —pedia— ¡Sing, basta! —comenzó a gritar. Una voz tan suave que Ohm ni siquiera estaba seguro de que eso hubiese sido un grito. Su pulso se aceleró al oír los gritos del otro chico. Sus pasos se aceleraban y finalmente dio con el objetivo.

La ventanilla de la puerta de madera estaba siendo tapada por una pequeña cortina, dejando una pequeña línea que permitía ver hacia dentro. Ohm no dudó en mirar. Lo que vio la hizo sentirse asqueado y más molesto, dándole la fuerza suficiente para entrar.

—¡Te está diciendo que lo dejes! —gritó, empujando a un chico de cabello negro.

El pelinegro se levantó del piso inmediatamente, enfadado por lo que Ohm había hecho.

–¿Quién carajos eres tú? –preguntó, apretando los dientes.

—Pawat Chittsawangdee, para servirte a ti y a los que quieras.

–Bien, Pawat Chittsawangdee, tú no tienes nada qué ver en esto, así que te recomiendo que salgas por donde entraste antes de que te de lo que viniste a buscar.

Ohm soltó una risa sarcástica.

–Bien. Me iré con el chico. –sonrió, tomando la mano del joven que estaba sentado.

–Sittiwat Imerbpathom no es asunto tuyo.

—Ahora lo es. Te vas a alejar y nos vas a dejar salir en paz, vas a volver a tu habitación y haremos como si no hubiese pasado nada. —dijo firmemente Ohm, ayudando a levantarse al otro chico. El pelinegro lo miro con desprecio, apretó un puño y se lo lanzó, rasgando la mejilla del otro chico por accidente.

Ohm, molesto, soltó al chico y se lanzó sobre Sing.

—No me hagas enojar más o me encargaré de arrastrarte hasta la salida del campus si es necesario. Mantente alejado de él. —dijo, ignorando la gota de sangre que escurría por su mejilla.

El pelinegro, confundido, se mantuvo en su sitio.

– Sittiwat Imerbpathom, no te salvarás tan fácilmente. –llamó al otro chico. Ohm volteó molesto.

-Tú te vuelves a acercar a él y yo te parto la cara, advertido estás —hablo Ohm, tomando a Toey por la cintura.

Caminaron sin parar hasta llegar a la salida del edificio, tratando de perder al pelinegro con la cual Ohm había firmado una sentencia. Al salir del edificio, Ohm habló.

–¿En qué dormitorio estás? Te llevaré hasta ahí, no pienso dejarte caminar solo. –dijo. Toey levantó su cara por primera vez, permitiéndole a Ohm ver su rostro después de todo el rato. Ohm se sorprendió.

–En los dormitorios para hijos de trabajadores. –contestó tímidamente. El pelinegro asintió, caminando a su lado.

Cuando finalmente llegaron al dormitorio de Sittiwat, Ohm soltó su brazo, para asegurarse que nadie más viniera a hacerle daño al chico, como si de un guardaespaldas se tratara. Al abrir la puerta, Sittiwat dejó a la vista un enorme dormitorio, con muy pocos detalles y un montón de libros y sketches por todos lados. Sittiwat volteó a verle, sonriéndole levemente.

–No tienes que quedarte. –habló, un poco nervioso.

—Tengo que ayudarte a sanar eso. —respondió Ohm, señalando la larga línea que el pelinegro había hecho con su anillo. Sittiwat asintió, escéptico.

Ohm abrió camino hasta el baño del chico, donde tomo un botiquín básico para poder limpiar la herida. Sittiwat estaba sentado al borde de su cama cuando volvió.
Levemente, tomo los redondos lentes de Toey y los puso a un lado para limpiar la herida. Cuando finalizó, le sonrió, pasándole de nuevo los lentes.

—Te molestan mucho? —preguntó en voz baja. Toey se encogió de hombros.

—En la biblioteca no me pueden hacerme daño.

—No estarás para siempre en la biblioteca, cariño. —le respondió, haciéndolo sonrojar.

–Gracias por ayudarme. –dijo Toey con tranquilidad. Ohm inclinó un poco la cabeza y asintió.

—No tienes nada qué agradecer. —respondió, levantándose de la cama. Toey lo observo— No es la manera en la que quería saber tu nombre, pero me alegra saber y saber dónde encontrarte, Sittiwat.

—Toey —respondió. Ohm lo miró confundido— Puedes llamarme Toey... Es decir, solo si quieres

Ohm sonó de nuevo, de manera cálida. Era probablemente la centésima vez que sonreía para el chico, pero el estar ahí con él le transmite paz, ternura y felicidad.

—Puedes llamarme Ohm —dijo sonriente. Comenzó a alejarse y continuó hablando— Vendré por ti cada mañana para que no tengas que caminar solo. Pero Toey tomó su mano y lo detuvo.

—No te vayas. Quédate un poco más conmigo

Almas gemelas~NaMon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora