CUATRO

50 7 3
                                    



Jimin estaba harto, su paciencia llegó al límite el día en que Jungkook apareció en la puerta de su casa sin ser invitado y se presentó ante su padre como su mejor amigo. Llevaba un maldito mes tratando de evitar al estúpido chico de ojos negros que logró sacarle de sus casillas en tan poco tiempo.

Rabió en silencio y se mordió las uñas con nerviosismo cuando esa misma tarde su padre le pidió que tomara asiento. Esa actitud tan tajante de su progenitor no era una buena señal, es más, cada vez que sucedía algo parecido siempre terminaba en una sutil advertencia. Jimin tembló levemente y agachó la mirada evitando todo contacto visual con el hombre que tomaba asiento frente a él.

Estuvieron sumidos en un largo silencio incómodo e inquietante. El rubio sintió como las palpitaciones de su corazón se hacían más potentes hasta el punto de doler. El terror le hizo morderse los labios y juntar las rodillas mientras que sus manos no dejaban de sudar.

— ¿Me quieres explicar quién es ese mocoso? —La ronca voz de su padre le hizo pegar un salto.

—Nadie —Respondió con suma rapidez y volvió a morderse los belfos.

— ¿Por qué vino a verte? —El adulto carraspeó la garganta — Jimin no me hagas perder la paciencia —El rubio soltó un largo suspiro — ¿Quién es? Sabes que no puedes mentirme, no puedes tener secretos conmigo. 

—Un compañero de la escuela —Respondió con temor, sus labios temblaron levemente y la garganta se le seco en un pestañeo. 

— ¿A que vino hasta aquí ? —Formuló la pregunta nuevamente.

—No lo sé —Ocultó las manos entre sus piernas —Le gusta gastar bromas. Seguro me siguió y aprovechó para hacerme pasar un mal rato. Solo... sola no le des importancia. 

—Eso no fue lo que vi. Se toma muchas atribuciones contigo y eso es algo que no puedo pasar por alto —El hombre empezó a levantar la voz —Parecen cercanos.

—No es nada de lo que deberías preocuparte, déjame arreglar esto ¿Si? —Jimin se atrevió a levantar la mirada, mientras que le suplicaba en silencio que se detuviera, que él no estaba haciendo nada malo.

—No me decepciones, Jimin. No quiero un hijo torcido, los homosexuales no son bien recibidos en la sociedad, por lo tanto no eches a perder la única oportunidad que te estoy dando  —Su padre no pudo haber sido más directo —Te lo estoy diciendo desde ahora, si tienes ese tipo de inclinaciones te vas olvidando de mí y de tu futuro.

—No tienes por qué irte a esos extremos. Te prometo que no es nada serio —Jimin le clavó la mirada diciéndole con ello que no estaba mintiendo. Le estaba gritando con su silencio que confiara un poca mas él. 

—Eso espero —El hombre se puso de pie y se encaminó hacia su dormitorio en total silencio.

Jimin también se levantó con lentitud y arrastró sus piernas con dirección al segundo piso. Caminó como un sonámbulo hasta llegar a la puerta de su habitación, entró al cuarto con movimientos mecánicos y se lanzó sobre la cama. Él podía ser la persona más suspicaz y audaz, pero cuando se trataba de su padre todo su razonamiento simplemente se iba a la mierda.

Pasó sus manos por su rostro con rudeza y tiró de sus cabellos mientras que sus pensamientos maquinaban un millón de torturas para el entrometido de Jungkook. No le perdonaría el haber pasado la línea que marcaba su límite, ya de por sí sus días se tornaban pesados y grises debido a la presencia de cierto pelinegro que se encargaba de gritar su nombre cada mañana desde el segundo piso como si de un ritual se tratase. Le estresaba escuchar esa estruendosa y rasposa voz lanzándole una sarta de cursilerías patéticas, estúpidas y descabelladas, realmente era mortificante tener que soportarlo cada día, y tener que soportar a alguien más sobrepasaba su capacidad de tolerancia. 

ROTO - YOONMIN +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora