Mackenzie golpeaba frenéticamente el saco de boxeo mientras un sin fin de imágenes no dejaban de aparecer en su cabeza. Una explosión, fuego, el olor a sangre y las cenizas sobre su cabello. Apretó la mandíbula y golpeó con más fuerza. Le ardían los nudillos y era consciente de que habían empezado a sangrarle de nuevo pero no se detuvo, nunca se detenía.
Recordó las palabras que su padre siempre le decía cuando era pequeña.
—El amor funciona así, cariño. No pasa nada si no puedes verlo, siempre está ahí para ti.
Soltó un gruñido de frustración, reprimiendo un grito de dolor, y golpeó con todas sus fuerzas el saco.
Solo se detuvo cuando dejó de sentir. Tenía los puños entumecidos y la sangre manchaba sus manos. Se dejó caer en la colchoneta del gimnasio. Aún era temprano, no había nadie en el edificio.
Respiró pesadamente, recuperando el aliento. Tenía un examen en menos de media hora y no había preparado nada. Se había pasado la noche revisando viejas fotografías y evitando a su padre. Y si no tenía ya suficiente con todo lo referente a su desestructurado entorno familiar, ahora también tenía que lidiar con los dramas adolescentes que vienen incluidos inevitablemente en el horrible paquete de los amigos. Llevaba evitando a la gente años y ahora socializar la estaba superando. Betty sabía lo de Archie, o al menos lo sospechaba, y ella y Jughead no podían hacer más que intentar que la rubia olvidara el tema y se convenciera de que aquello era imposible. Pero claro, era Betty y la tozudez le venía de serie con el apellido.
Esto claro, sin olvidar a Jughead, que se había empecinado en salvar el autocine, causa que por supuesto apoyaba pero para la que no estaba de humor. Sí, amaba el autocine, pero ahora mismo aquel era el menor de sus problemas.
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—Que el autocine cierre es solo otro clavo más en el ataúd que es Riverdale... No, olviden Riverdale. En el ataúd del sueño americano. Como al padrino del cine independiente, Quentin Tarantino, le gusta decir...
—Por favor, Dios, no más referencias a Quentin Tarantino —pidió Kevin harto ya del tema que Jughead había estado discutiendo por más de media hora.
—¿Qué? Estoy molesto —se quejó Jughead—. Y no es solo por la pérdida de mi trabajo. El autocine Crepúsculo debería significar algo para nosotros. La gente debería estar tratando de salvarlo.
—En esta era de Netflix y del vídeo bajo demanda, ¿de verdad la gente quiere ver una película en un coche? —argumentó Veronica—. ¿Quiero decir, ¿quién va aún allí?
—La gente que quiere comprar crack —aseguró Kevin.
—Y cinéfilos y entusiastas de los autos —dijo indignado Jughead—. ¿Un poco de apoyo, Mackenzie?
Mackenzie, que había pasado la última media hora revolviendo los restos de su batido con una pajita asintió, aunque no se había enterado de nada.
—Lo que él ha dicho.
Jughead rodó los ojos.
—De todos modos, va a cerrar porque, aunque la ciudad es la propietaria, no ha invertido en él. Así que, cuando un comprador anónimo le hizo una oferta a la alcaldesa McCoy, esta no la pudo rechazar...
—¿Un comprador anónimo? —dijo Veronica como si fuera algo ridículo—. ¿Qué tiene que esconder? A nadie le importa.
—¡A mí sí! —protestó Jughead—. Además, todos deberían venir a la noche de clausura. Estoy pensando en... American Graffiti... ¿O es eso demasiado evidente?
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Lost Stars. Archie Andrews ☾
Fiksi Penggemar"Todos somos estrellas perdidas tratando de brillar en la oscuridad" Riverdale. Esa pequeña ciudad aparentemente inocente y segura, donde todos se conocían y todo parecía perfecto. Esa ciudad llena de secretos, llena de sombras, mentiras y farsas bi...