Capítulo once

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Antes de empezar el capítulo, quiero agradecerle a __Hey-Darky por editar y corregir el capítulo! Créditos a él por la lectura que van a tener <3

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Los únicos dos adultos de la casa se encontraban preparando la comida, decidiendo realizar el famoso y gustoso guiso de arroz que el argentino preparaba seguido para los niños que cuidaba.

Nueva Zelanda caminaba con sus pequeños piecitos cerca del latinoamericano, preguntando cosas de forma aleatoria con total respeto. Ella a diferencia de sus hermanas no compartió casi nada de su vida con su madre, apenas convivía con ella cuando le tocaba quedarse con la francesa.

Por lo que le parecía fascinante convivir con alguien tan carismático y divertido como lo era Argentina, sabía tantas cosas y era tan interesante que lo seguía tanto como podía.

Ella sabía que sus hermanas tramarían algo contra la pareja de su padre, pero no sabía qu, tampoco le iban a contar, porque sabían que ella no quería que la francesa y el británico volvieran a ser una pareja.

Después de todo, sus padres se separaron poco antes de que ella naciera, así que más que recuerdos de sus padres discutiendo y uno que otro momento de tensión no recuerda, por eso, para ella, ver a su padre tan feliz y tranquilo le daba felicidad, nunca lo había visto así, ni siquiera con sus anteriores parejas.

––Papi. ––Llamó la menor al británico quien enseguida dejó de hacer sus cosas para mirarla. ––¿Fata mu-. . .cho pada come'? ––Preguntó con un tono dulce, Reino Unido sonrió ante eso.

––No tesoro, papá y Argentina ya están terminando de cocinar. ––Anunció para alegría de la menor.

––Así es enana. ––Habló ahora Argentina con una sonrisa, mientras dejaba de revolver el guiso, al cual le faltaba poco para ser servido. ––Unos minutitos más y tremendo guiso vas a probar dulzura. ––Anunció feliz mientras revolvía los perfectamente ordenados cabellos de la niña.

Nueva Zelanda disfrutaba de los mimos y gestos que le daba el argentino, la trataba como si fuera su hija a pesar de no serlo, ni siquiera Francia la trataba con tanta soltura y cariño, esto porque ella consideraba que la mejor forma de criar a sus hijos era por medio de la independencia, que supieran a hacer las cosas por sí mismas antes de depender de otros, claro que ignoraba que su hija más grande apenas había cumplido once, y la menor tenía siete.

Su padre no era el más cariñoso tampoco, era bastante frío y elegante, deseando que sus hijos se comportaran como él creía que era correcto, por lo que siempre debía tener su apariencia de manera elegante y correcta, tratando de no utilizar un mal lenguaje.

Claro que la actitud tan rígida de su padre cambió desde que conoció al argentino, y ahora era un poco más abierto a que sus hijos no se comportaran como robots todo el día, además de que Argentina era extremadamente amable y divertido, jugando a descubrir lugares secretos en el patio de la casa.

No entendía porque sus hermanos odiaban demasiado el hecho de que Argentina fuera la pareja de su padre, si fuera por ella, haría incluso que se casaran para que jamás se separaran.

––¡Sí seño' A'gentina! ––Festejó ella, dejando que el mayor despeinara su cabello a gusto. Su mano era grande y cálida, le encantaba.

––Vas a despeinarla, Argentina. ––Se metió Reino Unido mientras se acercaba a ver el guiso, ya lo había preparado antes en el orfanato donde trabajaba el menor, por lo que sabía aproximadamente cual era el tiempo de cocción correcto.

––Qué pena, ¿no? ––Le preguntó mientras le guiñaba un ojo a la niña y se levantaba.

––En verdad que sí, estuve casi media hora tratando de peinarla. ––Respondió sin verlo, Argentina por su parte, estando atrás de él, con sus manos extendidas comenzó a despeinar el perfectamente arreglado cabello azul del menor en estatura.

––Así como el tuyo. ––Agregó con una sonrisa y algunas risas, Reino Unido intentaba escabullirse para que su pareja dejara de desordenar su cabello, sin tener éxito alguno porque Argentina era más alto que él.

––Suéltame Argentina. -––Gruñó el mayor en edad mientras sentía sus mejillas sonrojarse por lo avergonzado que estaba, qué vergüenza actuar así frente a su niña, pero esta sólo disfrutaba del cálido momento.

––Bueno, bueno. ––Anunció con una sonrisa mientras dejaba en paz al hombre y tomaba su rostro para robarle un beso en los labios, beso que no duró mucho porque fue golpeado en la rodilla de manera abrupta. ––La pu-. . .––Tapó su boca para no insultar con la niña presente pero en verdad le había dolido.

Dirigió su mirada hacia abajo encontrando una muñeca de plástico en el suelo y a una estadounidense enojada mirando al latino.

––¡Aléjate de mi padre idiota! ––Le gritó con ira mientras se alejaba, dejando a un argentino adolorido, a un británico avergonzado de que ella viera lo ocurrido y una neozelandesa molesta por la actitud de su hermana mayor.

El silencio en la habitación era molesto, por lo que Reino Unido propuso servir la comida.

Fue la cena más incómoda de toda la vida de Argentina, pero no se rendiría a llevarse bien con los menores.

Entre rosas y risas [C.H] [A.U] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora