Capítulo diecinueve.

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-No soy ese nombre.

Voltee y era ella, tan hermosa.

-¿Qué hace despierta profesora?. Disculpe, no quería hacer mucho ruido.

-Ven. -Me tomo de la mano y fuimos a su cuarto, que quedaba justo en frente del mío.

Mi mano con la de ella me hacía entender que estaba bien, era correcto la unión, el calor de su mano encajaba perfectamente con la mía.

-¿Por qué me traes hasta aquí y.

-Porque se que estabas molesta conmigo, y Alexa quiero que sepas que tú me importas; nunca te sientas de menos conmigo porque cada día que pasa siempre pienso en ti y te tengo presente en mis pensamientos. ¿Sí bonita?. – Ella se acercó más a mí, su mirada era demasiado tierna, sus ojos brillosos.

¿Por qué eres tan perfecta?.

-Y yo pienso en ti también. – Le sonreí. – Sólo me asustó todo lo que pasó con Natalia y tengo miedo de que haga algo.

-Solo es una hippie que fuma todo el tiempo, está loca. – Ella me abrazo sin que yo lo esperase.

Sus manos lentamente recorrieron mi cintura hasta atraerme hacia ella, mis brazos se posaron en su espalda y mi cabeza se dejó caer en sus hombros cerrando mis ojos para sentirla. Su abrazo era algo que siempre amaba, su forma de abrazarme era único y solamente exclusivo en el que yo le gritaba que estaba enamorada de ella.

-Estás mojada. – Me susurró al oído. Y mi piel se erizo completamente.

-Me moje llegando al hotel.

-No te enfermes, ¿Sí?.

-Te quiero Victoria. – Mis brazos se aferraron más a ella y mi cabeza salió de su hombro para verla de cerca.

-También te quiero brujita. – Sólo nos miramos a milímetros de la una a la otra. Nuestras respiraciones chocaban armoniosamente y nuestros ojos danzaban juntos. Verla de cerca era poesía.

Lentamente fui acercándome, ella lo notó se puso tensa y dejó de sonreír.
Qué más daba si me negaba un beso, perdería mi dignidad con ella más de lo que ya lo hice.

Ella seguía con sus brazos en mi cintura y yo en su espalda, frené un segundo para mirarla a los ojos, ella me aceptó con su mirada y se acercó más hasta cortar el espacio de nuestros labios.

Mi corazón estalló y su beso fue algo que marcó con fuego en mí. Sus labios húmedos jugando con los míos, el calor de su lengua se mezcló con la mía.

Una mano suya subió a agarrar mi rostro sin separarnos, nuestro beso fue apasionado, en cada segundo nos gritábamos cuánto deseábamos esto.

Lentamente después de varios minutos ella dejó de besarme, posando su cabeza en la mía y con la respiración entrecortada.

-¿Fue más lindo que besar a un desconocido?.

-Sí. -Le sonreí y deje un rápido beso de vuelta.

-Ya recuperé lo que era mío.

-¿De qué hablas?. – La miré intrigada.

-De tus besos Alexa.

-Pues siempre seré tuya aunque me digas que puedes compartir.

Ella sonrió y dejó un beso en mi frente.

Se alejó y buscó una toalla.

-Ten. Sécate un poco.


Me senté en su cama, seque mi pelo y mi cuello. Y ella se sentó a mi lado.

La miré como si fuese la última noche en la que la vería. Sus hondas de ceda, sus ojos únicos en el mundo, su sonrisa y su cuerpo era lo único que quería tener guardado en mi mente.

Un rayo iluminó el ventanal que se encontraba al costado de la cama e inmediatamente todo se quedó oscuro.

Yo aproveché para acercarme a ella y besarla nuevamente, me volví adicta a sus besos, su lengua y sus labios.
Ella me recibió y nuestras lenguas húmedas comenzaron a jugar.

Esto se sentía estar enamorada de ti Victoria.

Nuestros besos se intensificaron y ella bajó su mano acariciando mi espalda descubierta para sacar mi vestido.

-¿Estás segura?. – Cortó nuestro beso.

-Sí, completamente segura.

Ella desabrocho mi vestido y yo saqué su blusa.

Sentí como con su cuerpo me recostó en la cama y su mano empezó a acariciar mi cuello bajando por mis clavículas y bordeando mi sostén, sin dificultad ella me lo sacó y posó sus manos en mí.


Estaba roja y un calor se apoderó en todo mi cuerpo haciéndome gemir por el tacto y sus movimientos.

Quite su sostén y besé su cuello dándole pequeñas mordidas, no podía creer que su piel tersa fuese tan hermosa y su perfume me estuviera llevando a un sueño del que nunca quisiera despertar.

Besó mi abdomen sacando todo mi vestido y yo arranqué su pantalón y me tomé toda la libertad de acariciarla, noté como su respiración era agitada y sus músculos se tensaban ante mi tacto, ella tenía un cuerpo de atleta con algunos abdominales.

Me senté arriba suyo y dejé besos en su cuello, mientras con mis manos acariciaba su perfecto busto.

Seguí dejando besos, mordiscos hasta que llegué a su entrepierna. Sin dudar quería probarla y beber de ella, pasé mi lengua lentamente y no pude evitar gemir por su sabor. Seguí jugando con mi lengua y dando pequeñas succiones mientras sentía sus manos en mis cabellos, algo estaba haciendo bien.

Ella llegó al orgasmo y yo no dude en probarlo, era demasiada perfecta para ser verdad, sólo mencionó mi nombre combinado con un hermoso tono de voz.

Me acostó y su mano siguió danzando hacía más abajo hasta que se topó con mi cicatriz.

-No tengas miedo, es hermosa. – Dijo posando un beso en ella.

Me quitó todo, estaba metida entre mis piernas besándome hasta que con una mano me levantó la mía y sus dedos se deslizaron como fuego entre mis piernas.
Gemía arañando su espalda mientras ella devoraba mi cuello dejando una marca para siempre en mí.

Sentirla dentro mío embistiéndome con deseo, sentir su piel, sus besos húmedos en mi cuello y boca... Hicieron de ésa noche inolvidable.
Mi virginidad le pertenecía a ella y mi corazón se marcó por su fuego.


-Te quiero bonita. – Posó un beso en mi cabeza.

Nos encontrábamos acostadas y yo en sus brazos como siempre lo soñé.

-Te quiero mucho Victoria. Gracias por esta noche, fue muy.


-Me vuelves loca Alexa, pero se bien que eres mi alumna y no dejo de pensar que te quité tu virginidad yo; Tu profesora. – Se la notaba arrepentida.

-Te agradezco por eso, porque yo lo deseaba contigo. Lo que pase en éste viaje quedará aquí, te lo prometo.

Ella sólo largó una leve carcajada y me abrazó más.


Así lentamente nos dormimos con el diluvio de fondo.

Había caído rendida pero yo me quedé admirándola en lo oscuro de la habitación.

Esto se siente tenerte por una noche, esto se siente amarte y entregarme a ti. Verte dormir a mi lado, en tus brazos es algo que quisiera sentirlo por el resto de mis días.

Te amo aunque no sea capaz de decírtelo porque se que tu corazón es de tu esposo, un hombre que no te merece.
¿Por qué sigues apagándote a su lado?.


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