Ósculo

641 70 26
                                    

Jueves, 04 de noviembre de 2021.

Las horas pasaron y Selim se había encerrado en su habitación, sin comer nada, hasta que llegó la noche. Beyhan, un poco preocupada por lo que había podido suceder en ese corto paseo en el bosque, intentó preguntarle a Ethan varias veces, pero él se negaba a decir la razón del extraño comportamiento de ambos y de la incomodidad que se había instalado desde su regreso. Por pedido de la señora, a Ethan no le quedó otro remedio más que aceptar un encargo: llevarle la cena a Selim y quedarse hasta que se alimentara.

—Selim —llamó porque tenía las manos ocupadas con la bandeja de comida como para tocar la puerta—. ¡Selim! —insistió, después de que no obtuviera respuesta la primera vez, elevó un poco más la voz.

—¡Voy! —se escuchó decir a Selim con pereza, detrás de la puerta. Demoró segundos en abrir—. ¿Se te ofrece algo? —Ethan movió la bandeja para hacerla notar y Selim suspiró—. No tengo hambre, pero gracias por molestarte —rechazó con frialdad el gesto.

—No conozco mucho sobre mi nueva vida y eso... pero sé que muchos se sentirían honrados de que yo les llevase la comida a su habitación —comentó entrando, a pesar de la negativa de Selim—, y es algo que no recuerdo haber hecho nunca... Sin embargo, ¿tú me rechazas cerrándome la puerta en la cara? —Dejó la bandeja sobre una pequeña mesa.

—Yo no te cerré la puerta en la cara —alegó Selim.

—Lo sé, si lo hubieras hecho, hubiese recogido mis cosas, robado esa bonita camioneta roja que tienes estacionada detrás de la casa, y hubiese vuelto a la ciudad hoy mismo.

—Lo siento, pero de verdad que no tengo hambre...

—No me importa, tu madre me pidió que no me fuera de este lugar hasta que terminaras toda tu comida y eso es lo que planeo hacer. —Ethan cruzó los brazos esperando a que Selim hiciera lo que se le había pedido.

—No necesitas hacer eso... sé que no te gusta estar cerca de mí más de lo necesario. Vete —pidió Selim con un tono de voz lastimero y se alejó de la comida. Ethan quiso golpearlo en ese momento, pero se contuvo.

—¿Me puedes decir qué demonios te pasa? —exigió bastante exasperado con la situación—. No te comprendo, en un momento estás bien y dices que me quieres proteger y luego... —dejó salir un largo suspiro, se sentía frustrado por no comprenderlo—. Habla, dime qué te molesta.

—Mejor voy a comer. —Selim tomó asiento sobre la cama y se dispuso a alcanzar un plato de la bandeja, para eludirse de dar una respuesta.

—No, antes quiero que me respondas —exigió Ethan con la autoridad característica por la que su tío siempre le había felicitado, por demostrar poder.

—La comida se va a enfriar —insistió Selim.

—Pues pedimos que se caliente y listo, lo que quiero es que...

—Mi madre no es tu empleada —lo interrumpió, hablando con desdén—. No la trates como si estuviera a tu servicio.

—¡¿Por quién me tomas?! —gritó Ethan aguantando una vez más los impulsos de golpearlo—. Sé que te he hecho muchas cosas nada buenas y me has visto hacer otras que pueden considerarse despreciables. Pero nunca he menospreciado a las personas inocentes. He tratado a muchos como basura, sí, es cierto, pero fue porque se lo merecían o porque era necesario. No soy un desagradecido y nunca trataría mal a tu madre, no cuando ella me ha cuidado tan bien sin tener la obligación de hacerlo. Beyhan es buena, mucho, puede que me procure tanto porque se siente culpable, pero aun así es admirable la manera en que me trata. Cuidar al secuestrador de su hijo no lo haría cualquiera...

El Lazo RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora