Mate

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Viernes 4 de septiembre de 2020

Cinco meses antes de la noche maldita.

Se estima que más de 80 000 omegas son asesinados cada año en todo el mundo y, de ellos, aproximadamente, el 50% en manos de sus alfas, sus parejas o sus tutores legales. Lo que quiere decir que casi 250 omegas son asesinados todos los días en el mundo.

Cuatro de cada cinco omegas son víctimas de algún tipo de abuso sexual. Y los casos se dan, en especial, cuando el omega entra en celo, volviéndose vulnerables.

Una de cada veinte violaciones es denunciada, y solo en un 15% de estos casos el agresor recibe una condena. Ciertos países no condenan la violación durante el celo, ya que se alega que fue con consentimiento de la víctima. En otros, si el agresor se casa o marca al omega, queda absuelto de los cargos y la víctima queda a merced de su agresor, a veces para el resto de su vida. Muchos recurren al suicidio como forma de escape.

—Ethan... —llamó Isabela al darse cuenta de que el chico no estaba prestando atención a la conversación que el grupo de cuatro amigos sustentaba en la mesa de una cafetería.

—Lo siento. —Ethan, avergonzado, se apresuró a excusarse—: Estaba distraído. ¿Qué decías? —preguntó dándole un sorbo a su taza de café, que para ese momento ya se había enfriado.

—¿En qué estabas pensando? Con esa cara tan seria... —preguntó Adrián, curioso por saber qué preocupaba a su amigo.

—Solo recordaba el documental que pasaron en la mañana.

—¡Oh si! —intervino Marco—, también yo lo vi, el documental de los omegas, ¿cierto? —Ethan asintió con expresión sombría.

—Fue de lo más desagradable —mencionó Isabela—, quiero decir... sabía que los omegas no son tratados igual que los alfas o betas, pero no sabía que sufrieran tal infierno —exclamó indignada.

—Así es, es triste y ¿sabían que nuestro país es uno de los que tiene más altos niveles de violencia hacia los omegas? —informó Adrián sorprendiendo a casi todos.

—No es de extrañarse —alegó Ethan con desdén—, solo hay que ver como se llama esta provincia: Alfa.

—Bueno... eso es una pena, pero, a decir verdad, no podemos hacer nada. Es asunto de alfas y omegas, nosotros somos betas. —Las palabras de Marco, con las que el resto estuvo de acuerdo, trastocaron a Ethan, más de lo que él admitiría nunca.

En el grupo de amigos, todos eran betas, excepto Ethan que era un omega, aunque ese era un secreto que no lo sabía nadie, solo su familia.

Ver el poco interés de sus amigos hacia un tema que involucraba a su casta provocó en su mente un conflicto de emociones. Le ofendió que no tomasen partido, ni estuviesen dispuestos a hacer algo por la lamentable situación que vivían los omegas. Pero, por otro lado, deseaba con toda el alma ser como ellos; admiraba esa misma indiferencia, porque consideraba que un beta era superior a cualquier alfa u omega. Ante sus ojos, los betas eran la casta más civilizada y racional porque sus instintos no los dominaban como a los demás.

Terminando su pequeña merienda, el grupo de betas volvió al edificio en el que se impartían sus clases. Todos estudiaban la misma carrera, en el mismo paralelo; de hecho, ahí se habían conocido.

Uno a uno pasó su carné con chip integrado, por el lector para que les autorizaran la entrada a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Bilmek, la universidad más prestigiosa de la ciudad de Evimeria y de todo el país de Altharwa.

Mientas los jóvenes recorrían los pasillos para llegar a su próxima clase, Ethan no podía dejar de estremecerse al verse rodeado de tantos alfas. La sensación de peligro lo atormentaba, aun cuando había estado en esa situación dos meses ya. Su desprecio hacia la casta dominante hacía que, en ciertos momentos, se lamentara de haber escogido una "carrera de alfas".

El Lazo RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora