Verdades

225 40 2
                                    

—Pero es que es tan desagradable, no quiero estarlo viendo si-

—¡Donghycuk cállate! —Donghyuck dejó de caminar y levantó su mirada hacia Mark—. Basta...

—Mark.

—Donghyuck, deja de hablar.

—Yo...

—¡¿Tú?! ¡¿Tú?! ¡Siempre eres tú! «Que no se toquen frente mía», «que no se besen frente mía», ¡«que no se miren en frente de mí»! ¡Siempre eres tú, Lee Donghyuck!

—Pero es que...

—¿Es que? ¡¿Es que?! ¡«Es que» nada!

—Mark ca-cálmate...

—¿Que me calme?  Escúchame.

Te escucho...

—Me gustan los hombres —Donghyuck se fue a blanco, se borró en el espacio.

No podía ser posible, Mark no, cualquiera menos Mark.

Mark no podía... no, simplemente él... él no.

A Mark no le deberían gustar los hombres.

—N-no no... tú no...

—Sí Donghyuck, sí.

—Desde... ¿desde cuándo?

—Desde siempre...

—Yo pensaba que te conocía... que me tenías confianza... que éramos amigos... que-

—¿Q-qu-qué? ¿Me estás reprochando?

—Es que me has estado mintiendo todo este tiempo y-

¡¿Te escuchas?! ¡¡Dime!! ¡¡¿Te escuchas?!! Donghyuck me reprochas a mí ¿¡sabiendo como te comportas tú!? ¡¿Tú sabes todo el puto daño que me has hecho?! ¿Sabes el peso que me has hecho llevar? ¡Como si de por sí ya no tuviera suficiente con recordar todo lo que me hicieron de pequeño! Que se supone que el trauma se olvida, ¡y una mierda!

—¡Pero nunca se te ocurrió decirme!

—Tenme todo el asco que quieras —sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta—. Ya me cansé de esto, de ellos, de ti, de todo. Ándate a la mierda.

—¿Por qué tanto grito? —preguntó la madre de Mark, él entró rápidamente y pasó directo a su habitación.

El sol de la tarde empezó a ser cubierto por nubes grises, haciendo que su habitación estuviera más oscura de lo usual.

No le importó la falta de iluminación y nada más le puso seguro a la puerta, fue directo a recostarse en su cama.

Tomó uno de sus peluches y lo abrazó, escondiendo su rostro en él, dejando las lágrimas fluir libremente.

Las pocas veces que tomaba aire, hacían que su corazón se apretara aún más, aumentando el agarre que tenía sobre el peluche.

Su madre golpeó su puerta un par de veces, pidiéndole que la abriera, para saber qué pasaba, pero Mark no respondió. Ella se cansó luego de unos minutos y él escuchó como se alejaba y bajaba al primer piso.

Donghyuck...

«—¿Puedes tocar la guitarra y yo canto una de tus letras?

Mhh... dame unos días y compongo algo, ¿cuál te gusta? —le entregó su cuaderno.

—Esta —se lo devolvió, con la esquina de esa página doblada.

—Está bien, lo tendré listo pronto.

「✁」FobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora