Capítulo 21

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Mi madre me dejó quedarme un día más en casa de Yeonjun, pero eventualmente tuve que volver a mi propia casa. Por suerte Yeonjun estaba mejor y me despedí prometiendo con el meñique que volvería.

Lo primero que hice al llegar fue abrazar a mi mamá, que se llevó una gran sorpresa cuando no la quise soltar en un rato. Besó mi cara y me dijo que me amaba, que era su lindo bebé, y que estaría siempre para mi.

No es que yo no la valorara, siempre la tenía en cuenta. Como una persona que no esta sola, sino que decide estarlo y está consciente de que tiene a alguien en quien confiar. Yo tenía esa opción, una que mi chico de cabello azul no tenía. Comprendí por primera vez que tenía un privilegio valioso, más grande que poder hablar.

Soobin y Taehyun me dieron sus números para que pudieran informarme, pero yo no los necesitaba como antes. Yeonjun ya estaba bien y podía escribirme en cualquier momento.

No es que las cosas hubieran cambiado radicalmente en nuestra relación porque fui capaz de decir "no". Empecé con calma, tomándolo como un golpe de suerte. No esperaba de pronto empezar a hablar como todos, tampoco quería.

Lo que sí que cambió fue nuestro lugar especial para reunirnos. Se descartó por las circunstancias; ahora no solo teniamos la estación. Teníamos esa maravillosa tienda llena de magia y el hogar de Yeonjun. Aunque de momento solo lo veía en el último.

Era emocionante e intimidante por partes iguales.

Pero yo iba a poder, tenía a mi madre, a Yeonjun, y una voluntad que de pronto empezó a crecer hasta volverse inmensa, ¿más inmensa que mis miedos? Eso estaba por verse.

Fui a visitar a Yeonjun todos los días hasta que su resfriado se curó, sujeté fuertemente su mano cuando flaqueba, y le negué la opción de rendirse.

Cuando tuvo la fuerza suficiente tocó la puerta del taller de su madre, yo esperé junto a él, pero ella no abrió ni dio atisbo de que lo haría en un futuro.

Yeonjun empleó mi gesto común; movió su cabeza hacia arriba y hacia abajo, aceptando la dura realidad.

—Ya tomé una decisión —declaró.

Apreté su mano, dispuesto a quedarme con él. Yeonjun haría la cosa más difícil que un hijo podía hacer por su madre.

—Mañana llamaré al doctor —su voz firme, pero sus labios tiritaron al final—. Voy a internarla.

Las siguientes dos semanas fueron difíciles. Acompañarlo a hacer tramites, después sacar a su madre a la fuerza de esa aterradora habitación. Yeonjun no quería que le ayudara, pero ni Soobin ni Taehyun juntos lo lograron. Los cuatro encontramos la manera de abrir la puerta. Cogiéndola de los brazos y las piernas ella mientras pataleaba enloquecida. Difícil, muy difícil.

No quise mirar más de lo que debía sus retratos. Con uno fue suficiente.

Yeonjun me abrazó mientras se la llevaron. Con una sola maleta de ropa y una caja de oleos y pinceles. Por lo menos con eso ella podría seguir pintando. Haciendo más retratos, pero lejos donde su hijo no quedara afectado por ellos.

Soobin y Taehyun limpiaron esa habitación en una tarde, sacando todo en cajas y llevándolas al sótano. Yo no permití que las apilaran en el ático. Los áticos son sagrados.

El martirio no acabó cuando la señora Choi se fue. No en mi cuenta, pero pasé un mes entero sin pisar la estación de metro, ocupado ayudando a Yeonjun a reformar su vida. Estaba solo, y yo me ofrecí a hacer de su trancision menos dolorosa.

Me empecé a preguntar si era suficiente. Yo no decía nada, solo lo seguía a todos lados. Me encogía detrás de él, intimidado también, pero sin soltar su mano.

Una mañana estábamos bebiendo malteada en su sillón, me distraje y él empezó a toquetear mis párpados, la zona debajo de mis ojos.

—Tienes ojeras, nunca te vi con ojeras.

"Tu también las tienes"

—¿Hay algo que te preocupe Gyu?

Lanzó la pregunta al aire, sabiendo de sobra que sería absurdo preguntarme directamente. Habían sido días llenos de cosas por hacer, la calma era tensa, como un cuerpo que se acostumbra al ejercicio y detiene su rutina por un corto periodo de tiempo. Te sientes inquieto.

—¿Extrañas la estación?

Asentí con la mirada baja. "Más que nada" pensé con melancolía.

—Lo lamento —ahogó un ruido lastimero, reaccioné y negué enseguida, no negando el hecho, pero sí tratando de quitarle importancia.

—Gyu, lamento perturbar la paz en tu vida.

Negué de nuevo, llevando mis manos a sus mejillas en ese gesto que conectaba instantáneamente nuestras miradas.

Quería decirle que no tenía nada que lamentar, que si él estaba intranquilo yo lo estaría, y que si ponía esa cara tan desgarradora yo empezaría a llorar.

De repente se inclinó y besó mis labios con extrema paciencia. Un acto distractor, algo que nos sacaba a los dos de ese mar de angustia en el que nos sumergimos.

Indirectamente sus problemas hicieron relucir una verdad dentro de mi. Ambos fuimos jóvenes despreocupados en esa estación y nos estábamos alejando de ella. Recordé que ninguno de los dos era exactamente un adolescente.

Reiteré mis dudas. Yeonjun seguro necesitaba a alguien que lo animara y le diera esperanza, no un chico inútil y mudo.

Suspiré y me separé, él me miró con dulzura.

Quería devolverle un poco de todo lo que me había dado.

Me limité a mover mis labios.

"Te amo"

—Te amo también —respondió cerrando sus ojos y sonriendo—. Como a una canción de amor.

Amado silencio. | yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora