Capítulo veintidós

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––Me reuniré con Francia el sábado. ––Mencionó el británico mientras lo observaba ingresando a la habitación.

Argentina se quedó callado ante lo dicho por el mayor, pero eso no quitó el hecho de que no dirigiera su mirada a él.

––¿En serio? ––Murmuró algo apenado, su corazón palpitaba con fuerza en su pecho. ––¿De qué hablarán?

––Sobre los niños. ––Respondió, casi de inmediato. ––Al parecer a USA y a Canadá dijeron que ella las hizo sentir mal e incómodas.

--Eso sería genial en verdad. --Dijo con felicidad de que estos pudieran hablar de sus actitudes tan rígidas y tradicionalistas con las pequeñas.

--Y al parecer quería hablarme sobre ti, porque te hecha la culpa de como te "expresas. --Mencionó ahora.

––Comprendo. ––Volvió a murmurar mientras guardaba su ropa bien tendida dentro de su mochila.

Estaba asustado, temía de Francia y de todo lo que era ella.

Por más que así lo desee jamás podrá terminar de quitarse ese incesante temor de que el británico caiga de nuevo bajo los encantos de la francesa. Fueron esposos por años, con un matrimonio normal.

Sabe perfectamente que las niñas quieren eso. A Francia de nuevo, a su madre, no a él que tiene un pensamiento y forma de ser completamente distinta a la suya. Quieren la frialdad y elegancia, no el cariño y entendimiento que él ofrece.

Y sabe perfectamente que si ella llegara a proponerle volver, UK quizá ni lo piense y acepte, cada vez lo nota más incómodo con sus muestras de cariño, y reacio cuando decide jugar con los chicos.

Es consciente de que si él no quiere verlo, lo aceptará, llorará y se lamentará, pero que no hará nada para evitarlo, no querría arruinar su felicidad.

Unos pequeños brazos azulados pasaron por su cintura, él sólo colocó sus manos sobre las suyas, intentando mantener la calma, necesitaba respirar, necesitaba estar solo.

––Tu sabes que te amo a ti, no a ella. ––Murmuró mientras escondía su rostro en la espalda del más alto. ––No tengas miedo, lo que ella fuera a decir sobre ti, sé que será mentira. Así que tranquilo.

Argentina asintió, pero aún así se separó de él, necesitaba calmar sus inseguridades, estaba nervioso, asustado, no quería que UK lo viera de ese modo, no quería que lo asocie con que era un niño caprichoso.

––Lo sé UK. ––Respondió en un tono claro, su sonrisa era pequeña, casi inexistente. ––Sólo dame unos minutos que debo terminar de prepararme para irme, los niños me esperan y no puedo desilusionarlos. ––Su tono era decaído, pero era casi imperceptible, al menos el británico no lo pudo notar, ya que el latinoamericano se movía tan rápido con su mochila y cosas que apenas fue consciente de la secuencia.

Argentina comenzó a bajar con rapidez las escaleras, intentando no hacer ruido, sólo le faltaba guardar su set de mate y ya podría irse.

Sabe muy bien que a su pareja le disgusta que lo llamen por apodos, él claro que ignoraba muchas veces esa norma, pero era inconsciente cuando le decía así, y ahora que sabe que se verá con Francia no quiere dejarle un mal gusto en la boca por no haberle dicho como él quiere.

¿Se siente mal por tener que limitarse demasiado? Sí, muchas veces necesita morderse la lengua, pero tampoco quería que el británico terminara con él.

Que complicado es el amor.

Entre rosas y risas [C.H] [A.U] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora