VEINTE

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LA POBRE OVEJA INDEFENSA 

NO TARDO EN QUITARSE LA PIEL QUE LO CUBRÍA 

DEMOSTRANDO SUS COLMILLOS 

Y MESIENDO SU ASQUEROSA COLA RASTRERA 

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En el transcurso a su vivienda el rubio iba maquinando en su cabeza todas las posibilidades que podrían estar ocurriéndole a su novio, esto debido a que su comportamiento era demasiado inusual. Desde el día que se conocieron hasta ahora jamás fue tan cortante él y mucho menos pedirle que lo deje solo, el YoonGi de costumbre le hubiera pedido que se quedara con él, que no se marchara y lo abrazaría con el fin de retenerlo. La mente del ojiazul funcionaba a mil por hora, haciéndose preguntas que le hacían daño, por ende, la inseguridad terminó engullendo al pequeño rubio por completo, haciéndole trepidar solo con imaginar que YoonGi ya no lo amaba más, tan solo anidar esa idea en su subconsciente lo estaba matando.

Jimin llegó a su vivienda pasadas las once de la noche, descendió del taxi y se apresuró en ingresar a su domicilio, ya que sospechaba que le esperaba una larga noche. Primeramente, porque no acostumbraba romper las reglas que su padre le impuso, sumándole a eso, que nunca desde la muerte de su hermano le había pedido dormir fuera de casa. Al ingresar a su hogar dejó sus cosas sobre el sofá y se encaminó al estudio de su padre, esperaba salir pronto de ese horrible agujero y refugiarse en la intimidad de su habitación. A pesar de que conocía las ilegalidades que su progenitor cometía, no era capaz de afrontarlo y liberarse al fin de él.

El ojiazul se detuvo frente a la puerta de caoba, pareció pensarlo antes de levantar la mano derecha para tocar la puerta. Inexplicablemente su cuerpo empezó a tiritar como si estuviera a la intemperie en una noche de invierno y la fría brisa lo golpeara. Tocó la puerta con suavidad y tomó la perilla dispuesto a girarlo y entrar.

—Papá —La voz de Jimin sonó tambaleante, por lo que su manzana de adán subió y bajo en un par de segundos

—¿Crees que puedes hacer lo que se te de la gana? —Su padre dejó de escribir sobre su agenda y levantó la mirada, queriendo fulminar a su hijo en eso preciso momento —Tenemos reglas, jovencito.

—No quería llegar tarde, lo siento —Era impresionante como se volvía tan sumiso al lado de su padre —YoonGi tuvo un accidente —Se acercó hasta el escritorio y tomó asiento con algo de temor.

—En primer lugar, no te di permiso para que te sentaras —Jimin se puso de pie al instante y agachó la cabeza —En segundo lugar, no me interesa lo que le pase a YoonGi, no eres su niñero —El rubio se relamió los labios, nervioso —Por algo tiene unos padres que puedan ocuparse por él.

—Pero me dijiste que mantuviera mi amistad con él —El hombre se levantó de su asiento y se acercó a Jimin. Se sentó sobre el escritorio a observar al menor a los ojos, intentando encontrar algún indicio para condenarlo —Lo... lo siento.

—No actúes como un estúpido —Tomó a su hijo de la barbilla y le obligó a retenerle la mirada —Sobre todo, no me tomes de imbécil. Tu y yo sabemos que ya no necesitas frecuentarlo más. Hemos conseguido lo que lo necesitábamos.

—¿Qué quieres decir? —Su corazón empezó a palpitar con desesperación —Pero el señor Min es tu socio y entiendo que aun trabajaras con él.

ROTO - YOONMIN +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora