Monstruo

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Jueves, 11 de marzo de 2021

Una semana pasó desde entonces y todo lo que Ethan quería se hacía a su gusto. Volvió definitivamente a la casa en la que había crecido, lo más difícil fue pasar sobre la voluntad de Elisa, ella se negaba a aceptar la decisión de su hermano menor, pero ni sus gritos ni su llanto pudieron detenerlo de tomar todas sus cosas de la casa de ella e irse sin mirar atrás. Al día siguiente de la mudanza de Ethan, muy temprano, Elisa había llegado con sus maletas, instalándose en la casa de su tío para cuidar a su hermano, pero aún se negaba a dirigirles la palabra a sus dos familiares.

Los empleados, Sergei y Yarine, volvieron a estar bajo el mando del heredero Orlov, él los recibió muy contento de verlos otra vez, ambos jóvenes estaban tan agradecidos por haberlos traído de vuelta que juraron por lo más sagrado nunca fallarle a su joven Jefe. Mariana, otra vez, fue relegada de ciertas funciones, de todo lo importante que tuviera que ver con Ethan, aunque las restricciones para el ama de llaves ya no eran tan severas como antes, ahora al menos podía ingresar a la habitación de Ethan sin problemas, para limpiar, entre otras cosas.

Selim, por su parte, siguió encerrado, aunque ahora más cómodo en su nueva habitación, alguien se había apiadado de él y le había entregado dos libros, novelas de misterio, para pasar el rato. Ese alguien fue Ethan, quién pensó que estar encerrado sin nada que hacer debía volver loco a cualquiera y no le convendría tener a un alfa loco encerrado en la casa. En todo ese tiempo Selim no volvió a hablar con nadie y nadie le dirigía la palabra, tampoco había vuelto a ver a Ethan, aunque se enteraba de sus movimientos por medio del lazo y sus feromonas por la casa, sabía si estaba cerca, o si abandonaba la mansión, para su tranquilidad casi nunca salía y cuando lo hacía volvía pronto; además, últimamente lo sentía más calmado y no había vuelto a tener otra crisis o ataque de pánico. Hasta este día.

La puerta se abrió de repente y con tanta fuerza que chocó con brusquedad contra la pared, eso hizo que Selim pegara un salto sobre la cama del susto, al ver lo que sucedía dejó de lado el segundo de los libros, que por cierto estaba a punto de terminar, y se puso de pie. Quien había abierto la puerta resultó ser Ethan, el chico parecía estar fuera de sí, temblaba sin control y su cara indicaba que estaba a punto de explotar en llanto, detrás de él estaban sus empleados de confianza intentando calmarlo y sacarlo del lugar, pero a ninguno parecía escuchar. Todo le resultó demasiado extraño a Selim, pues no había percibido ni la cercanía de Ethan ni la inquietud que en definitiva lo estaba atormentando, ahora mismo no lograba reaccionar por tratar de forzarse a conectar con la mente del joven para saber lo que estaba sintiendo, sin mucho éxito.

Al final fue Ethan el que hizo el siguiente movimiento: corrió hasta estar muy cerca de Selim y se abrazó a su cintura, el alfa no tardó en corresponder envolviéndolo con cariño en un gesto protector. No quiso preguntar por la causa de esta nueva crisis, pues sabía que no obtendría respuesta inmediata, así que se limitó a intentar calmarlo en silencio. Los guardianes tuvieron que salir de la habitación ya que Ethan se los ordenó con severidad, ambos se quedaron fuera de la puerta atentos a cualquier sonido de alerta.

—No veo la hora de librarnos de ese idiota —confesó Sergei refiriéndose a Selim—. Odio que el joven Ethan dependa tanto de él.

—Tampoco me gusta verlo cerca, pero nosotros solo obedecemos ordenes —le recordó Yarine—. No opinamos y, aunque lo hagamos, los jefes continuarán haciendo lo que ellos consideren mejor.

—Que no me escuche nadie, pero el joven es tan necio como cualquier otro jefe que hayamos tenido. ¿Será que el poder los vuelve caprichosos e insensatos? —se preguntó el hijo de Kenny ganándose un codazo de la chica—. No me digas que no opinas lo mismo, mira lo que pasó hoy...

El Lazo RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora