Capítulo catorce.

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Nos encontrábamos en su hora, el ambiente era tenso pero ella seguía fingiendo que no existía, yo por mi lado me limité a realizar todo lo que pedía en la clase sin llamar su atención.

No deseaba mirarla, aunque sus curvas me lo hacían imposible parecía que hoy estaba más hermosa y jodidamente sexy de lo usual.


El timbre me salvó de esa tortura que significaba su indiferencia y su seductor cuerpo.
Hoy nos tocaba un partido luego de teatro, a pesar del frío que hacía.


-Profesora. – Miraba a su escritorio. – Natalia me dijo que tenía que buscar las llaves del salón de teatro. – Ella seguía guardando sus cosas sin importarle que le hablara.

-Aquí tiene. – Las dejó sobre el escritorio.

-Gracias.


Su actitud injusta que tenía me molestaba, ¿Porque conmigo tenía que ser tan mala pero con los demás se mostraba muy agradable?

-Dile a Natalia que tú me las traerás después de su clase, tengo que seguir decorando el salón. – Genial, ahora era toda una ama de llaves.

-Sí le diré que se la alcance.

-No, tú me la alcanzarás. ¿Acaso no eres su mejor alumna?.

-Eso dice. – Una pequeña risa se me escapó, y Victoria elevó su vista a mí. – Soy su mejor alumna y la que mejor nota tiene, es muy buena profesora.

Victoria carraspeo mientras colocaba el bolso en su hombro.

-Espero que la alumna de la que estés hablando seas tú y me la traigas.

¿A qué se refería?.

-Mis notas afirman que soy yo y ella misma lo ha dicho; que soy su mejor alumna.

Negó con su cabeza mientras sonreía.

-A todos les va bien en su materia Alexa. No eres la única alumna con la que ella se lleva bien. – Sus ojos estaban diciéndome algo que no comprendía. Pero sus palabras generaban más enojo en mí.

-Pues.. no es la única profesora quien abraza a todos sus alumnos. – Dije desafiante.

-¿Estás celosa brujita?.

-No. Yo no… no es así tú.. – Aclaré mi garganta. – Tú puedes abrazar a todos los alumnos que quieras. – La mandíbula se me tenso.

Ella sonrió. – Si, puedo abrazar a quién yo quiera. Pero mi corazón es grande y yo te quiero mientras que a mis otros alumnos igual.

Genial, era más del montón.

-Me parece perfecto que quieras a todo el mundo. Pero a mi me gusta la exclusividad.

-¿Acaso tienes una balanza que pese mi querer? ¿O más bien se vea a quién quiero más?.

-No, pero me doy cuenta a simple vista que quieres a todos tus alumnos por igual. Gracias por las llaves.


Me fui de ahí escupiendo fuego y caminando con desespero. Era una más del montón y ni siquiera se molestó en negármelo.

Me siento estúpida al permitirme quererla, cree un mundo por pequeños actos que sólo eran una mera demostración de cariño. Mal interpreté sus acciones y palabras. Eso me frustraba.. En el fondo me sentí ingenua.



La hora en teatro para mí suerte había sido reconfortante, lo disfrutaba; me reía, nos distraíamos y de momentos olvidaba que era una asignatura. Natalia se encargaba siempre de que nos la pasemos muy bien todos.


-La profesor Díaz me pidió que le alcance las llaves, tiene que terminar con las decoraciones. – En mi cara se notó el disgusto que me causaba la idea de tener que verla, lo cual no pasó por desapercibido ante Natalia.

-Aquí tienes, ¿Son ideas mías o tú no quieres?. – Me miraba intrigada como si en su rostro se le dibujara un signo de interrogación.

-Estás en lo correcto, pero me lo ordenó. – Suspiré rendida.

-¿Sabes qué? Se las llevaré yo, le diré que tú te fuiste a cambiar para entrenar.

Enseguida sus palabras provocaron una sonrisa y la miraba como si fuera mi salvación.

-Gracias en verdad.


Así fue, ella se dirigió al despacho de Victoria y yo fui a cambiarme para entrenar.


La hora de entrenamiento se fue volando y la primavera se acercaba cada día más.

-¿Haremos algo para festejar la primavera?.

-Sí amiga, seguro que Luca ya tiene planes para que salgamos. – Ella rio ante mi comentario.

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