C A P Í T U L O 14

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¿Cuántos golpes más iba a recibir esa semana? Juraría que ya había recibido todos, que ya había perdido todo. Si bien lo de su abuela iba a llegar tarde temprano y de alguna manera, estaba mentalmente preparado, en ningún momento se preparó para el golpe que Nanon se encargaría de darle. Su abuela le había dicho que no se diera por vencido, que todo valdría la pena, pero ¿realmente lo hacían? Seguramente Nanon sería uno en un millón y sí, el más que nadie sabía que su felicidad estaba al lado de ese chico.

El problema era que ese chico no pensaba igual. Su mente hablaba: le decía que no valía la pena la lucha y que sólo saldría lastimado. Su corazón le decía que aguantara un poco más, que todo iba a estar bien y que todo tenía su razón de ser y de suceder. Pero era demasiado para él. No lo iba a soportar.

Quizás él también tenía que alejarse de Nanon.

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Las primeras dos semanas pasaron más rápido de lo que Nanon esperaba. Muchas cosas habían cambiado para él, para mal en su mayoría. Su corazón estaba vacío, era como si lo hubiese perdido todo y siendo honesto: eso estaba pasando.

La última vez que vio a su mejor amigo fue aquel desastroso domingo, en el que su -ya no tan nuevo- compañero de habitación, Fluke y First habían aparecido en distintas ocasiones para dejarle en claro lo mierda que había sido con Chimon, aclarando también que esperaban que no faltara mucho para que todo eso se le regresara.

Apenas hablaba con Frank y Drake, desde aquel domingo se habían desaparecido de su vida, como también lo hizo Fluke. Cuando First le dijo que tenía prohibido mirar o acercarse a Chimon lo decía en serio, pues a partir del lunes siguiente tanto Ohm como el mismo First hicieron todo a su alcance para que Nanon estuviera fuera de la vida de Chimon. Aún seguían en las mismas clases, pero ¿cómo podía competir contra First? Era uno de los chicos más poderosos de la Universidad y si él quisiese, podía comprarlo como esclavo en un segundo. Exactamente con ese mismo poder, First logró que el mayor se sentase al lado contrario, justo delante del escritorio de los profesores por el resto de sus clases, alejándola de Chimon y era más que obvio que no podría voltear a verla jamás, pues si no estaba ahí First, estaba Ohm.

Algunas veces veía a Chimon por los edificios, riendo en los pasillos acompañado de los dos chicos ya mencionados. Se le veía vivo; feliz. Era feliz sin él. Y aunque eso le partía el alma; el saber que su Chimon era feliz sin él; también hacía que su corazón siguiera latiendo, le hacía estar feliz por Chimon y simplemente estar más seguro de que lo que había hecho estaba bien.

Ya no iba por las mañanas a visitar a Drake y Frank, ya no iba por las tardes a comer con Chimon o Fluke, ya no salía del campus para visitar lugares excéntricos relativamente cerca con Fluke. Vivía dentro de la biblioteca, componiendo, estudiando o dibujando. A veces se topaba con gente buena que le recomendaba libros o canciones, tal era el caso de Sittiwat Imerbpathom. No solía hablar con el mucho, pues siempre estaba metido en sus libros, pero siempre tenía una plática interesante. Todo lo que sabía de él era que prefería que lo llamasen Toey.

A veces, por las mañanas, iba a un lago artificial que estaba prácticamente escondido en el campus. Ahí podía pasar horas dibujando a la naturaleza o a las interesantes personas que se encontraban cerca. Solía llevar un termo con café y sentarse a observar a la gente que pasaba por ahí, protegiéndose detrás de unos arbustos, recargado en un árbol.

Ya no recibía flores por parte de Chimon. Chimon intentó seguir enviándolas por cuatro días más, intentando que Nanon volviera, pero eso claramente no iba a suceder. Sin embargo, el chico guardaba las últimas cuatro notas, junto al pato que había traído con él, el día que dejó la habitación. Las notas estaban ocultas, pues jamás dejaría que Ohm viese su lado vulnerable. Que fuera a avisarle a Chimon y él se ilusionara aún más. Era lo mejor para él.

Almas gemelas~NaMon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora