Jueves, 8 de julio de 2021
El tiempo transcurrió de esta manera: Ethan pasaba, de vez en cuando, las tardes y algunas noches en la habitación de Selim, aunque nunca le dirigía la palabra. Mientras el alfa leía los libros que Ethan le llevaba, él estudiaba la historia y la organización de su familia, para aprender más acerca de la mafia que lideraría en el futuro.
A medida que el embarazo avanzaba, comenzó a sentir la necesidad de estar más y más cerca de Selim, para cuando cumplió cinco meses, casi no salía de esa pequeña habitación y pocas veces dormía en su propia cama. Además, el contacto físico se hizo imperioso, por lo que, cuando quería que lo tocara, se transformaba en lobo, porque estaba decidido a no dejar que Selim tocase su cuerpo humano, a pesar de que lo había hecho un par de veces y no había habido problemas. Pusieron un futón para que Selim lo usara cuando Ethan se quedaba a dormir en su forma humana, ya que él debía estar cómodo en la cama.
Selim siempre tenía un solo pensamiento en la cabeza: «Quisiera detener el tiempo». Pues bajo todas esas circunstancias, los momentos junto a Ethan eran perfectos, la paz que le transmitía su cercanía era indescriptible, más aún cuando se le permitía abrazarlo, le recordaba a la época en la que habían estado muy unidos, justo antes de la noche maldita. Le gustaba verlo tan concentrado e intrigado por quién sabe qué cosa en la tablet que siempre traía consigo, incluso dejaba de leer las novelas de misterio para contemplarlo por horas, sin que Ethan lo notara. Muchas veces tuvo que reprimir los impulsos de alagar su apariencia, de decirle que su pequeña barriga creciente le hacía verse tierno y hermoso. Nadie hubiese notado que el vientre de Ethan había crecido, pues, como todo omega masculino, tenía la ventaja de que su embarazo no fuera evidente hasta los últimos meses. Pero Selim sí, para él cada cambio era perceptible, porque cada día lo detallaba con sumo cuidado. Se deleitaba con ello.
Sin embargo, un gran miedo no lo dejaba dormir por las noches, a más de las pesadillas, eso era el temor de que se acabase el tiempo y un día todo se terminara, que los tres fuesen separados para siempre. Ethan iría a Rusia, el bebé crecería lejos de sus padres y a él lo matarían apenas consideraran que ya no les serviría para nada.
«Ojalá pudiera detener el tiempo», repitió en su mente. «No quiero dejarlos solos». Ese pensamiento fue suficiente para que un par de lágrimas escaparan de sus ojos sin que se diera cuenta.
—¿Te pasa algo? —preguntó Ethan, quien estaba sentado en la cama con la acostumbrada tablet en las manos, había atrapado a Selim mirándolo, pero como si no lo hiciera de verdad, parecía perdido en sus propios pensamientos y al verlo llorar no pudo evitar hablarle.
—Nada... —respondió Selim, secándose las lágrimas—. El libro está muy triste —se excusó con la mentira.
—Ese libro no tiene escenas tristes —refutó Ethan un poco enojado, pues no le gustaba que le mintieran.
—Creí que no leías misterio —dijo Selim con una sonrisa, con la evidente intención de cambiar de tema.
—¿No recuerdas que ese libro me lo diste tú? No te lo pude devolver, pero lo leí completo.
Sorprendido, Selim buscó la marca que siempre les ponía a sus libros en el mismo lugar, una letra A en mayúsculas por su apellido, en la esquina inferior de la página trece. Y sí, ahí estaba, escrita con su puño y letra.
—Es verdad, no lo había notado —exclamó e Ethan se encogió de hombros para volver a concentrarse en su estudio—. ¿Puedo preguntar qué tanto ves en ese aparato? —pidió saber algo dubitativo, con miedo a que lo ignorase o se molestase. Tardó un momento, pero al final respondió:
—¿Sabías que mi familia funciona como una monarquía hereditaria? —Selim asintió sin más, porque no supo cómo responder, luego comprendió que le hablaba de lo que había estado estudiando todo ese tiempo—. Básicamente ellos me obedecerán solo por haber nacido, así como a cuarenta Jefes antes que yo. Provengo de una familia de siglos de existencia, una familia que honra a sus líderes jurando lealtad con pacto de sangre, y nuestra sangre es muy importante, es diferente, aunque aún no sé por qué —continuó Ethan, su rostro mostraba un cúmulo de emociones contradictorias, a momentos hablaba con emoción u orgullo y al otro parecía temeroso—. Soy más importante que el presidente de la nación más grande del mundo, tengo a mi alcance lo que yo quiera...
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El Lazo Roto
RandomPrimer libro de la saga MALDICIONES En un mundo donde los Alfas rigen su imperio por encima de todo y los Betas solo aceptan esa realidad, la casta considerada inferior a todas: los Omegas, son quienes deben someterse y sufrir bajo el cruel e injust...