Una Larga Historia

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Miércoles, 3 de marzo de 2021

Unos dicen que el ser humano está condenado a seguir un destino ya marcado, que todos nacemos con un propósito, piezas en un juego de ajedrez infinito, que alguien más mueve a su gusto. Otros nos señalan como los únicos capaces de decidir qué hacer con nuestra vida. ¿Qué postura es la correcta?, tal vez ninguna o quizá las dos.

«Una teoría plantea la idea de que existen los universos paralelos y que se crea uno cada vez que se toma una decisión, para cada posibilidad», comentó el lobo omega de Ethan.

«Eso significaría que en algún universo hubiera dejado que Selim me marcara y nada de esto estuviera pasando», infirió Ethan

«En otro hubiéramos abortado al bebé, en otro hubiéramos matado a Luck Werner», continuó el omega, «y en otro no hubieras aceptado ser un Orlov», esto último lo dijo con un claro tono de reproche mezclado con decepción.

«Pero si ni siquiera he aceptado aún», reclamó Ethan. Se encontraba sentado en la oficina de Elías esperando a que este regresase de una "reunión de negocios" de último minuto, que para Ethan resultó bastante sospechosa por la actitud que su tío había tenido antes de salir, lo había notado nervioso y con pocas ganas de revelarle el lugar al que iba. Lo único que había dicho es que volvería en tres horas y cuando lo hiciera podrían hablar.

Ya habían pasado las tres horas más una y aún no aparecía, la preocupación comenzaba a atormentar a Ethan por la conversación que había tenido con Mario en la mañana, tenía miedo de que los Aslan se hubiesen atrevido a atacar a Elías por Selim. Justo cuando la idea en su cabeza se hacía más poderosa, un gran alivio le hizo soltar un suspiro largo y llevar su mano al pecho para calmar su corazón, al ver entrar a su tío por la puerta de la oficina.

—Gracias a Dios —exclamó poniéndose de pie para abrazar a Elías—. Estaba comenzando a preocuparme.

—Discúlpame, mi niño, me demoré más de lo que imaginaba, pero ya estoy aquí. —Se fundieron en un abrazo de esos que solo dan las personas que más te quieren.

—Dime, si acepto ser un Orlov, ¿viviré con este miedo el resto de mi vida?

«No lo has aceptado, pero ya lo decidiste», alegó su omega con resignación. Ethan no lo pudo desmentir.

—Bueno, el miedo a la muerte es el precio que pagamos —admitió Elías—, no te voy a mentir, tenemos muchos enemigos en este país. Si no tuviera miedo, no estaría siempre rodeado de tantos guardias, pero en Rusia la situación es mucho más segura que aquí.

—No veo la hora para irnos entonces. —Elías deshizo el abrazo alejando a Ethan un poco para verlo a la cara.

—¿Eso quiere decir lo que creo? —preguntó esperanzado, pero Ethan negó.

—Quiere decir que mis planes de mudarme a mi país materno no han cambiado. Sobre lo demás... —se mostró dudoso.

—Hijo, estos días lejos de ti, sin poder estar a tu lado y apoyarte, fueron un infierno. —Ambos tomaron asiento en el sofá para hablar con más calma—. Lo único que quiero es estar a tu lado, no pido nada más, solo a mi hijo —dijo con tal ternura que a Ethan se le formaron pequeñas lágrimas que nublaron un instante su vista—. No me importa nada más, si no quieres aceptar tu lugar en la organización, está bien, solo déjame quedarme a tu lado.

—Pero así perderías tu cargo, tendrías que renunciar a tu poder y pasárselo a otro.

—De todas formas, nunca lo quise, todo lo hice por mi hermana, desde el principio solo he estado cumpliendo su voluntad. —Ethan lo miró sin comprender, instándole a seguir explicando—. ¿Quieres que te cuente una larga historia? —preguntó con una sonrisa nostálgica, Ethan asintió—: Los Orlov, como ya sabrás, a diferencia de otras organizaciones de este tipo, no reclutamos miembros externos, nadie que no tenga nuestra sangre o nuestro apellido llega a cargos altos y se espera que los hijos que nacen de los Orlov sigan los pasos de sus padres, en especial los alfas. Una sucesión de cargos por sangre, así todo queda en familia y la familia no traiciona.

El Lazo RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora