El padre de Jimin daba vueltas cual león enjaulado, rabiaba porque el pequeño rubio no se encontraba en su habitación y hasta ahora que eran aproximadamente las tres de la madrugada aun no daba indicios de aparecer. El hombre observó su reloj una vez más, en ese preciso momento se dio cuenta de que no sabía absolutamente nada de su hijo, a donde podría ir o con quien. Tampoco estaba muy seguro de lo que haría para encontrarlo. Aunque una estúpida idea deslumbró en lo más recóndito de su memoria, si Jimin no volvía a casa sería una buena manera de deshacerse de él, incluso ahora que lo pensaba mejor, ya no era de mucha ayuda.
Tomó asiento sobre el gran escritorio de roble que se encontraba posicionada exactamente en el centro de su despacho y sonríe un poco, agarra los documentos que anteriormente estaban desparramados al lado de él y observa el expediente de su hijo. No estaba satisfecho con los resultados que había obtenido, debido a que Jimin fue creado a su imagen y semejanza, sin embargo, dentro de él aún albergaba un mínimo de esperanza para regresarlo al buen camino, para que al final pudiera cumplir con el propósito para el cual fue engendrado.
Sin muchos ánimos, después de esperar por una hora más se va a la cama, solo espera que su pequeño e intrépido Jimin recapacite y regrese a casa, pero si por otros motivos circunstanciales llegaba a pasarle algo irremediable, tampoco lo lamentaría. Después de dar algunas vueltas sobre su lecho logra dormir por unas cuatro horas.
Suelta un bostezo largo y se deshace de las sabanas que cubren su cuerpo, sin perder más tiempo se encamina hacia el dormitorio de su hijo y al notar que la cama aún sigue tendida refunfuña furioso y golpea la puerta de la habitación con todas sus fuerzas.
—¡¡Carajo!!
El hombre de ojos azules coge un portafolio de su despacho y se dispone a marchar hacia su oficina, esperando que en el transcurso del día su rebelde hijo dé la cara y regrese a casa, como esos perros arrepentidos después de cometer alguna travesura, regresan con la cola entre las patas. Aunque Jimin mantenía una calma inquebrantable frente a situaciones que cualquiera desesperaría, era tan frágil que el más simple ventarrón podría revolcarlo en el piso y su padre era consciente de aquello, lo notó desde que era muy pequeño. Era demasiado amable, inocente y sobre todo muy benevolente, algo que no podía ser perdonado en el trabajo que su progenitor había dispuesto para él desde antes de que naciera.
El día terminó demasiado pronto, por lo que el cansado hombre retorna a casa con premura solo para encontrarla vacía y desolada. No había ninguna señal de su hijo, aunque en un principio pensó que sería mejor que no apareciera, ahora realmente quería tenerlo de vuelta, solo por el estúpido capricho de que alguien más siguiera con su legado y que mantuviera a su estirpe morando sobre la tierra por muchísimo más tiempo. No había nadie más que Jimin, nadie más podría sustituirlo, para su pesar era el único que quedaba.
Pasaron tres largos y alarmantes días desde que Jimin no daba señales de vida ¿Dónde carajos, se había metido? El señor Chenkov daba vueltas y vueltas como el primer día, cual fiera salvaje en cautiverio. Sin pensarlo más, toma el celular desechable que reposa sobre el escritorio y marca unos números, después espera que alguien responda mientras se acomoda sobre su reconfortarle asiento y toma una bocanada de wiski.
—No esperaba que me llamaras tan pronto, Alek —Se escucha una carcajada sarcástica al otro lado del contestador —¿Cuál es el trabajo esta vez?
—No estoy para bromas, Kim SeokJin. Necesito que encuentres a Jimin, se ha ido de casa hace tres días y no he podido localizarlo —El hombre vuelve a tomar otra bocanada de wiski.
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ROTO - YOONMIN +18
FanfictionPorque fuiste mi mas horrible fragmento y me convertiste en el monstruo que soy ahora. YoonGi desea huir de su tormentoso pasado, olvidar y demostrar que puede retar a la misma muerte y Jimin solo intenta escapar de su infierno, de la culpabilidad...