Capítulo 3

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—Yo voy a nombrar películas de Disney y tu vas a asentir si te gusta la banda sonora.

Acepté balanceando mis pies en el aire. Yeonjun y yo decidimos cambiar la banca por el peligroso borde de la estación, ese que iba después de la raya amarilla. Porque sí, estábamos aburridos.

Pocahontas.

Asentí.

Zootopia.

Asentí, aunque esa película solo tuviera una canción memorable. Shakira no se esforzó por traducirla al español. No es que yo hablara español; no es que yo pudiera hablar en ningún idioma, pero para los latinos —como ella— seguro era un disgusto.

—Te has quedado pensando —intervino— seguro era algo interesante sobre Zootopia y yo nunca voy a saber qué fue.

Me reí bajito e hice un gesto con mi mano para que continuara.

El Rey León —iba a asentir, pero agregó—. No, olvida que pregunté, es obvio que te gusta ¿a quién no le gustan las canciones de esa película? Es una ley implícita. Ser un ser vivo igual a: te gusta El Rey León.

Claro que estaba de acuerdo, pocas bandas sonoras en películas animadas eran tan emblemáticas.

—Mejor probemos con otra cosa —chasqueó sus dedos— High Shcool Musical.

Un «pff» salió de mi boca. El me dio un golpecito en el hombro.

—Cuidado, agradece que tampoco es de mis favoritas, ese es el documento de oro de los 2000.

Eso no significó nada, no podía justificar el mal drama de la trilogía de películas, pero, como algunas canciones eran entretenidas, lo dejé pasar.

Lemonade Mouth.

Me removí alegre, tanto mis piernas como mis brazos. Amaba todas las canciones de esa película. Me valía madres que casi nadie la recordara.

—De acuerdo de acuerdo, cuidado —me sostuvo de mi suéter para que no cayera a los rieles—. Ya estoy descubriendo cuales son tus influencias.

Tuvimos que movernos de ahí porque el próximo tren estaba por llegar. De nuevo en la banca de siempre, retomó la conversación. Sería raro decir «retomamos nuestra conversación».

—Creo que no he visto a nadie tan emocionado hablando de canciones de Disney —su mano peinó mi flequillo, sin aviso, sin una advertencia para mi corazón que empezaba a acelerarse— Es lindo que no pierdas emoción por ese tipo de cosas, como lo hace la mayoría.

"¿Tu lo hiciste?" quise preguntar.

—Apuesto a que si hablaras tendrías cosas muy interesantes para decir.

¿Sería eso cierto? De todas formas no tenía el valor suficiente para volver a intentarlo después de tantos años.

Batallando para no sentirme abatido, mis párpados se entrecerraron. Con conciencia extendí mi mano y tomé entre mis dedos su arete plateado, dándome cuenta de que no era el único. Tenía por lo menos tres en esa oreja, y tres en la otra.

—¿Te gustan? —preguntó, su rostro más cerca del mío. Yo traté que esa cercanía no me alterara.

"Son preciosos" pensé.

"Tu lo eres"

—Me gustas —murmuró y yo solo suspiré, acariciando la pequeña pieza metálica con la yema de mis dedos.

Amado silencio. | yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora