Aquellas suaves caricias en su cabello hicieron que Yugyeom despertara una vez más. Al principio sintió que eran parte de su sueño. Caricias ligeras y mimosas en su pelo, de esas que lo harían sentir adormilado si estuviera despierto. Las sintió cálidas, y esta vez no se sorprendió al abrir los ojos y ver donde se encontraba.
Sabía que estaba con Jinyoung, sabía que estaba aún desnudo, durmiendo ahora sobre su regazo. Sabía que ya K9 era tarde, cerca del mediodía, pero simplemente se sentía demasiado bien como para querer levantarse. Así que solo se removió, acurrucándose más sobre los muslos de Jinyoung, sintiendo su olor y pegándose a él como un cachorro que busca mimos. Pudo sentir la risa suave del mayor y también sonrió.
-Hola… -murmuró, mirando hacia arriba, hacia el rostro divertido del pintor.
-Hola. –Obtuvo de vuelta, el saludo acompañándose con caricias más vivaces a su cabello, la sensación antojándosele cada vez más agradable-. ¿Ya dormiste lo suficiente?
-Audaz de tu parte asumir que algún día tendré suficiente de esto. –contestó, juguetón, su voz sonando rasposa y somnolienta aún.
-No creo que me moleste servirte de almohada por toda la eternidad.
Yugyeom se giró bocarriba, apoyando la cabeza directamente en su regazo, sus manos extendiéndose para acariciar el rostro de Jinyoung.
-Debería odiar esas cosas cursis que dices, pero las amo por alguna razón.
-¿Por qué? ¿Un criminal como tú no tiene derecho a escuchar palabras dulces? A veces siento que nunca tendré suficientes cosas hermosas para decirte. Me enoja mi vocabulario, tan insípido.
-No lo es.
-Sí… es insípido e insuficiente para ti. –Jinyoung también acarició su rostro, delineando suavemente sus labios-.¿Cómo puedo describir esto? ¿Cómo elogiarlo? ¿Tanta suavidad? Me enoja a veces lo sobrecogido que me haces sentir.
Yugyeom sonrió tímidamente, dejando salir un pequeño gemido de vergüenza.
-Te gusta exagerar.
-No lo hago, solo espero ser capaz de pintar lo que no puedo decir.
-Eso sí creo que podrás hacerlo a la perfección. –Yugyeom se incorporó con movimientos ágiles, apoyando sus manos a ambos lados de las piernas de Jinyoung para verlo de frente, disfrutando la mirada también algo cansada del mayor-. No hay nada que tus dibujos no puedan expresar.
-Puede ser… -Jinyoung bajó un poco la vista, enfocándose en los brazos del menor. Sus manos fueron a ellos, deslizándose por los largos y firmes músculos-. Pero eso solo tiene valor ahora que hay algo para expresar. Mientras tanto es inútil.
Yugyeom ladeó levemente su cabeza, curioso pero inseguro. No sabía si preguntar fuera adecuado, o si sería indebido indagar en aquello que hacía a Jinyoung mirarlo con tristeza. Sin embargo, quería saber, moría por saber.
-¿No tenías nada que expresar antes? –Se atrevió a preguntar, su voz, tímida, fue apenas audible para Jinyoung, quien sonrió con amargura, tocando aun los brazos del menor como si ellos le dieran la capacidad de no pensar demasiado y solo hablar, abrirse un poco, como si esa piel pálida y suave le diera la seguridad y la confianza necesaria.
-No… no había nada. Nada de nada.
-¿Cómo…?
-Solo no tenía nada que quisiera pintar. No surgía el deseo. No había emoción en nada. Todo me pareció feo, banal. No sentía la necesidad de pintar nada. Aun si hacía falta hacerlo, si muchas cosas dependían de eso. –Subió sus manos hasta los hombros de Yugyeom. Su vista se posó en los ojos contrarios de nuevo, en sus largas pestañas oscuras, en el precioso contraste de estas con su cabello rubio y desarreglado, en sus labios, tan jodidamente hermosos que no parecían reales-. Pero ahora ya puedo pintar.
-¿En serio tengo tanta importancia? –Yugyeom sintió las manos de Jinyoung en sus hombros, haciendo que se relajara un poco su postura, suavizándose, como si se derritiera en sus manos.
-No te imaginas cuánta. Tal vez… estés incluso salvando mi vida.
-No creo que alguien como yo pueda salvar a nadie.
-Pero puedes… lo estás haciendo. Aunque no sé si quieras oír ese tipo de cosas. No te quiero presionar o imponerme en ti. Eres libre de irte de mi lado cuando quieras. Sé que eres como un gato callejero, libre de trepar en mi ventana solo cuando sientas que quieres hacerlo. Así que no te preocupes por mi… -Se acercó, acariciando los labios de Yugyeom con los suyos, tan lento y suave que pareció irreal, un beso delicado, tal vez el más delicado que le había dado, contrastando con sus palabras.
-¿Cómo quieres que me vaya si me besas así? –Murmuró el menor, sus ojos aun cerrados, el aliento de Jinyoung justo sobre su piel, solo milímetros entre ellos-. Pareces rogar por un poco más.
-Porque lo estoy haciendo. Aun si te digo que puedes irte, rezo en silencio porque no lo hagas.
Yugyeom le sostuvo la mirada, incapaz de resistir su curiosidad.
-¿Qué tiene que haberte pasado para que alguien como yo sea quien te esté dando una razón para seguir?
Jinyoung dejó salir un suspiro a la vez que retrocedía un poco, apoyando su cabeza contra la pared, su mirada perdiéndose en algún punto en el vacío.
-Cometí errores… lo arruiné todo. La confianza que fue depositada en mí, los sueños, el valor de mi trabajo. Lo arruiné todo. –Retiró sus manos de los hombros de Yugyeom, mirando sus propias palmas, casi recriminándoles algo que Yugyeom aún no sabía qué era.
-No creo que lo hayas hecho. –Yugyeom se acomodó, sentándose sobre sus piernas para poder tomar sus manos y mirarlas, acariciándolas suavemente con las suyas.
-Sí lo hice… no soy… he cambiado mucho desde ese entonces. Este Jinyoung que tienes delante no es el mismo Jinyoung de hace unos años. Aquel Jinyoung era arrogante y prepotente. Era ingenuo. Creía que sus pinturas eran inigualables. Confiaba ciegamente en su talento al punto de despreciar a los demás. Un imbécil como yo era más que capaz de cometer esos errores, créeme.
-Eso suena tan poco creíble. –Yugyeom siguió acariciando sus manos-. Eres alguien tan distinto a eso que describes. ¿Cómo puede alguien arrogante y prepotente tratarme de forma tan hermosa?
-Te dije que cambié. Los errores qué cometí me enseñaron un poco. Aunque también me robaron. Me robaron la confianza y el entusiasmo. Perdí la capacidad de disfrutar la sensación de un pincel entre mis dedos. Solo lo convirtió en algo tedioso, una presión insana. Y odié eso, lo estuve odiando hasta ese momento en que decidiste robar aquí en esta galería de mala muerte. Justo cuando te vi… quise pintarte. No recuerdo la última vez que tuve esa sensación antes de verte esa noche.
Yugyeom besó sus manos de la misma forma delicada en la que Jinyoung lo había besado a él, cerrando sus párpados al hacerlo, recostando luego una de sus mejillas contra ellas.
-No te preocupes entonces, hyung… creo que este gato volverá… al menos mientras sea necesario. No soy un gato desagradecido, ¿sabes? – Acompañó su comentario con una leve sonrisa. Agradecía el que Jinyoung le hubiera contado aquello, aun si era bien poco. Nunca pensó que la sinceridad de alguien pudiera sentirse así de agradable, sin embargo, adoró las palabras del mayor. Conocerlo aún más se sintió demasiado correcto.
-Es bueno que no lo seas. –Jinyoung también sonrió, apartando esa tristeza que había echado raíces en su semblante-. Eres un gato hermoso. Todo tú.
Yugyeom dejó ir sus manos y acunó el rostro contrario entre las suyas. Se inclinó a besarlo, sin preocuparse ya por ser delicado. Lo besó como sintió deseos de hacerlo. Jinyoung no lo detuvo. ¿Quién lo detendría? Solo sujetó sus caderas, dejando que Yugyeom hundiera aún más su alma con aquel beso, acercándolo, aun desnudo, sintiéndolo tan preciosamente suyo, casi temiéndole a su belleza.
-Jinyoung-ah… No contestas a tu teléfono, ¿estas aq…?
La voz de Jaebum irrumpió en aquel ambiente sereno y privado como una avalancha de realidad. El pelinegro se detuvo en la entrada del estudio, presenciando la escena con expresión genuinamente sorprendida, su mirada encontrándose con la de jinyoung, quien lo vio de vuelta, igual de atónito.
-Jaebum-ah…
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❝Canvαs❞ 〈JinGyeom〉✓
FanfictionYugyeom necesita dinero. Tal vez esté tomando malas decisiones, pero ya no le importa lo que tenga que hacer para conseguirlo. Jinyoung necesita pintar. Ya olvidó como se sentía desear plasmar algo en colores, ahora solo siente el amargo sabor de la...