PARTE 6.

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Mackenzie llegó tarde al instituto esa mañana. Había vuelto a casa pronto la noche anterior pero su padre no había vuelto hasta pasadas las doce. Había escuchado la puerta abrirse. Cuando se levantó en la mañana él ya se había marchado.

No había dejado de darle vueltas a lo ocurrido con Jughead y Archie la noche anterior. El de pelo azabache tenía razón. No estaban actuando bien y la culpa la estaba matando. Por otro lado, Archie estaba siendo manipulado por Grundy, por mucho que el pelirrojo se negara a admitirlo. Ella no podía hacer nada contra eso.

Al terminar las dos primeras clases les dieron la hora libre, pues el profesor de matemáticas no estaba. Mackenzie se dirigió entonces a la sala de estudiantes, donde esperaba poder encontrar un enchufe donde poner a cargar la batería de su cámara antes de que esta muriera.

Se sentó en un sillón junto a la ventana y saludó a Betty y a Kevin con un gesto de cabeza. Mientras esperaba a que cargara lo suficiente para aguantar lo que quedaba de día sacó un libro y se dedicó a leer. O al menos lo intentó. El estúpido de Reggie, a dos metros de ella, no dejaba de hablar con los grandotes de sus amigos del equipo de futbol.

—Y el sheriff Keller me está interrogando a mí porque supuestamente quería a Blossom muerto, cuando era el único buen quarterback que teníamos —se quejó—. Y hablando de ofensivas, debería haber mandado a los policías a por ti, Moose. Porque aquí hay otro misterio sin resolver. Exactamente, ¿qué estaban haciendo tú y Kevin en el río, eh?¿O estar con el hijo del sheriff te da pase libre? —inquirió y miró a Kevin, que estaba en el sillón de enfrente—. ¿ Keller?

Mackenzie bufó desde su sitio. ¿Se podía ser acaso más idiota?

—Quiero decir, pensemos en ello —continuó sin cansarse de incordiar—. Si un chico de Riverdale mató a Jason, no puede ser un deportista, ¿no? Ahora, seamos honestos. ¿No es siempre algún espeluznante, flacucho y patético troll de Internet demasiado ocupado escribiendo sus manifiestos como para echar un polvo? ¿Algún engreído, temperamental, tan friki de los asesinos en serie, como Jughead? —apuntó al del gorro, que junto a la maquina expendedora, esperaba a que llegara la hora del almuerzo. Archie estaba intentando sacar algo de la máquina pero ignoraba al pelinegro. Aún no se hablaban—. ¿Cómo fue, Escuadrón Suicida? Cuando disparaste a Jason, digo. No le hiciste cosas al cuerpo, ¿verdad? ¿Después?

—Se llama necrofilia, Reggie —respondió con cinismo—, ¿puedes deletrearlo?

—Ven aquí, pequeño...

En ese momento, Reggie, enfadado, se adelantó para golpearlo. Mackenzie no lo dudó ni un instante. Se puso en pie a toda velocidad y se puso entre ambos antes de que la cosa llegara a más.

—Oye, cierra el pico, Reggie. —Le dio un empujón.

—Oh, y aquí está la pequeña bestia, Mackenzie Barnes —se burló—. El otro bicho raro que vuelve convertida en la protagonista de The Babysitter*.

Mackenzie le dedicó una mueca de desagrado.

—Púdrete.

—Dime, ¿lo ayudaste? —dijo aún con esa sonrisa petulante—. ¿Fue parte de algún ritual satánico?

—Reggie, déjala en paz —intervino Archie sin poder contenerse más.

—Otro más —se burló—. ¿Es que hicieron un trío?

—Serían cuatro con el cadáver, idiota —dijo Mackenzie rodando los ojos y sin poder creerse que se pudiera ser tan patético—. ¿Es que tampoco sabes contar?

—¿Eres igual de fiera en la cama?—le agarró el brazo con fuerza. Estaba claro que había conseguido ofender su ego de troglodita. Intentó soltarse de su agarre pero el muchacho respondió ejerciendo más fuerza—. Porque me gustaría comprob...

Lost Stars. Archie Andrews ☾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora