Capítulo quince

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--Sólo será una hora Suiza, perdón en serio por hacerte quedar más tiempo del que deberías --Continuó disculpándose, realmente esto no estaba en sus planes y le carcomía la culpa de que tuviera que pedirle estar un poco más de tiempo cuidando de los niños por el imprevisto que acababa de pasar.

--No hace falta disculparte Argie, ve con los hijos de Reino Unido, te necesitarán estando en un lugar que no conocen --Le mencionó con una sonrisa cargada de comprensión, eso Argentina le agradeció internamente.

--Te lo recompensaré luego, gracias Su --Agradeció una vez más mientras comenzaba a retirarse de la sala para ir camino a su habitación, a paso apurado, en otras circunstancias estaría yendo a la parte de juegos de los niños para verlos convivir, después lo invitarían a jugar con ellos y él aceptaría encantado.

Suspiró caminando de nuevo a su habitación, se le hacía extraño no encontrarse con ningún niño dando vueltas por los pasillos o jugando simplemente, pero intentó ignorarlo a pesar de que la preocupación comenzaba a ocupar su mente.

Agradecía totalmente ser alguien considerablemente alto, de esta forma le era más fácil llegar de manera más rápida hasta donde se encontraba su habitación, sólo esperaba no encontrarse con ningún desastre.

Pero unos ligeros sollozos comenzaron a ser receptados por sus oídos, y eso le preocupó, sobre todo por el grito que lo acompañó.

--¡Vos no sos quien para hablar así a esha! --Aquella voz, Argentina la reconoció bien, era de Uruguay.

Preocupado y angustiado, comenzó a correr hasta su habitación, que era el lugar de donde provenían los gritos. Su corazón exaltado del miedo y el sólo pensar que algo pudo haber ocurrido no hizo más que asfixiarlo.

Abrió de manera rápida la puerta de su cuerpo, con la respiración ligeramente agitada, encontrando a una colombiana llorando en los brazos de Brasil mientras el pequeño uruguayo con su carita roja del enojo miraba a las hijas de Reino Unido.

Se acercó de manera rápida a Colombia, quien en cuanto lo vió se acercó a él buscando consuelo.

--¡Señor Argentina! --Gritaron a la par Brasil y Uruguay, acercándose a abrazarlo de verlo ahí, la colombiana se aferraba a su cuello mientras era cargada por el mencionado, observó a las hijas de su pareja, notando las claras miradas cargadas de enojo de estos. 

--¿Qué pasó niños? --Preguntó agachándose para estar a su altura, la preocupación era latente en sus dorados ojos-- ¿Por qué gritabas Uru, y por qué llora Colo? 

Estados Unidos observaba todo con resentimiento y enojo, le generaba rabia la escena frente a ella, porque jamás, ninguno de sus padres les había hablado con esa preocupación y cariño. Les tenía envidia. 

Bufó mientras se sentaba en la cama al lado de su hermanita, quien la observaba con enojo y reproche. Canadá sólo suspiró ignorando todo, mientras que Australia oía todo.

--No llores hermosa, el señor Tina está aquí para cuidarte preciosa, así que podés estar tranquila --Murmuró con cariño, acariciando su espalda, la pequeña en sus brazos asintió entre pequeños hipidos.

--Señor Argentina, esa tonta estaba revisando sus cosas --Confrontó con enojo Uruguay.

--Uru, vocabulario pibe --Regañó con una mirada seria, pero el mencionado sólo bufó mientras se disculpaba-- ¿Y ustedes que hacían acá a todo esto? --Preguntó con claro interés, intentando distraer la atención de los menores del asunto, no le correspondía a él regañarlas a pesar de que era lo que correspondía, no era su padre ni ninguna autoridad importante como hacerlo, aunque eso no quitara su preocupación de que vieran algo importante.

Brasil y Uruguay se volvieron tímidos de un instante al otro, y eso llamó más la atención del mayor de la habitación, sonrió enternecido observando como el más  alto de los tres pequeños sacaba del bolsillo de su pantalón una pulsera de tela hecha a mano, con una hermosa piedra blanca con toques violetas  en el centro.

--Era un regalo que quisimos dejarle, señor Argentina --Murmuró avergonzado el brasileño, y el mencionado no pudo esconder la gran sonrisa que se posaba en sus labios, completamente feliz y agradecido por tal regalo tan tierno y hermoso.

Los abrazó a los dos de manera inesperada mientras besaba sus mejillas con total emoción y cariño, escuchando las quejas tímidas y cargadas de vergüenza de ambos niños, con las risas divertidas de la colombiana.

--Amo el regalo que me hicieron chicos, es precioso, gracias, muchas gracias por hacerlo para mi hermosos y hermosa --Continuó agradeciendo, dejando a la niña en el suelo más tranquila, junto a ambos niños rojos del cariño que les daba el argentino.

Argentina levantó su brazo para que colocaran la pequeña pulsera de tele sobre su muñeca, mientras besaba una vez más la cabeza de cada uno, agradeciendo otra vez el hermoso regalo.

Claro que no se olvidó de los hijos de su pareja que observaban con envidia todo, a excepción de Nueva Zelanda, quien observaba curiosa el regalo que le habían hecho al argentino, se sentían celosos de el trato cargado de amor y cariño que el mayor de la habitación daba a los pequeños cuando ellos durante su infancia habían recibido críticas y exigencias.

Acompañó a los pequeños hasta la puerta, agradeciendo una vez más el hermoso regalo, y volteó a ver a las pequeñas que estaban sentadas observando todo con aburrimiento. 

Sería una tarde larga hasta que llegara Reino Unido.

Entre rosas y risas [C.H] [A.U] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora