Miércoles, 24 de febrero de 2021
Aún el lugar que crees conocer a la perfección esconde secretos.
Ethan sabía la ubicación de cada cosa en la mansión: el número de habitaciones, de puertas, de ventanas; sabía en qué lugar se encontraba cada librero y cada libro en ellos, su mente tenía un mapa de dónde iba cada decoración, cuadro o estatuilla.
Después de más de diez años viviendo en el mismo lugar, conocía todo, o eso creía. Sin embargo, nunca se había enterado de la existencia del sótano, al que se accedía por un pasadizo secreto detrás de una de las estanterías, que se abría desde fuera al introducir una contraseña en el teclado electrónico detrás de un retrato suyo, y desde dentro con una llave común. Cuando había llegado hasta ahí, estaba abierto, su hermana había entrado de forma descuidada, a toda prisa. Aún estaba ahí dentro, él solo tenía que bajar las escaleras y llegaría a la cárcel de sus peores enemigos. Selim estaba a pocos metros.
Como si estuviera en trance puso un pie en el primer escalón.
—¿Ethan? —Elisa subía y, detrás de ella, un alfa al que Ethan reconoció como uno de los guardias que, no mucho tiempo atrás, lo seguía a todas partes, el hombre llevaba una linterna para alumbrar el oscuro camino de salida ya que las luces del sótano se apagaron de pronto—. Ethan, no deberías estar aquí —señaló su hermana, tirando de su brazo para intentar sacarlo.
—¿Está ahí? —Ethan se soltó de ella y bajó dos escalones más, se topó de frente con Kenny.
—Joven Ethan, por favor vuelva con su hermana —pidió el guardia, pero Ethan lo ignoró y lo rodeó para pasar junto a él—. A su tío no le gustará que baje. —Con suavidad el escolta lo detuvo del brazo.
—No me toque —amenazó Ethan soltándose del agarre con brusquedad, casi tropezó con el escalón por la prisa de alejarse del alfa—. Nunca —recalcó. No pudo evitar ponerse a temblar y buscar refugio en su hermana.
—¿Estás bien? —preguntó Elisa al notar el estremecimiento del chico—. Volvamos a tu habitación. —Lo sacó de ese lugar dejando detrás a Kenny, asustado y desconcertado.
El guardia había visto la cara de su joven jefe, estaba aterrado, y lo peor de todo era que le temía a él. Kenny siempre había protegido a aquella familia y a Ethan más que a nadie, desde que era un bebé en brazos de su madre, siempre había estado cerca, como una sombra, para cuidarlo. Que ahora le tuviese miedo, le dolía, para él era como si su propio hijo le rechazara.
—Kenny —llamó Elisa, interrumpiéndolo mientras cerraba el acceso a las celdas.
—Señorita, a la orden. El joven Ethan...
—Ethan está bien, está en su habitación. Lo que pasó... No se lo tome personal —intentó tranquilizarlo.
—Lo sé, pero muchas gracias por decirlo —dijo Kenny con una sonrisa triste—. Sé muy bien quiénes son los culpables.
—¿Esas celdas son seguras? No quisiera que alguno escapara y entrara a la casa.
—Lo son, señorita, no debe preocuparse, es imposible que puedan salir.
—Bien, cuide que esos idiotas no se mueran —recomendó la joven por haber visto las pésimas condiciones en las que se encontraban los miserables prisioneros.
—Nunca se ha muerto un prisionero bajo mi vigilancia, no a menos que los jefes lo deseen.
—Me pregunto cuántas personas estuvieron encerradas en ese lugar. —Kenny parecía estar pensando en la respuesta, como si los contara—. No me responda, mejor que no lo sepa. —A Elisa no le resultaría agradable ni conveniente enterarse de esa información.
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El Lazo Roto
RandomPrimer libro de la saga MALDICIONES En un mundo donde los Alfas rigen su imperio por encima de todo y los Betas solo aceptan esa realidad, la casta considerada inferior a todas: los Omegas, son quienes deben someterse y sufrir bajo el cruel e injust...