Lunes, 01 de febrero de 2021
La Noche Maldita.
Aquel día todo cambió, la vida dio un giro completo, marcó el destino de todos, la miseria de unos, la dicha de otros.
¿Quién se beneficiaría de tal tragedia? A largo plazo: tal vez muchos, quizá nadie. Ahora: nadie, pues todos sufrirían, unos más que otros, por este horrible pecado.
Algo era seguro, esto debía suceder.
Ethan, en aquel día, en los baños de su universidad, había iniciado su propia pesadilla y, también, empezado su camino a la verdad.
Cuando aquella jeringa cayó al suelo, rompiéndose en pedazos, cuando giró para ver quién era el dueño de esa horrible voz de mando, lo supo: nada volvería a ser igual.
—Sabía que eras un omega —dijo el intruso con superioridad—. Admito que me engañaste al principio, principito.
—Luck... —exclamó Ethan con rabia—. Déjame en paz —ordenó, con el mismo tono con el que se refería a sus empleados.
El dolor y el calor del celo estaban en aumento y no tenía otro inhibidor. Sabía que debía salir de ahí, pero estaba rodeado y solo, los cinco alfas se interponían en la salida.
—Eres un excelente mentiroso, pero nada se me escapa. Eres demasiado lindo para ser un simple beta —alegó Luck acercándose demasiado a Ethan, quien se apartó sin quitar su mirada de desafío y altivez.
—Luck... te aconsejo que tú y tu manada de idiotas me dejen, o lo lamentarán el resto de su vida —amenazó tomando disimuladamente su celular del lavabo, donde había caído cuando había vaciado su maleta.
—¿Qué dirá Selim cuando se entere?, ¿o ya lo sabe? —Luck siguió increpándolo y acorralándolo.
—Llámalo —concedió Ethan, como si tal cosa no le importará en lo más mínimo; lo cierto era que, en este momento, veía en Selim la única salida de esta situación—. Llama a tu amiguito.
—Ya quisieras, pero no —dijo el alfa mientras tomaba del mentón a Ethan—. No le dejaré a Selim un ejemplar tan lindo de omega.
Ethan tomó la muñeca de Luck y, con un movimiento ágil, la volteó hasta que su brazo se torció en un doloroso ángulo en la espalda.
—No vuelvas a tocarme con tus asquerosas manos. —Dobló el brazo del alfa aún más, pero los otros cuatro intervinieron. Ethan peleó y logró acertar varios golpes, mas, el dolor del celo le era casi insoportable, lo debilitaba. Lograron sujetarlo entre tres.
—Eres fuerte, principito, para ser un omega —dijo Luck con menosprecio—. Sin embargo, no deberías luchar contra alfas cuando ni siquiera puedes resistirte a nuestra voz.
—Eso no me afecta en lo más mínimo —aseguró Ethan intentando soltarse. Con el celular en la mano golpeó en la cara a uno de los que lo sujetaban, hizo que le sangrara la nariz, por ello lo soltaron—. No soy cualquier omega. Lo diré una vez más: déjenme salir o lo lamentarán para siempre —volvió a advertir, en este punto el pánico lo invadía, pero no lo demostraba.
Lo ignoraron y lo volvieron a atacar.
—Maldito niño, quédate quieto —exigió Luck con su voz de mando, pero no dio el resultado que esperaba. Tenía las uñas de Ethan clavadas en su brazo.
—Te dije que eso no me afecta. —Ethan se sintió sumamente aliviado de que esa voz no lo impactara, la primera vez solo lo habían tomado desprevenido.
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El Lazo Roto
SonstigesPrimer libro de la saga MALDICIONES En un mundo donde los Alfas rigen su imperio por encima de todo y los Betas solo aceptan esa realidad, la casta considerada inferior a todas: los Omegas, son quienes deben someterse y sufrir bajo el cruel e injust...