ROTO - YOONMIN +18

DOS

CULPABLE ES LO QUE DICE EL VEREDICTO

PERO INVICTO EN LA DERROTA DE UN POEMA

MI PROBLEMA ES CONVIVIR CON EL CONFLICTO 

DE UN CORAZÓN ADICTO A TODO LO QUE QUEMA

[...]

SHARIF 

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El jovencito de cabellos rubios y ojos azul cielo caminaba con premura buscando el aula en la que le correspondía sus primeras horas de clases. Rabiaba en silencio y maldecía el hecho de que tuvo que mudarse dejando atrás la cotidianidad de su vida y gran parte de sus recuerdos en las calles de una Berlín friolenta y grisácea. 

El transcurrir de su vida no había sido color de rosa, ni mucho menos normal. Jimin se escondía bajo un carácter fuerte y rebelde repelando a todos aquellos que querían husmear más de la cuenta, encerraba sus miedos bajo diez mil candados y suprimía cualquier sentimiento innecesario para que nadie pudiera leer en sus facciones lo que estaba sintiendo.

Las constantes pesadillas le hacían gritar en silencio todas las noches y la almohada se convertía en su testigo más fiel. Lloraba horas y horas sin poder conciliar el sueño, a causa de que un malévolo secreto del pasado lo mantenía en vela y con los nervios de punta, mientras que no dejaba de castañear los dientes, debido a la presión que esto acarreaba. 

El fantasma de Kim TaeHyung se colaba bajo sus sabanas y le rasguñaba la piel con sus crecidas y sucias uñas. En su delirio de niño abatido Jimin veía los putrefactos ojos cafés con terror. Pedía perdón por noches enteras y suplicaba que por favor lo dejara en paz, pero sus ruegos eran en vano, el espectro seguiría ahí acompañándolo a donde fuera por el resto de sus días.

—Mierda —Jimin refunfuñó al no encontrar el salón que buscaba.

Se encaminó al gran patio central que unía los tres grandes pabellones que se alzaban impotentes ante sus ojos y chasqueó la lengua en un intento de disimular su incomodidad. Antes de perder más tiempo de lo que ya había desperdiciado prefería ir con el administrador de la institución y preguntar por la ubicación del bendito salón. No tardó más de tres minutos en encontrar el edificio donde estaban las oficinas administrativas, se adentró en el lugar empujando la puerta de vidrio e inspeccionó con la mirada todo el recinto en un santiamén.

— ¿Puedo ayudarte? —Una voz lo hizo levantar la mirada.

—Sí, pasa que no puedo encontrar mi salón de clases —Se quitó los guantes de lana y tomo asiento en los grandes muebles de la recepción antes de que la pelirroja le indicara que lo hiciera —La verdad es que ni siquiera se en que pabellón está el aula que me corresponde.

— ¿Puedes decirme tu nombre? —La muchacha le habló con suavidad.

—Chenkov Jimin —Respondió secamente.

—Eres de origen asiático ¿verdad? —Estaba cansado de que le hicieran la misma pregunta cuando era tan obvia.

—Eso se nota a leguas —Su respuesta fue dura —No tiene caso que le responda ¿o sí?

—Lo tengo —La chica pasó saliva — Estas inscrito en el grupo A, por lo tanto tus clases son en el pabellón C, en el aula 315. Te toca matemáticas —La chica sonrió levemente —Te voy a imprimir el horario.