Chapter 12

2.5K 480 54
                                    

¿Esto llegará a no significar nada?
Los sueños se convierten en recuerdos...

La melodía se acabó, al igual que la letra interpretada por Yeonjun casi en susurros, como una nana, una canción de cuna melancólica pero preciosa.

De ese lado de la estación en el que nos recostamos dos bombillas dejaron de funcionar, volviendo de la oscuridad el escenario para crear recuerdos. Como si el metro supiera que él iba a cantar esa canción para mi y nos estuviera regalando la atmósfera.

Sentados en el suelo, apoyados de una pared, disfrutamos estar juntos. Mi cabeza descansaba en su hombro, y en mis pensamientos todavía resonaban partes de su canción.

Nuevamente los dos pensábamos lo mismo de las cosas. Recordaba haber pensado en la estación como una «Isla mágica» y Yeonjun, sin saberlo, escribió una canción que hacía alusión a ese pensamiento.

—Después de cantarte estando borracho necesitaba redimirme —explicó con voz nerviosa— desde entonces me puse a escribir esto —apagó su celular, volviendo la oscuridad casi absoluta— por eso la melodía es muy simple, me rompí la cabeza con la letra y no tuve tiempo de mejorar lo demás, pensé que podría tocarla para tu cumpleaños, pero sería una excusa y quería que la escucharas ya. Espero que igual te guste.

Asentí, tomando su mano y dejando un beso en sus nudillos. Esa era mi forma de demostrar lo mucho que la adoré, queriendo transmitirle que me parecía la mejor canción del mundo.

—No te lo dije, pero tengo un amigo que compone, se llama Taehyun —relató suavemente, no queriendo irrumpir la tranquilidad— él fue quien me dio clases de canto en mi época de la universidad. Es menor que tu, de hecho, y su familia es adinerada, nunca ha ido a una escuela, ve clases particulares de todo lo que te puedas imaginar en su casa.

Yo empecé con mi diálogo interno y Yeonjun siguió con su discurso. Ambos perfectamente coordinados.

"¿Cómo lo conociste?"

—Nos conocimos porque mi madre le dio clases de pintura cuando yo tenía como once años. Más adelante me volví su niñero, a medida que fue creciendo también se hizo mi amigo.

"Eso debe de ser lindo"

—Es agradable ver el crecimiento de una persona, cómo madura y sus talentos se van puliendo. Tiene esa pasión que sabes que lo llevará muy lejos, trabaja para cumplir sus sueños todos los días, no pone queja, y aprovecha todas sus virtudes.

Se detuvo para suspirar, su voz sonaba un poco ronca, pausada. Los ángeles seguramente hablaban así.

—Se enojó mucho cuando no le quise tocar esta canción —rió— pero lo entendió cuando le dije que una persona especial debía escucharla primero. ¿Quieres que la cante de nuevo?

Asentí. Mis ojos perdieron la lucha contra mi ambición de seguir despierto, mi cuerpo estaba laxo recargado en el suyo, calientito, más relajado que estando en casa frente a la fogata con una manta. Cualquier cosa era menos acogedora que Yeonjun compartiendome de su calor corporal y sus susurros.

Empezó a cantar sin usar la pista de su celular, asemejándose todavía más a una canción de cuna.

Cualquiera desconfiaría de alguien que quiere hacerte perder la conciencia en una estación de metro oscura. Muchos demonios en la tierra se aprovecharían de eso. Pero no había ninguno cerca.

Yeonjun era el protector de todos mis secretos, de todas mis sonrisas y emociones. Se enseñaba a si mismo a cuidarme, volviéndose un maestro en la tarea. Ya ni siquiera conseguía darle señales para que me entendiera; yo hacía la pregunta en mi cabeza porque quería, por la costumbre, pero él no la necesitaba, la respondía sin problemas.

Descubrimos juntos que podía decirme todo, los detalles, las nimiedades, lo bueno y lo malo que rondaba por su cabeza; esa era la mejor manera para comunicarnos.

Me compartía su mundo interno y lo fusionaba con el mío, hasta que los dos se volvieron uno. Mis palabras salían a través de él, su voz se volvió mi voz.

¿Cómo es que era eso posible?

No lo sabíamos, solo pasó. Estaba destinado a pasar.

Al igual que el resto.

Nuestra linea de salida...

Amado silencio. | yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora