Amado silencio. | yeongyu

Capítulo 17

Me preparé mentalmente para hacer algo que debí realizar con mucha anterioridad, temeroso, tímido, pero con todo mi corazón, escribí una lista de preguntas que quería hacerle a Yeonjun para que al momento de vernos el respondiera cada una. Muchas de ellas ya tenían una respuesta sacadas de mis suposiciones; como saber cuál era su color favorito porque era el que más utilizaba, o cuales eran sus frituras favoritas porque las llevaba cada vez que tenía hambre.

Me puse a escribir sentado en el sillón, frente a mi, como siempre, estaba MTV sintonizado. Con el tiempo obviamente dejaron de pasar con tanta regularidad los vídeos que de pequeño me enamoraron, pero yo seguía con la costumbre. Ante todo, estaba mi amor por la música en general, por lo que no importaba qué colocaran, sea k-pop o lo que sea.

En ese momento, a pesar de lo anterior, sonaba Dancing Queen de ABBA, un completo clásico.

Joder, no duré ni un segundo más en el sillón.

Como cada vez que no había nadie en casa, me daba la licencia de bailar como si fuera la estación de metro, usando algún cepillo como micrófono, apagando las luces y poniendo la canción a todo volumen.

Bailé hasta que se hicieron las cinco, luego me aliste y salí corriendo a ver a Yeonjun, mi corazón palpitaba con tanta fuerza que creí que había una altavoz dentro de mí aumentando su volumen a máxima potencia.

Llegué antes de lo usual, por diez o quince minutos.

Mientras que el tiempo pasaba, releía la lista una y otra vez, recordándome que debía poner empeño, que debía verme interesado, porque lo estaba. Yeonjun no podía volver a suponer que no era correspondido.

Me sentí vivo, la espera me hizo pensar en todas las cosas que podría hacer si poco a poco lograba sacarme de la jaula en la que estaba encerrado.

Si lo lograba podría responder a todas sus dudas, expresarle mi opinión, hablar con sus amigos, conocer a sus padres como un chico normal.

Ser digno.

Pensé tanto en eso, en ser bueno, que no me di cuenta de que el tiempo pasaba y Yeonjun no llegaba.

La primera hora me convencí de que era yo quien se había adelantado, y no revisé mi teléfono para comprobarlo.

La segunda hora mi humor flaqueó, dejé de caminar de un lado a otro y me senté a esperar, pendiente del tren abriendo sus puertas.

Para la tercera estaba conteniendo las ganas de llorar. Guardé la hoja de cuaderno con la lista en mi bolsillo e intenté enviar un mensaje, pero me temblaban las manos. Una mezcla entre preocupación y decepción.

Yeonjun no había dejado ningún mensaje avisando que no asistiría a nuestra implícita reunión, tampoco contestaba a ninguno de los míos. Solo pude volver a casa esperando que no ocurriera lo mismo al día siguiente.

Pero si, lo mismo ocurrió las próximas dos semanas.