VEINTIUNO

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TERMINÓ ROMPIENDOSE CUAL FRAGIL PORCELANA

FUE ABANDONADO CUAL VIL VAGABUNDO 

Y TERMINO MURIENDO CUAL HUERFANO SIN REFUGIO 

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YoonGi se despertó asustado, puesto que en un abrir y cerrar de ojos se encontraba sentado sobre su cama mientras el sudor perlaba su rostro, su pecho subía y bajaba en un vaivén acompasado, debido a su pesada y agitada respiración. Pasaron exactamente tres días desde el accidente, días en la que no se atrevió siquiera en reunirse con su novio, ya que no estaba preparado para afrontarlo, para por lo menos justificar la atrocidad que había cometido.

Se levantó de la cama y en el instante en el que se puso de pie se tambaleó por la debilidad de sus piernas, por lo que tuvo que sostenerse en la mesa de noche para no perder el equilibrio. Tomó varias bocanadas de aire con el fin de tranquilizar a su inestable corazón y sobre todo para apaciguar la voz de su conciencia, que no dejaba de martillarle la cabeza culpándolo y juzgándolo por lo que no debió de hacer. Respiró profundo y se puso de pie nuevamente. El pelinegro se dirigió al baño para tomar una ducha de agua fría con tal de despejar su mente y al fin tomar una decisión.

Dejó que el líquido frío se resbalase por su cuerpo, se mantuvo apacible y quieto bajo el agua, sin embargo, su interior estaba ardiendo en llamas, quemándolo y haciendo cenizas sus entrañas, pero a pesar de que sabía que lo que había hecho estaba mal, aun así, no quería renunciar a Jimin. A pesar de comprendía la magnitud del daño que iba a ocasionar y que seguramente el rubio terminaría odiándolo, no se resignaba a perderlo. Algunas lágrimas se desprendieron de sus ojos y se mezclaron con el agua de la ducha. YoonGi soltó un alarido y se dejó caer en cuclillas golpeando las paredes cubiertas de finos azulejos.

—Lo siento, Jimin. Perdóname.

Arañó su cuerpo dejándose algunos rasguños sangrantes en el proceso, deseaba quitarse el olor de Hoseok, borrar el calor que su cuerpo sentía cada vez que recordaba sus besos. Tiró de sus cabellos queriendo olvidar esa imagen tan malditamente perfecta, quería conservar únicamente a un rubiecito de ojos azules brincando en toda su memoria. YoonGi se mantuvo encorvado por un largo rato más, mientras sollozaba y el ruido del agua acallaba sus quejidos. Quería desaparecer en ese mismo instante, morir para no seguir sintiendo tanta confusión.

Al salir de la ducha cogió una toalla y empezó a pasarlo por su cuerpo para secarse e hizo una mueca al sentir dolor en los rasguños que se ocasionó a sí mismo. Tuvo vergüenza al ver su imagen en el espejo por lo que agachó la mirada y no se atrevió a levantar la cabeza hasta que terminó de vestirse. Al salir del baño revisó su celular y para sorpresa suya tenía tres llamadas perdidas de Jimin, por lo que con manos temblorosas oprimió la opción llamar.

—Hola, Jimin —Habló suave cuando el rubio respondió la llamada —¿Quieres salir hoy? Es fin de semana, así que podemos ir a comer o tomar algo —Se relamió los labios mientras oía la respuesta de su aun novio —Esta bien, entonces nos vemos en el lugar de siempre —Colgó sin agregar más palabras.

Después de la llamada se dirigió hacia la cafetería que se encontraba frente a su institución educativa, ya que para ambos era un lugar especial, fue donde tuvieron su primera charla, incluso después que empezaron a salir todas sus citas y días especiales lo habían celebrado en ese mismo lugar. No tardo más de media hora en llegar. Se adentro en el lugar y observó el característico color gris, se encaminó hasta la parte más discreta, en la que las mesas se encontraban más apartadas unas de otras.

ROTO - YOONMIN +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora