Capítulo tres

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Australia estaba ayudando a Argentina a cuidar las flores del jardín, se habían quedado los dos solos porque Reino Unido había ido a buscar a Nueva Zelanda de la escuela, y de paso, ir a comprar un par de cosas junto a Canadá y Estados Unidos que necesitaban.

Australia se había rehusado a ir, sobre todo porque no quería ir con sus hermanas mayores que posiblemente se encuentren ahora hablando de quién tiene más logros o semejanza con su madre, Francia, algo que le incomodaba mucho porque a él no le gustaba el estilo delicado que tenía la francesa.

Argentina lo observaba de reojo, tenía el ceño fruncido y se lo veía bastante molesto, pero sabía muy bien que posiblemente estaría a la defensiva si llegaba a preguntar algo. Suspiró llamando la atención del menor.

--¿Te gustan las plantas? --Preguntó con una leve sonrisa, no apartaba la vista de las flores, cortando las hojas muertas y secas para que estas no arruinaran toda la planta.

--No --Murmuró con algo de enojo, pero no por la pregunta, sino porque la camisa que lo obligó a usar su padre comenzaba a molestarlo, no lo dejaba a hacer movimientos bruscos y además de lo incómodo que eran sus zapatillas que lo apretaban mucho.

El argentino notó como parecía molesto con sus zapatillas.

--¿No querés sacarte esas cosas? --Preguntó curioso mientras con las pequeñas tijeras apuntaba a los pies del niño, este volteó a verle rápidamente completamente sorprendido.

--Pero padre se va a molestar si lo hago --Murmuró ahora apenado, en verdad deseaba quitarse esas apretadas zapatillas, pero Reino Unido era muy estricto con la vestimenta y así como Francia, ya estaba algo cansado de siempre recibir regaños por este asunto.

--Si querés yo hablo con tu padre para que te deje andar descalzo --Propuso sonriente al ver que el menor se abría a él-- Así que vé, quitate ese calzado, dejalo obviamente ordenado y vení acá a jugar, ¿dale?

Australia asintió con una gran sonrisa y con los ojos brillantes, corriendo tan rápido como sus pequeñas piernitas podían para dejar esas molestar zapatillas lejos de su vista, junto en la entrada que daba a la casa.

Volvió corriendo, esta vez sin medias ni nada cubriendo sus pies, sintiendo el fresco pasto bajo la piel y dedos. Sonriendo completamente feliz para ir y corretear al lado del argentino que se reía de la felicidad del contrario. Le alegraba verlo así.

--Tené cuidado de no lastimarte, ¿si? --Continuó podando las plantas, escuchando al niño atrás de él jugando.

--Señor Argentina --Escuchó a sus espaldas-- ¿Necesita ayuda? --Preguntó con buena disposición, estaba feliz y agradecido con el mayor.

--No cielo, vos andá y jugá un rato, de tu padre me ocupo yo así que tranqui --Mencionó tranquilo, observando como el niño iba en busca de su pelota para jugar un poco.

Suspiró con una sonrisa, aunque aún sabía que terminaría discutiendo con UK por haber permitido que el australiano anduviera descalzo, pero no le importaba, si Australia se sentía incómodo con esa ropa entonces buscaría una forma de que anduviera más cómodo.

Entre rosas y risas [C.H] [A.U] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora