PARTE 19.

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Había salido muy pronto de casa ese lunes por la mañana y, aunque les había prometido a sus amigos descansar, sentía como si no hubiese pegado ojo en semanas. Y no era que no hubiese intentado dormir. De verdad, se había prometido no exigirse tanto. Era solo que compartir casa con Chris era insoportable.

El muchacho dormía en el sofá, sí. Pero su habitación estaba justo al lado del salón y oía sus ronquidos de león a través de la puerta, por lo que descansar era imposible. 

Si a eso se le sumaba que se tiraba más de media hora en la ducha, lo que la obligaba a levantarse antes para entrar primero, hacía que sus ganas de ahogarlo con la almohada se incrementasen cada día.

Bufó mientras se ataba los cordones. Teniendo aquel inconveniente en casa, se había decidido a llegar pronto al instituto para usar el gimnasio vacío y entrenar un poco. Siempre le había gustado el boxeo y, aunque aún no podía usar el saco (sus nudillos aún se estaban recuperando de sus sesiones sin guantes), siempre podía hacer estiramientos, flexiones, algunos saltos... La mantenían activa y no podía permitirse quedarse dormida en clase. No después de todo el tiempo perdido.

No paró hasta casi una hora más tarde, cuando, sudando, se dirigió al vestuario de los chicos, donde había dejado sus cosas. Era mucho más grande que el de las chicas y tenía agua caliente. Se duchó rápidamente y se enfundó sus vaqueros y sus botas. Aún con el pelo mojado se hizo una coleta alta. Acababa de coger una camiseta e iba a terminar de vestirse cuando la puerta se abrió y se vio obligada a cubrirse rápidamente. Casi se le sale el corazón del susto, aún más al ver de quién se trataba.

—¡Dios!

—¿Mack? Y-yo... —Archie se dio la vuelta, completamente rojo—. L-lo siento.

La morena se apresuró a ponerse la camiseta.

—Está bien. Ya estoy —avisó.

Entonces el pelirrojo se volvió, aún avergonzado.

—¿Qué haces aquí? —preguntó casual, intentando ignorar lo incómodo del momento.

Mackenzie se encogió de hombros mientras terminaba de guardar sus cosas.

—Es más grande que el de chicas.

Archie la miró y frunció el ceño al ver que se enfundaba sus guantes.

—Me refiero a qué haces en el instituto tan temprano.

—Solo estaba entrenando un poco. No podía dormir con... —Mackenzie se interrumpió al ver la mirada seria y preocupada de Archie fija en sus manos enguantadas—. No es lo que estás pensando —negó y se quitó los guantes para enseñarle las manos—. Todavía están con moretones pero sanan y...

Mackenzie se detuvo en el momento en que el pelirrojo le tomó las manos y acarició los nudillos con delicadeza, más tranquilo al comprobar que estaba bien.

—¿V-ves? —dijo, nerviosa por la cercanía de Archie—. T-todo en orden.

El muchacho asintió, más tranquilo y la miró.

—Pensé que...

Mackenzie torció los labios.

—Bueno, te lo prometí, ¿no? —reconoció, sin apartar la mirada.

Con los ojos de Archie clavados en los suyos, el pulso le iba a mil. Podía sentir el aliento cálido del pelirrojo rozarle el cuello y el corazón iba a salírsele.

Cegada por el momento, llevó las manos al cabello del muchacho para acercarlo más a ella, al tiempo que este le colocaba las manos en las caderas con el mismo objetivo. Sus alientos se mezclaron mientras escuchaban los latidos acelerados el uno del otro. Y cuando quiso darse cuenta se estaban besando.

Lost Stars. Archie Andrews ☾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora