C A P Í T U L O 17

217 26 4
                                    

Nanon se asustó en el momento en el que la luz se fue del edificio, pues tan pronto las luces se apagaron, resonó un trueno por todo el lugar, haciendo que las paredes vibrasen y unos libros cayeran. Tomó su mochila con fuerza y la apretó. Miró a la persona de enfrente, Chimon se encontraba igualmente abrazado a su mochila. No sabía cómo entablar conversación con él, y, de todas maneras, no la quería molestar.

Estuvieron así por al menos quince minutos, cuando los truenos comenzaron a sentirse más fuertes y asustar a ambos. El librero detrás de Chimon comenzaba a tambalearse y fue cuando Nanon decidió acercarse.

—Es peligroso que estemos aquí, vayamos al sitio con los sillones —dijo, acercándose a él. Chimon lo miró y Nanon pudo sentir el temor en sus ojos junto a un toque de tristeza. Nanon suspiro y le habló con dulzura—. Sé que perdi el derecho a acercarme a ti en el momento en el que crucé esa puerta, sólo quiero asegurarme de que estás bien. Sígueme, confía en mi.—le pidió. Chimon asintió y lo siguió sin decir nada.

En el camino, podía escuchar cómo algunos libros caían por los estruendos. Nanon mantenía firme su paso, todo lo que quería era mantener a Chimon seguro, aunque Chimon no le contestara absolutamente nada. Finalmente llegaron a una esquina del edificio, donde se encontraban algunos sillones y pequeños libreros. Nanon se encargó de ponerlos en el suelo, de manera que no fueran un peligro para ambos.

Chimon tomó su espacio y se acomodó en una esquina, la calefacción ya no estaba haciendo su efecto y la noche era realmente fría, Nanon tomaba algunos libros de entre los muebles cuando vio a los dientes de Chimon vibrar. El destino era bueno y casualmente, esa noche iba a quedarse a dormir con Frank y Drake, de manera que en su mochila traía algunas cobijas y un pijama. De su mochila, sacó una cobija y se acercó a la pelinegro para cubrirlo.

Chimon lo observó, su cuerpo reaccionó, haciendo que automáticamente se alejase del otro. Ante el suceso, el corazón de Nanon se achicharró, pero debía ser fuerte por el chico que estaba a su lado, Habló con dulzura, tratando de aliviar a un menor:

–No te haré daño, sólo te quiero proteger... –explicó– yo sé que te hice daño, y lo quiero arreglar. Sólo necesito que confíes en mí y que no hagas lo mismo que yo hice. Me bloqueé. Pensé que todo estaría mejor sin ti. Pero no, no es así. Eres mi alma gemela y mi deber es protegerte, lo hice mal, pero a partir de ahora, lo haré bien. –dijo, sonriendo.

—¿Cómo puedo creerte? Todo lo que has hecho es ser una persona egoísta... —respondió Chimon sin verte a los ojos.

–Lo sé –contestó el mayor, cabizbaja–. Sé que sólo pensé en no hacerme sufrir, en ahorrarme el dolor, pero logré todo lo contrario. No puedo negar que te amo y aunque lo quisiera, eso jamás va a cambiar –explicó–, tú me perteneces y yo a ti. Me llené de miedo. Miedo a una pequeña posibilidad, algo que quizás ni siquiera existe. Dejé que el miedo se apoderara de mí, pues la Nanon pequeño sólo podía pensar en encontrarte –dijo, entre risas–, la Nanon pequeño adoraba sus larguísimas cicatrices pues cada una significaba que su alma gemela vivía y que estaba hecha para él, que tenía asegurado el amor verdadero.

–¿A qué le tienes miedo? –preguntó Chimon en un susurro.

Nanon respiró hondo.

–A perderte. A que me pase algo y tú lo sientas –contestó, sus ojos se llenaron de lágrimas al instante, Chimon lo miró confundido–. Sé que no lo entiendes, pero verás: yo tengo un historial muy largo de almas gemelas fallidas. Mis tíos, mi abuela, mi hermana... todos ellos tuvieron almas gemelas fallidas. No quiero que sientas lo que es perderme, no quiero que sientas mi muerte y mucho menos quiero sentir la tuya –explicó–. Sé que suena muy estúpido, porque realmente, nunca me di cuenta de que jamás podría protegerte de eso y que la única manera de protegerte era dándote lo que siempre he querido, pero jamás me he permitido: amor.

Almas gemelas~NaMon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora