Capítulo doce.

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Como fue que en pocos meses ella se adentró a tal magnitud en mi corazón, quizás fue de lo mas fácil enamorarme de ella.
No buscaba enamorarme, no buscaba amarla pero el corazón no sabe de barreras e impedimentos para amar.

Victoria había llegado a mi vida como un huracán, revoloteando mis sentimientos, dejando miles de conflictos en mi mente debatiendo entre lo políticamente correcto que sería alejarme de ella o por seguir a mi inexperto y noble corazón que pedía a gritos una dosis diaria de su persona, no sólo físicamente.

En poco tiempo la quise y entendí que ella no estaba consciente de lo que su ser puede hacerles a las personas, ella podía ser dictadora con quiénes la enfrentarán o una demócrata con quiénes amaba, brindando todo lo mejor de ella para sus allegados.

Ella podía ser el fin y el principio, se amoldaba como ella quisiera tomar forma, si quería era un mar tranquilo en una atardecer de verano o si lo deseaba podía convertirse en un maremoto con olas gigantes devastando todo a su paso.
En pocas palabras amaba sus facciones y virtudes tanto como sus defectos, quería conocer más de su vida, de sus temores o sus sueños y ver sus ojos iluminarse al cortarme algún que otro logro en su vida.

Sí, entendí que comenzaba a enamorarme.



-Hola, ¿cómo estás?. – Me encontraba en la puerta de una cafetería.

-Hola, muerta de frío no me gusta. – Ríe. - ¿Entramos?

-Claro.

El lugar era bastante acogedor, al entrar sentías la calidez que brindaba la iluminación del lugar y el olor a café. La gente se encontraba hablando con sus acompañantes formando un paisaje sonoro de voces interponiéndose.

Un mozo se nos acercó y muy amablemente pedimos unos cafés.

-Así que no te gusta el invierno, entonces ¿Prefieres el verano?.

-Prefiero la primavera o el otoño, los extremos de mucho frío o calor no me agradan. - Sonrió.

Se encontraba muy bonita, vestía de negro y eso resaltaba su elegancia sin olvidar su amor por los tacos agujas era una mujer muy hermosa e iba a la par con su forma de vestir.

Me limité asentir con la cabeza. Mientras que el mozo depositaba nuestras tazas de café, era algo que realmente disfrutaba oler, y más en invierno.
Tenía la teoría que el café es mejor en épocas heladas.

Nos encontrábamos sentadas junto al vidrio y eso nos permitía ver hacía afuera. El clima era sumamente helado y el viento acompañado por hojas muertas, penetraba en el cuerpo.

-¿Cómo la pasaste ayer con tus amigos?. – Preguntó mientras llevaba a sus labios la taza de café.

-Bien, todo tranquilo. Fue una simple juntada improvisada, no tenía idea que irían porque estaba contigo y me olvidé completamente de mi celular. – Sorbí un trago.

-Y con ellos si te acuerdas que tienes celular. – Afirma.

-Si… bueno es que.. tú. – Aclaré mi garganta. – Quería hablar contigo, además ellos se encontraban en la sala escuchando música.

-Tranquila. – Esbozó una sonrisa mientras negaba con la cabeza y dejaba su taza. – A mi también me gusta hablar contigo. - Me miró intrigada.

-Alexa dime porque nunca has tenido novio. ¿Qué esperas?. – Noté como me miraba atenta y su cuerpo se tensaba. – No me malinterpretes, sólo es curiosidad.

-Es que nunca me he enamorado. Digamos espero enamorarme para poder comenzar una relación. – Mis mejillas estaban rojas ante el exceso de atención que me prestaba. – Se que hay muchos que se ponen de novios sin ningún sentimiento de por medio pero yo no funciono así.

-Me alegro que pienses así, eres diferente al resto y eso es lo que me gusta de ti. – Salió de ella esas palabras tan simples pero para mí significó mucho crecía un fuego que se extendía a todo mi cuerpo.

-Y .. cómo están tus cosas con tu marido. – Aparté mi vista, necesitaba un respiro de tan intensos ojos.

No hacía falta mirar su rostro para notar su tristeza.

-Espero que mejoren. – Tu tono de voz era muy nostálgico, me di cuenta que hablar de él la ponía mal. Y lo odié, como se permitía entristecer a tal mujer, después de que ella le entregó su corazón pareciera que no le importara dejarla en las noches sola y triste.

-No se lo que ocurra pero espero que pronto se solucione y puedas estar bien, sabes que yo estaré para cuando me necesites. – Afirmé mientras le dedicaba una sonrisa haciéndole saber que todo estará bien.

-Gracias bonita por tus buenas vibras. – Agarró mi mano y la acariciaba. – Te quiero mucho.

Sus palabras provocaron un gran dolor inexplicable en mi pecho, era un dolor intenso pero me resultaba agradable de sentir, mi cuerpo ante éste dolor se tornó caliente y mis músculos se tensaron. Eso.. ¿Era sentir amor de verdad?. Amaba ese dolor y sólo ella lo podía generar.

-Yo también te quiero mucho Victoria. – Una sonrisa se me escapó y mis dedos tomaron vida propia para entrelazarse con sus dedos.

Ambas mirábamos este acto, no dijimos nada pero al menos por mi parte estaba sintiendo de todo.
Mis yemas morían felices al sentir su piel, al acariciarla, masajear su mano, apretarla. Ella no puso objeción alguna sólo se limitó a mirar nuestras manos unidas y después se concentró en mis pupilas.

Dicen que las pupilas se incrementan al ver a la persona que amas, y en ese momento podía afirmar esa teoría.

Aunque sus ojos tenían brillo, no logré descifrar esa mirada hacía mí.

Ella me regaló una sonrisa mostrándome sus perfectos dientes y yo devolví tan hermoso acto.
Seguimos así unos minutos más hasta que el mozo volvió con la cuenta, ella separó bruscamente su mano como si de un crimen se tratase y corrió su vista  para mirar hacía fuera.
Esta vez pagué yo y nos fuimos sin decir una palabra de aquella cafetería, que ahora se convirtió en mi favorita.

-Allí está mi auto. – Señaló.

-Esta bien, espero que la hayas pasado bien. – Nos paramos en frente de su auto, no sabía que decir.

-Si gracias, nos vemos. Cuídate. – Su mirada era opaca.

-También cuídate Victoria. – Me acerqué a darle un simple beso en la mejilla y ella se fue seguido de ese acto mío.

La situación fue extraña. ¿Porqué reaccionó extraño? ¿Porqué su actitud se volvió tan fría? ¿Me habré excedido al tocarla de esa forma?.

Entré a mi auto, prendí el estéreo y mágicamente salió una canción de Rihanna,

And you got me like oh (Y me tienes diciendo, oh)

What you want from me? (Que quieres de mí?)
What you want from me? (Que quieres de mi?)
And I tried to buy your pretty heart (Intenté comprar tu bonito corazón)

But the price too high (Pero el precio era demasiado alto)

Mis ojos se cerraron para que mis oídos y corazón escucharan cada palabra. Me encontraba sumida en cada melodía y letra.
Resulta que siempre hay una canción para cada sensación o acontecimiento.

Y en este momento esta canción reflejaba toda mi desesperación al no saber porque Victoria jugaba con mis sentimientos o quizás sólo era producto de mi imaginación.

Me encontraba muy ilusionada y una gran parte de mi se aferró a la idea de que ella podría sentir algo por mí, pero mi raciocinio me rectificaba que su corazón era de un hombre que no la valoraba.

Y como dice la canción sentía amor en el cerebro.



Así las semanas pasaron, sin ningún mensaje de su parte. Mis días eran duros porque extrañaba tener noticias de ella y saber como se encontraba. Al contrario de lo que yo quería, sólo vi fotos en su facebook donde estaba con su esposo y su hijo, ella se había ido de viaje.

Al ver esa foto de ellos tres, unas lágrimas se desprendieron de mis ojos, salían furtivas y dolorosas, me reprochaba a mi misma por enamorarme de ésta manera no tenía control alguno de mis sentimientos y eso era lo que más odiaba.


Se encontraba abrazada a él con una sonrisa de felicidad plena, estaba hermosa sonriendo de esa manera pero sus ojos no mostraban ese brillo con el que me miró aquel día en la cafetería, estaban opacos esos marrones ojos.

¿Porqué su brillo se extinguía al lado de él?.

En el fondo estaba feliz por ella, aunque me encontraba llorando con mi corazón desgarrado, me dolía pero ya ese dolor no era uno placentero.. Era uno que me acortaba la respiración y provocaba que mis ojos dolieran en cada lágrima derramada por ella.

Javier no la merecía pero la hacía feliz o al menos eso quise creer.

Mis vacaciones fueron aburridas, salía todos los días con mis amigos pero estaba ausente en espíritu, el dolor bloqueaba completamente la posibilidad de disfrutar con ellos.


Así concluyeron mis vacaciones de invierno, con emociones incontrolables y llantos por las noches hasta quedar dormida. Me sentía egoísta al pensar que su felicidad era al lado de ese hombre y ese hecho me causaba tristeza…. Se podría decir que su felicidad era mi desgracia.

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