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No siempre había sido así.

Hubo un tiempo en que Jinyoung realmente podía pintar. Amaba la sensación de hacer su mano volar por encima del lienzo blanco e ir llenándolo de colores. Amaba tomar un cuaderno y solo cosquillearlo con un lápiz hasta crear bocetos llenos de luz y sombras, de gris y blanco. Pintar era como respirar para él, sencillo y eficiente, necesario. Era el mejor rasgo que podía mencionar sobre sí mismo: su capacidad de pintar.

Jinyoung era un pintor.

Joven y talentoso. Así solían calificarlo. Siempre lo había sido. Desde pequeño fue más que obvio que tenía una marcada inclinación hacia el arte de crear imágenes. Siempre fue alentado por todos, siempre elogiado y admirado. Para cuando ingresó a la universidad, ya había participado en varias exposiciones y varios de sus cuadros habían sido vendidos. Él se sentía feliz, se sentía omnipotente y superior. Capaz de cualquier cosa si de pintar se trataba.

En la universidad conoció a Jaebum. Y, si bien al principio pensó que solo era otro perdedor más que lo admiraba y quería acercarse a él, tuvo que admitir rápidamente que no era el caso. Jaebum ni siquiera estaba muy al corriente de la vida de Jinyoung, siempre medio ensimismado en su cámara y sus fotos, en los cientos de instantáneas que se escondían entre las páginas de sus cuadernos, en su carpeta, personal, en su bolso... Jaebum era un poco atolondrado, pero siempre tenía ese semblante serio y concentrado que hacía parecer todo lo contrario.

Jaebum le hablaba con comodidad, capaces ambos de pensar en colores y formas, en el mejor ángulo y el mejor tono. Jaebum más técnico, él más espiritual, pero ambos siempre en la misma página.

Ahora Jinyoung sabe que Jaebum fue lo mejor que hubo en sus años universitarios. Antes no lo notó conscientemente, demasiado ocupado como estaba en saberse superior y eficaz. Pensaba que estaba bien así. Tenía muchos conocidos, personas que lo admiraban y “amigos”. Sin embargo, ahora sabe nunca hubo nadie realmente a su alrededor, nunca hubo una confianza o una conversación larga como las que podía tener con Jaebum en cualquier sitio, a cualquier hora.

Jinyoung tenía sueños grandes. Ambiciosos y casi extravagantes.

Jaebum tenía sueños realistas. Bien planeados, estructurados y organizados.

Pero ambos podían llevarse de la mano con la energía más armónica, y Jinyoung nunca llegó a apreciar verdaderamente esa comodidad.

La idea de fundar una galería juntos vino casi sola. Todo fluyendo perfectamente en aquella relación sin asperezas que ambos habían logrado. Fue algo que los entusiasmó, porque ambos admiraban el trabajo del otro aun si los elogios siempre fueron escasos.

Jinyoung imaginaba la posibilidad, y Jaebum la hacía real mediante investigaciones de bienes raíces, organización de fondos y búsqueda de contactos. Eran el complemento perfecto y no pocas veces recibieron críticas positivas con respecto a su idea.

Jinyoung pintaba, como si se le fuera a ir el alma en ello, y las únicas veces que Jaebum se permitía soñar libremente era cuando veía esos cuadros y los imaginaba en una pared que fuera de ambos, en el fruto de ambos sueños unidos.

Pero cayeron en una trampa engañosa, una que se nutrió de su ingenuidad y sus ansias. Una que aun los perseguía y los parecía querer ahorcar con sus largos y crueles dedos.

Y ahora eran aquello.

Un par de adultos frustrados. Con una galería que apenas podían mantener. Los mismos cuadros en las paredes desde hacía varios años. La soledad del lugar casi emulando la de ambos corazones. Ambos culpándose mutuamente en silencio. Demasiado resentidos e incómodos como para poder decir sus reproches en voz alta.

Porque a ninguno de los dos realmente les quedaban fuerzas para soñar.

Jaebum era ahora mucho más amagado que antes. Jinyoung a veces creía ver un poco de amabilidad en su mirada, en las cosas que hacía, todavía ligeramente capaz de ser el de antes. Aun así, se ahogaba en cuentas y recibos, en decepciones y amargura. En el alcohol ocasional pero excesiva, en todas aquellas instantáneas que cubrían como un virus las paredes de su departamento.

Y Jinyoung sabía todo esto, pero le dolía más saber que en sus dedos un poco ásperos yacía la posibilidad de arreglarlo todo y aun así no podía sacarla.

No podía pintar. Al menos no como antes.

Sí, podría agarrar un pincel, embarrarlo en cualquier pintura y dejarlo caer sobre un lienzo. Podría hacer cualquier cosa e inventar un concepto cualquiera, podía decir que ese era su nuevo estilo y esperar aceptación, sobrevivir con eso.

Pero así no resolvería nada.

Eso no sería la salvación, sería solo lastimarse más a sí mismo, regodearse de su propia ineptitud y tener que verla cada día, recordar en cada momento lo que no era capaz de hacer.

E ilusionar a Jaebum para anda.

Así que no.

No podía pintar.

Y se odiaba a sí mismo por ello.


❝Canvαs❞ 〈JinGyeom〉✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora