Entre rosas y risas [C.H] [A.U] [Terminada]

Capítulo diecisiete

Besó la mejilla de Nueva Zelanda permitiendo que la menor pudiera ir al auto de su padre.

--Nos vemos senio' A'gentina --Se despidió la pequeña con una gran sonrisa y una corona de flores que le había regalado Colombia con mucho nerviosismo y miedo. 

Tanto a ella como a Australia se los veía felices, dado que la pequeña colombiana quería estar con Argentina se había quedado con él, mientras cuidaba de las hijas de Reino Unido, así fue como la Colombia, con su corona de flores que había hecho, se la regaló a Nueva Zelanda al llevarse muy bien las dos juntas.

Australia por su parte, se divirtió mucho jugando a las cartas con Argentina, desde la casita robada, pasando por el UNO versión baraja española, hasta acabar con el desconfío, en verdad le habían encantado todos los juegos, y tenía muchos ánimos de enseñárselos a sus amigos en la escuela.

Canadá por su parte sólo estaba aburrida, y USA sólo intentaba mantener viva la imagen de aquella caja que vió en el baño dentro de su memoria.

Las cuatro estaban dentro del auto mientras Reino Unido estaba al lado de Argentina, afuera del gran orfanato que era el hogar del más alto.

--¿Ellos se comportaron bien? --Preguntó con preocupación, deseando que los mismo se supieran comportar al estar un poco más de dos horas solos.

--Si, si, vos tranqui cariño --Habló sereno, tenía una pequeña sonrisa en su rostro y una gran preocupación en su pecho-- Lo único que si, fue que me dijeron mis niños que USA estaba revisando mis cosas personales --Avisó, con algo de precaución, observando a su pareja con cuidado.

Reino Unido suspiró frustrado ante esto, y eso es algo que Argentina notó de inmediato, por lo que agarró su mano, acariciando la misma queriendo enfocar su atención en él.

--Pero no pasó nada, tranquilo --Comentó rápido, intentando, de alguna manera, evitar algún regaño o situación incómoda para la mayor de las hijas de su pareja.

Sabe cuan exigente es él, tanto consigo mismo como con sus hijas, y no deseaba, de ninguna manera que él fuera brusco con sus regaños, no lo creía correcto como forma de hacer entrar a la reflexión.

--Arge, no es necesario que la protejas, ella merece un castigo por no saber comportarse en una casa que no es la suya --Su tono era serio, y su mirada igual.

--No la protejo --Se excusó de manera rápida-- Sé bien que es tu hija, pero nadie merece ningún castigo severo por algo así, sólo --Suspiró apretando el agarre en sus manos-- Invítala a reflexionar, no se necesita ser duro o malo con ella, sólo la harás estar más enojada --Agregó separando de manera ligera sus manos. 

Reino Unido notó esto, y el tono decaído que tenía Argentina al hablar, por lo que aseguró el agarre de sus manos esta vez, él mismo, cediendo un poco al pedido de su pareja.

--Voy a intentarlo, pero sabes como es ella, no me escuchará --Dijo con un tono calmado, intentando hacerle ver al más alto que tomaba en cuenta su opinión, y eso lo notó el argentino que sonrió un poco más, acercando su rostro al del más bajo.

--Si le hablas bien, estoy seguro que entenderá --Respondió, besando sus labios con lentitud y amor, beso, que fue correspondido al instante.

Se mantuvieron así unos cuantos segundos antes de separarse para así despedirse de manera apropiada y así ir hasta el auto. Con una hermosa sonrisa cada uno.

--Te quiero--Murmuró Argentina, observando a los ojos rojizos del británico, quien estaba a punto de entrar al auto.

--Yo también te quiero Arge --Murmuró con cariño, entrando al fin al auto, bajo la expectante mirada de sus hijos y del argentino.

Entonces el americano observó como el auto se alejaba, mientras él volvía a entrar al orfanato, donde Colombia lo esperaba con su muñeca de lana que le había hecho la madre de Argentina, Italia.

Él sólo sonrió mientras tomaba la mano de la menor para ir a jugar al patio con el resto de los niños. Feliz de que al menos, no haya arruinado del todo la oportunidad de pasar tiempo a solas con las pequeñas.