Mackenzie ayudó a Chris a recoger todo el lio montado en el salón para su habitación improvisada. Había cojines y mantas por todos lados, además de libros de cálculo y otras asignaturas y ropa sucia aquí y allá. La muchacha estaba muy callada, dándole vueltas a todo el asunto. Le preocupaba el muchacho y lo que pudiera pasarle si volvía a casa.
—Mackenzie, se que te duele en el alma perder a tu hermano adoptado, pero como sigas poniendo esa cara voy a pensar que te gusto—comentó distraídamente el muchacho mientras doblaba sus cosas.
La muchacha hizo una mueca de asco
—Ya quisieras. Estaba pensando en que al fin podré dormir sin tus ronquidos que traspasan las paredes —explicó—. Y nadie se acabará mis cereales favoritos, llegaré pronto a casa... —la muchacha suspiró—. Oye, en serio. Si te hace algo, por más mínimo que sea, promete que volverás, ¿okay?
El muchacho la miró, sorprendido, pero finalmente asintió.
—En el fondo te caigo bien —dijo con una sonrisa agradecida.
Mackenzie estuvo a punto de volver a protestar, pero se vio interrumpida por el sonido de la puerta al abrirse.
—¿Mack, me ayudas a sacar al compra de la camioneta? —gritó su padre desde afuera.
La muchacha enarcó una ceja, pero aún así se puso de pie y corrió a ayudar. Había varias bolsas repletas de comida que guardar.
—¿Y todo esto? —preguntó alcanzando a su padre en la cocina y dejando las bolsas.
—Voy a cocinar —explicó—. Quería hacer una cena de despedida para Chris.
—A veces pienso que te cae mejor que yo —arrugó la nariz en una mueca de desagrado.
—No digas eso —rió—. Es... Sé lo que es por lo que está pasando, ¿sabes? No quiero que se sienta solo.
Mackenzie asintió. Justo entonces, Chris apareció en el marco de la puerta.
—Voy a llevar esto a tu cuarto —señaló las mantas que llevaba en su brazos.
La morena asintió de nuevo. Sin embargo, fue tarde cuando se dio cuenta de lo que aquello significaba. El armario.
—Ahora vengo —dijo a su padre y corrió a su cuarto.
Pero era tarde. Chris estaba en el suelo, recogiendo bloques de hojas de papel y carpetas desparramadas y medio arrugadas, además de fajos de billetes.
—Wow, ¿atracaste un banco y lo estás mandando a cuentas en Las Islas Caimán? —dijo, con un par de documentos en la mano—. ¿Traficas con órganos o algo?
—Nada de esto es asunto tuyo —se lo arrebató, con la respiración acelerada. Entonces cayó en la cuenta—. ¿Islas Caimán?
—Son cuentas de un banco de las Islas Caimán. Es un paraíso fiscal. Se me dan bien los números —se encogió de hombros—. Y tampoco hay muchos sitios donde llevar el dinero ilegal... Bueno, sí unos cuantos.
Mackenzie observó los papeles. No entendía nada, pero al parecer Chris si.
—¿De dónde has sacado...?
Mackenzie le hizo un gesto para que se callara y se volvió, comprobando que su padre siguiera en la cocina distraído y cerró la puerta. Chris la miró con confusión.
—Mackenzie, ¿de quién es esto? ¿Estás chantajeando a alguien?
—¿Q-qué? ¡No! —soltó y se sentó frente a él—. Escucha, voy a contártelo pero no puedes decírselo a nadie, aun menos a mi padre.
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Lost Stars. Archie Andrews ☾
Fanfiction"Todos somos estrellas perdidas tratando de brillar en la oscuridad" Riverdale. Esa pequeña ciudad aparentemente inocente y segura, donde todos se conocían y todo parecía perfecto. Esa ciudad llena de secretos, llena de sombras, mentiras y farsas bi...