Capítulo veinticinco.

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Acomodamos nuestras ropas no nos dejábamos de mirar, no me creía lo que había ocurrido pero pasó y ella estaba a mi lado.

-Dime, ¿Cómo haremos para bajar?. – Los nervios comenzaron a jugarme una mala pasada.

-Pues, por el ascensor bonita. – Largó una carcajada.

-Que graciosa eres, sabes que allí abajo está todo mundo y nos verán mojadas.

-Diremos que a un mozo se le volcó el agua encima de nosotras.

Me reí aún más mientras entraba al ascensor.

Dejé un beso en su mejilla antes de que se abrieran las puertas a la realidades.


Para nuestra suerte todos estaban prestando atención a la escena que hacían unos empresarios ebrios, típico en los eventos que alguien se emborrache.

-Ten. – Me dio unas servilletas.

Rápido corregí las imperfecciones de mi maquillaje y sequé mis brazos.

-Brujita… - Me miró casi suplicándome.- ¿Cuándo volveré a verte?.

Al parecer compartíamos la misma pregunta: ¿Qué pasará después?.
Mi mente se nubló, no sabía que contestar.

-Pues… Te dejaré mi num-


Alexa! Tengo noticias importantes, es urgente. – Cathy estaba totalmente alterada. -Oh, Victoria… Tu esposo te busca, esta ebrio y hace el ridículo.

Cathy estaba totalmente alterada, pero aún así se detuvo a mirar de mala forma a Victoria sin detectar que estábamos algo mojadas.

Agarró mi mano y me llevó urgente a nuestro cuarto en el hotel.

Y yo me quedé con esa vista de Cathy llevándome y dejando a Victoria atrás sin saber si la volvería a ver, ya que después de hoy tendría que volver a la empresa que estaba al otro lado del mundo.

-No sé que estabas haciendo con ella y porque estás empapada pero después me lo contarás, siéntate.- Me lo ordenó.


Le hice caso, estaba intrigada pero a la vez tenía la secuencia de Victoria en la terraza apoderándose de mis pensamientos. Traté de quitarlos y prestarle la atención que necesitaba la bella mujer que tenía a mi lado.

-¿Te acuerdas del tratamiento que hicimos hace meses?.  – Se sentó a mi lado sosteniendo mi mano y mirándome fijo.

Mis ojo se abrieron.

-¿La muestra de sangre que dejaste hace unas semanas recuerdas?.

-Sí, no entiendo … Cathy, que ocurre. – No podía formular otra frase más.

-Me llegó el resultado por email, a ti seguro que te ha llegado ahora. – Sus ojos eran tiernos por alguna extraña razón.

Olvidé completamente a donde había dejado mi celular.

Mierda… Seguro quedó en esa terraza.

-N-no se a dónde lo dejé, pero continúa...

Buscó su móvil y me lo enseñó.

-Lee, tenemos turno la semana que viene. – Expectante a mi reacción, la pelirroja esperaba alguna respuesta mía.

Lo único que leí fue

“Resultado:Positivo

Sí, estaba embarazada de Cathy. ¿Cómo es posible que ella me haya convencido?.

Hace 2 años una noche regresamos de grabar una serie la cuál es protagonista, nos sentamos a beber y hablar de nuestro futuro.
Ella me dijo que quería ser madre, nunca me detuve a reflexionar sobre tener un ser que dependería de mí de por vida hasta esa noche.

Horas de platica, botellas de vino regada en la mesa y ella  convenciéndome. Dio por resultado que accediera, pues no me parecía mal tener un hijo con una actriz que se encontraba filmando una serie de terror furor en el mundo.
En el fondo supuse que sería una buena madre, y nuestras carreras estaban más que bien. Traer un bebé al mundo comenzaba a implantarse en mis pensamientos.

Semanas después de nuestra gran decisión, ella llegó a mi departamento con un sobre enorme con toda la información acerca de un tratamiento de fertilidad nuevo; El método ropa.

Era increíble lo que la ciencia podía hacer, y en mi interior crecían las ganas de tener un bebé igual a Cathy.

Recorrimos todas las clínicas hasta que encontramos la nuestra en donde nos sentimos completamente cómodas y asesoradas por un equipo médico increíble, pasamos por varías  pruebas con meses de estudios… Hasta que hoy llegó el día.

Muchas cosas cambiaron durante esos meses hasta hoy.

-Cathy, es.. es. – Estaba perpleja. – Increíble.

-Lo es verdad. – Supongo que es tiempo que traigas tus cosas a mi casa, o si quieres iré a la tuya.

La cabeza me daba vueltas.

-Lo resolveremos en el momento, iremos viendo. – La abracé. – Mira Catherine Boss, espero que sea igual de talentoso que tú y que tenga tu bello rostro. – Mis pensamientos estaban en conflicto, una parte de mí agradecía el resultado y otra parte quería huir de esa habitación para correr hacía los brazos de Victoria, pero a quién engaño es la vida real y lo último no va a pasar.

-Verás que sí, vamos a dormir. Tenemos un día largo mañana y necesitamos planear todo. Iré a darme una ducha.

Se dirigía al baño y yo la miré, su pelo corto y su alta figura era un lujo.

-Alex, por cierto … - Se apoyó en el marco de la puerta. – No me has dicho porque estas mojada.

Abrí mis ojos como dos platos y me sonrojé ante el recuerdo.

-Oh. – Carraspee. – No es nada, tropecé y caí a la piscina. – Dejé de mirarla y rasque nerviosa mi cabeza como si fuera un mecanismo para calmar mi ansiedad.

-Ten más cuidado la próxima, ahora llevas a mi hijo. – Cerró la puerta sin más.


Me aventé a la cama y solté todo aire pesado como si me liberara de ese embarazoso momento.

Miré al techo pintado perfectamente de blanco, eso me gustaba porque podía pensar libremente y perderme en el vacío del color.

¿Y ahora que pasará con Victoria?. No puedo hacerle esto a Cathy, estuvo en todos estos años que han pasado, viéndome sufrir y triunfar sin dejarme sola, además sentía algo inexplicable por ella que no era nada parecido al amor feroz y caótico que sentía por Victoria.

Mi amor por Cathy era constante como un río y tranquilo como un atardecer de otoño. Ella es mi hogar cálido al que siempre quiero regresar porque va a estar de brazos abiertos para darme del calor de su ser…. Cathy podía ser fría y dura pero jamás lo era conmigo, afloraba su lado cursi.

Gracias por aparecer en mi vida.
Mis ojos se cerraron lentamente pero pesados por tal cansancio de un día para la historia.

¿Qué haré ahora?.



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