Capítulo trentaiocho.

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-¿Cómo puedes seguir con él aún sabiendo lo mierda que es?. – Me sentí abrumada.

-Es el padre de mi hijo. – Su afirmación sonó peor de lo que ella pensó.

Luego me liberó de su agarre y se fue a donde estaban todos los invitados. Mi cabeza se llenó de dudas y comenzaba a estresarme. ¿Cómo iba solucionar este problema? No podía simplemente hacer la vista gorda y dejar que quebrara el puesto de trabajo de miles y miles de personas.


Pasó un mes luego de la boda y sentía como poco a poco volvía a la normalidad, recordé absolutamente todo en el plano laboral. Vivía más en las oficinas que con mi familia, mantuve de cerca a Javier todo el tiempo quién me recordaba día a día que no me acerque a su esposa.

En cuanto a Catherine, ella estuvo mas comprometida con Oliver luego de terminar las grabaciones. Notaba como su asistente le escribía en todo momento pero no me atrevía a hacer ningún tipo de reproche.

Salía de un chequeo general en el hospital e iba directo a la gasolinera, había una fila de autos increíble al parecer se pusieron de acuerdo para ir a la misma hora.

Luego de media hora me tocó a mi, mientras bajé a buscar unas golosinas para pasar el rato, dulces ácidos y galletas con chips.

Le pague a la cajera y cuándo me di la vuelta estaba ella con su estúpido marido.

Quise pasar desapercibido, pero era evidente que Javier no lo iba a permitir.

-Alexa… ¿Qué haces aquí?. – Su voz era muy irritable, parecía que disfrutaba el momento.

-Vine a cargar gasolina. – Mire a Victoria.

Notó que mis ojos la veían y la agarró fuerte de su cintura.

-¿Qué miras?.

-Javier. – Victoria volteó a verlo.

-Como esta el pequeño Oliver, de seguro ya extraña a su madre. Ten cuidado y no lo dejes solo por mucho tiempo. - Note su mensaje. Pero no podía decirle nada.

Salí de ahí con suma furia. Subí al auto y llamé a mi madre.

-Mamá dime como hacemos para que se vaya de la empresa, este hijo de.-

-Primero cálmate. – Un breve silencio de su parte hizo que enfriara mi mente. – Hija tu crees que yo iba a dejar que estuviera en mi empresa a las anchas sin tener un mínimo de precaución. – Afirmó convencida. – En su oficina tiene puesto una cámara y además su computadora esta totalmente vigilada, podemos ver que hace y que borra. Luego de la boda Gabriel me ordenó que pusiera todo, el no es idiota… Digamos que le hace un favor a su esposa.

Sentí como volvía mi alma al cuerpo.
-Eres increíble mamá. Hasta luego. – Le corté, en todo el viaje sentí como mi cuerpo se calmaba. Estacioné y entré a mi casa.

Al parecer estaba sola, aproveché y me di un baño luego de pedirme una pizza.

Mientras estaba comiendo recibí un mensaje.

Lo siento por lo de hoy bonita”

Deja de escribirme, lo nuestro ya terminó… Dedícate a calmar al imbécil.

“¿Qué terminó dices?”

Sí .

“Ábreme”.

Leí dos veces el mensaje, no estaba segura si me estaba tomando el pelo o si en verdad estaba al otro lado de la puerta. ¿Cómo sabe donde vivo?.

Me levanté del sofá y suspiré antes de abrir la puerta. Abrí y sí estaba ahí con sus tacones aguja, un jean negro y una camisa negra.

-¿Qué haces aquí?. –

-Javier se fue con sus amigos a beber. – Entró mientras inspeccionaba toda la casa.

-¿Cómo sabes a donde vivo?. –

-Le pregunté a Lily por el celular de Javier. – Se sentó y clavó sus ojos en mí.

Yo permanecía petrificada en frente de ella. No me gustaba nada esto.

-Dime a la cara lo que me escribiste por teléfono.  – Puso sus codos en las rodillas.

Trague saliva y aparté mi vista de sus ojos.

-Sabes muy bien que no quiero saber nada de ti. - Me senté en la otra punta del sofá.

-Y porque me has dejado entrar. – Su cara se transformó y sus ojos se pusieron opacos.

-Para decirte que quiero estar con Catherine, quiero armar a mi familia.
-Ya veo. – Suspiró. - ¿Y porque ahora mismo Catherine está con su asistente y con Oliver cenando?. – Me mostró la foto de su Instagram.

Sentí un dolor inexplicable, pero a la vez lo entendía… Sólo compartíamos un bebé en común .

-Ella puede salir, no…

-No son nada. ¿Cierto?. - Terminó mi frase.

A donde quieres llegar Victoria.

-No. – La miré desafiante.

-Siempre estuviste en mi mente, he llegado a pensar que tú y yo somos esa parte de la historia de amor de las que nadie puede o quieren hablar. – Chasqueó su lengua. – De esos amores que son fuego pero que nunca podrán estar juntas, de los finales sin el “vivieron felices".

Ella me dejó completamente sin palabras, solo la miré a los ojos y pude entender en parte lo que decía.

-Victoria no creo que esto sea una buena idea… - Mi voz salía susurrante.

-Tienes razón, debo irme.


Se levantó y al mismo tiempo copie su acción detrás de ella, la veía irse una vez más.
Frenó en la puerta y se dio vuelta a esperar que le abriera, pasó su mano en mi espalda para despedirnos pero resultó que sus dedos se incrustaron en mí apretándome y juntó sus labios con los míos, su sabor era algo deleitable y a la vez un gusto a prohibido. No podía dejar de besarla, sus embestidas eran cálidas y a la vez feroces mientras que su cuerpo me llevaba de vuelta al sofá, sus manos me sostenían firmes.

Estaba arriba mío besándome, sentía su cuerpo contra el mío mientras que mis manos se posaron en sus mejillas y mi dedo índice podía rozar las venas de su cuello.


-No puedes alejarte de mí, de una forma u otra siempre volveremos a encontrarnos. ¿No lo crees bonita?.

Su voz grave y a la vez cansada era lo único que se escuchaba en la madrugada mientras que las luces permanecían apagadas, nuestros cuerpos saciados resguardados debajo de las sábanas de la cama.

-Lo sé. – Mi voz era débil. – Siempre has estado en mi mente, nunca te pude sacar.

Comencé a jugar con sus dedos, sacándole cada anillo.

-¿Qué hacías en esa gasolinera tan lejos de tu casa?.

-Tenía control. – Dije nerviosa.

No quería hablar del tema, entonces comencé a besarla mientras me subía encima de ella y sus manos jugaban con mis pezones. Hicimos el amor hasta que amaneció y sin darnos cuenta nos quedamos completamente dormidas.

...

“Eres ese deseo del que nunca se habla pero del cuál siempre se piensa en cualquier hora del día, de nada hubiera sido útil resistirme a tu cuerpo si en el fondo era consciente de que era una última vez… Te dije que te quería mientras dormías y tus cabellos ondulados tapaban parte de tu rosto,  le hable a tu corazón que se que me estaba escuchando”.

Dayhatsu_

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