Lost Stars. Archie Andrews ☾

PARTE 18.

A la mañana siguiente Chris actuaba como siempre, siendo como un hermano pesado al que le encantaba hacerla rabiar, con sus ridículas bromas y sus sonrisas contagiosas. Se tardó en la ducha horas e hizo que tuviera que irse sin desayunar. Ella no quiso preguntarle por lo ocurrido la noche anterior, no quería presionarlo. Pero le preocupaba. Jamás imaginó que el alegre Chris tuviera estuviera pasando por algo como aquello, aunque no sabía los detalles, se imaginaba por dónde iba la cosa.

Las clases pasaron con normalidad, casi se había puesto al día y ya le costaba menos seguir lo que iban explicando los profesores. Como siempre, comió con sus amigos. Intentó encontrar a Chris e invitarlo, pero no lo vio por ningún sitio.

Por la tarde, se pasó por la tienda, pero tampoco lo vio. Su padre le dijo que le había pedido el día libre.

Esa noche era la actuación de Archie, así que no se pasaría por su casa hasta después. Solo esperaba encontrarlo ahí. Una parte de ella no quería que volviera a su casa, por muy pesado que fuera. No si iba a estar mal.

—Hey —saludó a Archie, que se preparaba para el concurso.

Se había metido entre bastidores, esperando encontrarse con el pelirrojo y desearle suerte.

—Hey, ¿qué haces aquí? —dijo Archie sorprendido.

Mackenzie se encogió de hombros.

—Venía a darles ánimos a ti y a Valerie —explicó, buscando a la ex Pussycat con la mirada —. ¿Dónde está?

—Con su grupo —se encogió de hombros.

Mackenzie lo miró sin comprender.

—Pero creí que iba...

—La convencí de que volviera con ellas, es lo mejor —explicó—. Ama estar ahí, no era justo para ella.

—¿Entonces cantarás con Ronie? —se aventuró la morena.

Archie negó.

—Acabo de hablar con ella. Se enfadó mucho, porque mi padre... Bueno, creo que él y su madre tienen algo —explicó algo avergonzado—. Pero hemos hecho las pases, yo tampoco hice bien pidiéndole a Valerie que cantara conmigo cuando ya había dicho que cantaría con ella.

—Entonces, ¿cantarás solo?

Archie asintió, haciendo una mueca que pretendía ser una sonrisa.

—Tenías razón, me da miedo enfrentarme al público porque básicamente estoy exponiendo mis sentimientos. Pero precisamente por eso tengo que superarlo.

Mackenzie le sonrió.

Justo entonces la actuación que estaba en marcha terminó. Era su turno y su intento de expresión de confianza se desmoronó. Estaba pálido.

—¿Seguro que estás bien? —preguntó, preocupada.

—La perspectiva de una humillación total frente a la ciudad entera es aterradora —explicó.

—Lo harás genial —lo animó y le dio una sonrisa brillante—. Confió en ti, Archie Andrews, no te atrevas a defraudarme.

—Eso no me quita presión.

Mackenzie suspiró y sin pensarlo demasiado le tomó las manos.

—Mírame —le ordenó con seriedad al muchacho, que la miraba desconcertado—. Todo va a salir bien, solo respira y concéntrate. Es como cuando nos cantas en la hora de la comida, nada más. No te concentres en los idiotas del equipo, mira a tu padre, a tus amigos, a cualquiera con quien te sientas seguro. Concéntrate en esa persona y cántale, como si no hubiera nadie más.