Capítulo cuatro.

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Me encontraba en la última hora de clases. Ya era viernes, habían pasado varios días desde que ella me dijo que le importaba. Todos los días mi cabeza trataba de descifrarla, aunque sus clases fueron de las más normales y vulgares, mis ojos ya no la veían igual… Seguía con cierto remordimiento al hablarle contestado de esa manera, pero yo no sabía expresar disculpas y me pasé todo el día buscando las palabras correctas.

Era mi profesora después de todo, y le falté al respeto. Ella se merecía una disculpa.


-Alexa, ¿vienes con nosotras? Vamos a un comer por ahí y a casa de Lola para esperar a la hora del partido.

-No gracias Bianca, creo que me iré a mi casa para ducharme y ver a mi madre. – Omití la parte en la que me iba a disculpar con Victoria. – Nos vemos en el predio, no lleguen tarde bellas.


Dejé un beso en la mejilla de Bianca y me fui hacía su despacho.

Hacía un calor del infierno y estaba sudando, mientras caminaba por el patio para llegar hacía ella me solté un poco la corbata para desabrochar unos botones de mi camisa blanca, demasiado formal eran los uniformes del colegio.

Me paré en frente de su puerta, respiré hondo y toqué dos veces.


-Oh, Señorita Rago pase. – Su cara de asombroso era notoria.

Estaba demasiado hermosa, mierda porque es tan sexy con ese labial rojo, la claridad del sol le llegaba y me permitían ver esos ojos marrones combinados con el color del fuego eran únicos, un marrón claro que sólo le pertenecía a ella. Los ojos marrones son comunes pero puedo jurar que los suyos eran su marca personal, su identificación.

-A que debo esta visita sorpresa Alexa. –Me dijo sentándose en su silla.


-Yo.- Aclaré mi garganta. – Venía a pedirle disculpas por haberle faltado al respeto.. no.. no quise Vict.. Profesora Díaz..

Se reía removiéndose en su silla, sus ojos se desviaron rápidos y sutiles hacia mi busto al notar que esa camisa entallada dejaba asomar un poco de mi sostén.
Al notar que me miraba un calor asfixiante empezó a nacer en mí y ella notó cierto nerviosismo apartando su mirada. Me remoje los labios expectante de lo que me fuera a decir pero otra vez sus ojos se clavaron en mis labios .

Carraspeo su garganta. – No hay nada que disculpar Alexa, pero aprecio tu gesto al venir para pedirme perdón. – Esbozó una sonrisa sin mostrar sus perfectos dientes.

-Está bien Victoria, gracias por recibirme en tu despacho. – Dije levantándome y quedando parada en frente de ella.

-No creo que le haya dado permiso para que me tutee Alexa. – Se cruzó de brazos con una mirada provocativa.


-Pe. Perdone profesora Díaz no fue..

- ¿Hoy tienes un partido, cierto? – Si sigue mirándome de arriba abajo me va a matar.

-Ss. Si profesora. – Jugaba nerviosa con mis manos, porque mi cerebro colapsaba haciéndome quedar como estúpida. – ¿Usted irá?.

- Desde luego Rago, la directora siempre nos obliga a asistir. – ¿Quieres agua? Estás un poco roja. – Dijo mientras se acercaba a una botella.

-Si, por favor. – Me extendió el agua y yo abrí la botella. – Ósea que usted va obligadamente y no porque le guste el fútbol. – Afirme.

- No soy fan del fútbol, pero por lo poco que entiendo jugas bien.. te mueves bien, en la cancha. –

¿Son mis ideas alborotadas o está hablando con doble sentido?.

Tomé de mi botella mientras ella se iba acercando hacía mí sin dejar de mirarme. Ya no era agua la que pasaba por mi garganta, era fuego.

Reí nerviosa. –Espero que ganemos está tarde.

-Seguro a que haces un gol, todos esperan muchas cosas de usted.

-¿Y usted?. –La miré con atención. –¿Espera algo de mí?.

- Espero mucho de usted, pero no precisamente del fútbol en eso ya tengo claro que eres muy buena.

- Y que esperas de mí Victoria. – Volví a tutearla.

La situación se tornó muy intensa y yo sentía como ella me llevaba al ritmo que quería, joder ese dominio que tiene en mí no provoca más que un calor que no entendía que me ocurría.

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