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Yugyeom agitó enérgicamente su mano a medida que se alejaba por la acera, tras los pasos de Jinyoung, quien ya se había adelantado. Desde la puerta de la galería, Jackson le devolvía el gesto y Jaebeom solo observaba la escena detrás de él, con una silenciosa sonrisa. La misma que tenía desde que había quedado a cargo de la galería por ese día luego de hacer una extraña negociación con Jinyoung que incluyó café y unos rollos para su cámara fotográfica.

Al llegar a la esquina, Yugyeom terminó de despedirse y correteó para igualar el paso de Jinyoung, quien lo esperaba a un par de metros, sus manos ocultas en los bolsillos de su pantalón y una sonrisa complacida abultando sus mejillas.

—Realmente te alegró mucho ver de nuevo a Jackson —comentó una vez que el menor lo alcanzó, reiniciando la marcha.

—Mucho, sí —Yugyeom asintió, aun luciendo infinitamente feliz—. Siendo sinceros, no esperaba que regresar fuera una buena idea. Sentía que, a pesar de mi resolución de venir, me sería muy difícil lidiar con lo que podría encontrar aquí.

Jinyoung asintió silenciosamente, su vista enfocada en lo que había adelante, caminando con paso tranquilo entre las personas que llenaban la acera.

—Pero realmente fue mucho mejor de lo que esperaba —prosiguió Yugyeom, sintiéndose cada vez más inundado con la esencia tranquila del mayor.

—Creo que volviste en el mejor momento —Jinyoung bajó levemente su mirada—. Estos tres años han sido una locura, pero has vuelto justo cuando todo finalmente está asentado. Me alegra poder mostrarte esta cara de las cosas.

—Supongo que para los dos fueron tres años de reconstrucción. Yo también siento que este es mi mejor momento. Han pasado muchas cosas, pero ahora siento que estoy listo.

Jinyoung lo miró a los ojos por primera vez desde que habían salido de la galería. Solo una breve mirada que rápidamente retiró a la distancia a la vez que apretaba sus labios en una sonrisa traviesa.

—¿Listo para qué, Yugyeom?

—P-para… —Jinyoung adoró ver como ese joven alto y apuesto que era Yugyeom se enrojeció cual adolescente y tropezó con sus propias palabras, consciente de las implicaciones de lo que él mismo había dicho—, para… el futuro.

—Ya veo.

Esta vez fue Yugyeom quien lo miró a él y, a pesar de la ligera vergüenza que aun enredaba su juicio, no pudo evitar perderse en ese Park Jinyoung tan distinto al que había conocido tres años atrás, al que había dejado allí al irse. Este Jinyoung no lucía ojeroso ni cansado. Aun había manchas de pintura en sus dedos y pelusas de lienzo en su cabello, pero esto, lejos de darle un aspecto descuidado, le hacía lucir más vivo, casi mágico, como si cargara con él la enorme maravilla de ser un artista. En sus mejillas llenas se dibujaban esas preciosas arruguitas que a Yugyeom le parecían migajas de un milagro y su cabello estaba ahora peinado y recortado, brillante y suave, elegante. Su Jinyoung era ahora tan apuesto que daba miedo, y lo comprobó al perderse en sus detalles, caminando sin fijarse en lo que había frente a él.

—Ten cuidado —la mano del mayor se aferró a su brazo y tiró de él, justo a tiempo para evitar que chocara con un puesto de vegetales. Yugyeom se sintió caer del cielo y con un par de reverencias se disculpó con la dueña del puesto, quien solo lo miró con desinterés—, vas con la cabeza en las nubes.

“Si supieras cuanto esas nubes se parecen a ti” pensó, pero se cuidó de no decirlo y solo sonrió, torpe.

—Iba distraído.

—Sí, supongo que aun tienes muchas cosas en las que pensar.

Como si fuera natural, Jinyoung mantuvo su mano alrededor de su brazo y siguió caminando, con cierto instinto protector que parecía enredarse con el simple gusto de rozar sus hombros juntos a cada paso, caminando entre la gente, como en una burbuja única y exclusiva de ellos dos.

❝Canvαs❞ 〈JinGyeom〉✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora