C A P Í T U L O 14+

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Los lunes, miércoles y viernes era una costumbre para Toey bajar hacia la pista para trotar que había en el campus, pues había un montón de naturaleza por ahí y a él le encantaba la naturaleza. La mayoría de las veces era incómodo el camino, pues para llegar al lugar tenía que pasar por decenas de personas que lo veían extraño porque parecía siempre estar ahí para absolutamente nada, pues nunca hacía ejercicio.

Pero Toey no buscaba precisamente hacer ejercicio. El chico prefería ir a buscar frutos que habían caído de los árboles, regar las plantas que se encontraban secas, ayudar algunas otras a enderezarse, de vez en cuando encontraba pajaritos tirados y los llevaba a su habitación para cuidar de ellos. También se encargaba de alimentar a las ardillas que se encontraban por ahí.

Cuando no estaba ahí ayudando, solía estar en la biblioteca. Todos la llamaban raro, o al menos eso escuchaba algunas veces. No tenía amigos, de vez en cuando hablaba con un chico que también pasaba sus días en la biblioteca: Nanon Korapat.

(...)

Era miércoles cuando se lo encontró por primera vez. Estaba en una sola clase con él y algunas veces podía escucharlo tocar el violín entre la naturaleza. Le daba vergüenza acercarse a él pues, aunque el pelinegro siempre mostraba un lado que nadie conocía, Toey sabía que el chico era una persona muy extrovertida con el resto de sus compañeros.

Sabía que el pelinegro dormía en el edificio general uno, en el segundo piso. En el momento en el que se enteró, se lamentó, era obvio que el chico jamás se acercaría a él, era un raro, como todos lo decían, y el pelinegro era amigo de todos. Jamás iba a ser posible algo entre ellos dos.

O al menos eso creía.

Uno de esos lunes, en los que pensaba que sería un día normal cualquiera, se encontró al pelinegro trotando cerca. Se escondió detrás de los árboles para ver al chico, con unos ajustados leggins de deporte negros, una sudadera en color gris y unos tenis rojos. Cerró sus ojos por algunos minutos, guardando la imagen del chico antes de que se fuera. Al abrirlos, el chico se había ido.

Con el tiempo, el pelinegro aparecía más seguido, y Toey disfrutaba verlo, aunque fuese de lejos. No se atrevía a hablarle y parecía que el chico jamás se daba cuenta. La escena que había guardado en su mente se repetía cada lunes, miércoles y viernes. El chico aparecía frente a aquel árbol en el que Toey se escondía, se limpiaba el rostro y seguía con su camino.

Uno de esos días, el chico desapareció sólo para aparecer detrás de Toey.

—¿Por qué nunca me hablas? —preguntó el chico, sobresaltando a Toey.

¿Realmente le estaba hablando? ¿A él, al raro de la Universidad? Su corazón empezó a latir más fuerte, al verla frente a él, mirándolo a los ojos, por primera vez su inseguridad cayó.

—No lo sé —contestó, sin desenlazar sus miradas—. ¿Cuál es tu nombre?

—Ohm Pawat, ya deberías saberlo. —contestó el pelinegro, haciendo una pose.

Esperó un momento.

—¿No me vas a preguntar mi nombre? —preguntó Toey, acercándose a Ohm. Ohm abrió la boca, sorprendido.

—Claro, cariño —''cariño''. Su sangre comenzó a burbujear ante el mote—: ¿Cuál es tu nombre, precioso? —preguntó, acercándose aún más.

Toey sonrió, satisfecho. Se acercó todavía más al pelinegro, sintiendo el aura del chico apoderarse de su cuerpo. Se acomodó el cabello y habló con seguridad:

—Sittiwat Imerbpathom —contestó— pero preferiría que me llames Toey.

—Muy bien, Toey —repitió de forma seductora—, me gustaría hablar contigo más seguido, cariño. Te veo más tarde en clases —comentó, girándose para irse—, también espero que hayas disfrutado escucharme tocar el violín y que te agrade verme el abdomen. —finalizó, volteando a verla sobre su hombro para guiñarle un ojo, provocando que las mejillas de Toey se tornaran de un color rosado.

Toey iría aún más feliz a visitar aquel lugar a partir de ahora.

Almas gemelas~NaMon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora