C A P Í T U L O 15

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Fluke lo sacaba de quicio. Fluke también lo sacaba de apuros. Fluke lo ayudaba, aunque fuera el más idiota al comportarse y él lo sabía. Tardó en darse cuenta de lo que había hecho. Habló con Fluke durante un montón de tiempo para ponerse de acuerdo y al corriente con los temas de las últimas dos semanas, quedaba aún una semana antes de los primeros exámenes y gracias a Fluke se dio cuenta de que seguía en equipo con Chimon, teniendo que mostrar un avance de su proyecto a cambio del derecho de tomar ese dichoso examen.

Claro, eso si First no movía sus deditos para cambiar eso a favor de Chimon. Las palabras de Fluke resonaban en la cabeza de Nanon. Aún no estaba cien por ciento segura de lo que iba a hacer. Aún había miedo de acercarse a Chimon, pero su amor era más grande que su miedo. Había un pequeño problema, y era como Fluke le había advertido:

''Chimon ya no te pertenece; ya no puedes enojarte con él. Para el, no tienes derecho a celarlo, a prohibirle algo, ya no tienes poder sobre el.''

Estaba claro que le rompió el corazón con aquellas palabras, pero era probable que el mismo hubiera roto el de Chimon un millón de veces más y más fuerte. Se había enterado entre los pasillos que Chimon era tutor de otro chico en clase de Solfeo. Decidió salir después de la penúltima clase, de esa manera podría ver por algunos segundos al menor.

Chimon estaba radiante, hablaba con el chico de la que era tutora desde hace ya algunos días. Nanon disfrutaba mucho verlo, aunque no lo aceptase. Disfrutaba ver su preciosa sonrisa que hacía que su nariz se arrugara. Justamente ese lunes, Chimon le devolvió la mirada, haciendo que Nanon se sonrojase, se miraron por al menos diez segundos, en los que Nanon pudo ver el dolor que Chimon aún tenía. Cuando los diez segundos terminaron, el menor dirigió su vista al suelo y se fue. Se desanimó un poco, pero sabía de antemano que eso iba a suceder y que no sería la primera vez.

En la clase de Instrumento también estaba solo, pues Frank igualmente había aplicado la ley del hielo. No valía la pena intentar acercarse, pues este siempre encontraba la forma de alejarse. Tomó asiento en su lugar habitual, diez minutos antes de que la clase diera inicio. Se perdió visualizando su agenda, hasta que alguien la sacó de sus pensamientos.

–¿Muchas cosas por entregar? –preguntó el pelinegro mayor, sonriéndole levemente. Nanon lo miró de reojo.

–Un montón –dijo, cerrando el pequeño cuaderno–. ¿Ya terminó mi castigo? –preguntó, refiriéndose a que tanto el pelinegro como Fluke habían decidido hablarle de nuevo. Frank rio– ¡Descarado!

–Te mereces mucho más que dos semanas.

–Estoy muriendo por saber cómo se pusieron de acuerdo las tres. Drake ni siquiera me mira.

–Drake no ve a nadie que no sea yo. –respondió al instante al más alto.

–No seas celoso, no te lo quiero robar. –afirmó entre risas el menor, recibiendo un golpe en el hombro del otro.

–Que no se te pase por la cabeza traicionarme de esa forma, Korapat Kirdpan. –amenazó el menor, mirándolo con los ojos entrecerrados.

–Ya tengo alguien de quién preocuparme, Frank, no necesito a tu acosador también. –dijo entre risas.

–¿Te conseguiste a alguien o estás hablando de Chimon?

–No me puedo conseguir a alguien, Frank, pensé que eso había quedado claro. Mi destino siempre será Chimon, lo quiera o no. No puedo amar a alguien que no sea él.

–¿Estás diciendo que lo amas? –preguntó Frank, con una sonrisa pícara. Nanon suspiró y asintió.

–Es mi alma gemela, no puedo dejar de amarlo. Jamás lo haré.

Almas gemelas~NaMon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora